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La interdependencia económica, vacuna contra una nueva Guerra Fría con Rusia

  • Las relaciones económicas hacen difícil un conflicto profundo
  • La propuesta de Rusia apunta a una "finlandización" de Ucrania
  • La UE ha paralizado varios acuerdos con Rusia desde 2007

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Un hombre besa la bandera de la URSS en Simferópol, capital de Crimea
Un hombre besa la bandera de la URSS en Simferópol, capital de Crimea

La crisis de Ucrania y la intervención de Rusia para anexionarse Crimea no ha provocado el conflicto armado que algunos temían, pero ha reavivado la retórica de los bloques y las menciones a una nueva Guerra Fría.

Este mismo lunes, tras aprobar sanciones contra dirigentes rusos y ucranianos por el referéndum de secesión crimeo, la Casa Blanca amenazaba con un nuevo periodo de enfrentamiento como el que durante casi 50 años dividió el mundo (y sobre todo Europa) en dos bloques económicos (CE-COMECON) y militares (OTAN-Pacto de Varsovia). Como explica la BBC, también en Moscú algunos han resucitado esta dialéctica.

Sin embargo, los expertos consultados por RTVE.es creen que esta retórica es excesiva. "No tiene nada que ver con la Guerra Fría, esto es otra cosa" afirma María José Pérez, profesora de Relaciones Internacionales de Europa Oriental y Central de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Pérez ni siquiera cree que la de Ucrania sea la peor crisis desde la caída del Muro de Berlín. "La crisis de la antigua Yugoslavia ha tenido una repercusión mayor, e incluso  sirve de precedente para lo bueno y para lo malo para otro tipo de actuaciones de  ahora, esa crisis fue mucho importante",

Rubén Ruíz, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED y experto en el espacio post-soviético, tampoco acepta la analogía. "No estamos en ese escenario, sino en un orden internacional con progresiva perdida de hegemonía de Estados Unidos y el ascenso de potencias regionales", explica el profesor a RTVE.es

"Se parece más a finales del siglo XIX y principios del XX, con el mundo repartido en zonas de influencia, con la diferencia de que la interdependencia económica puede disuadir de iniciar una guerra, ya sea fría o caliente", añade.

Atados por la economía

Tanto María José Pérez como Rubén Ruiz coinciden en que el nivel de imbricación económica entre Rusia y la Unión Europea (UE) hace imposible una vuelta atrás, con el levantamiento de un nuevo Telón de Acero.

"Los intereses económicos van a primar - cree Ruiz - La UE ha frenado las sanciones más serias porque sus estados miembros más fuertes, empezando por el Reino Unido, Francia y Alemania, han tratado de aliviar el tono de las sanciones por el impacto sobre sus propias economías. Reino Unido pensando en el capital financiero que los oligarcas tienen en la City, y Alemania pensando en que  la mayor parte de su gas lo recibe de Rusia, que es su socio en el gasoducto del Nord Stream".

"No va a haber acuerdo formal entre Occidente y Rusia, pero tampoco una reactivación de la Guerra Fría  ni una escalada del conflicto - asegura el profesor de la UNED - Escenarios más  dramáticos que se ha apuntado, como que Rusia entre en las regiones  orientales de Ucrania, no parecen probables".

Para la profesora de la Complutense, es muy difícil que las sanciones se delimiten para que afecten a unos países sí y a otros no. "La economía rumana o la búlgara, no digamos la ucraniana, tienen muchas conexiones con la rusa. No se puede establecer una especie de corte para que [las sanciones] afecten a unos intereses y otros no. No es fácil imponer sanciones que solo afecten a determinado ciudadanos rusos", argumenta.

La "finlandización" de Ucrania

Para ambos investigadores, el reto principal es lograr la estabilidad de Ucrania, un estado nuevo (nunca había sido independiente hasta 1991), que tiene problemas para definir su modelo. 

"El problema - dice María José Pérez - es que tanto Rusia como la UE y EE.UU. han planteado esa cuestión en terminos excluyentes: o conmigo o contra mí".

La oferta de Rusia para crear un "grupo de apoyo" internacional apuesta por constituir a Ucrania como un modelo federal y neutral. Es lo que la prensa internacional ha dado en llamar la "finlandización" de Ucrania.

"Finlandia perteneció a la rusia zarista, la región de Karelia aún pertenece a Rusia, pero Finlandia tiene buena relación con Moscú y está en la UE, ha defendido su especificidad y eso puede ser buena salida, aunque son los ucranianos los que deben decidir", explica la profesora de la Complutense.

Ambos investigadores coinciden en que la rusa es una buena oferta.  "Con esta iniciativa todo el mundo saldría ganando - asegura la profesora de la UCM - Occidente, porque ejercería cierta influencia y quizá lograría integrar en las organizaciones europeas (la UE o la OTAN) a Ucrania, y también permitiría a Rusia ejercer influencia sobre Crimea y sobre su zona prorrusa". "La descentralización sería una salida digna para todos y evitaría crear otro conflicto congelado", añade.

La federalización supone además, según Ruiz, una salida imprescindible si se quiere evitar que el este del país, de mayoría rusoparlante, sienta "un creciente desapego hacia las autoridades de Kiev".

Pero el contenido del plan ruso será difícil de asumir por la UE y EE.UU., sobre todo después de que el referéndum de Crimea se haya celebrado bajo ocupación militar. "Al menos no lo harán de manera abierta - dice el profesor de la UNED - aunque es posible que sea de manera soterrada", con presiones al gobierno de Kiev para adoptar algunas de las políticas propuestas por Moscú.

El "enfriamiento diplomático" con Rusia

Por tanto, es poco probable una ruptura de relaciones económicas y comerciales, pero puede darse un enfriamiento diplomático. De hecho, dicho enfriamiento entre Rusia y la UE ya existe.

"El acuerdo estratégico con Rusia de finales de los 90 finalizó en 2007 y no se ha renovado. Se va prorrogando, pero hay determinados países de la UE que imponen una política antirrusa y ejercen el veto a las negociaciones con Rusia que al resto de la UE sí le interesean", precisa María José Pérez.

Según la experta, las propuestas de crear una zona de libre mercado desde Lisboa a Vladivostok y una nueva  estructura de seguridad parten de Moscú, y no encuentran eco en Bruselas.

Pérez señala a los antiguos satélites de la URSS que ahora forman parte de la UE (en especial Polonia, Hungría, República Checa y las repúblicas bálticas), como los responsables de esa "falta de confianza".

Rubén Ruiz cree, por su parte, que la influencia del socio trasatlántico también distorsiona las relaciones entre Moscú y Bruselas. "La UE y EE.UU. tienen intereses distintos a nivel global pero sobre todo geopolítico en sus respectivas áreas de influencia. La interdepencia de la UE con Rusia es mayor que la de EE.UU., que solo la tiene a nivel de seguridad en algunos espacios, como Asia Central", añade.

"A medio plazo sería recomendable que la UE tuviera una estrategia de relaciones exteriores con Rusia programada, predecible y emancipada de la posición de EE.UU.

", concluye Ruiz.