La dignidad de Suárez frente a los golpistas del 23F, "símbolo del valor de la democracia"
- Solo permanecieron de pie Suárez, Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo
- El expresidente del Gobierno era el único de los tres que aún vivía
- Demostró que se puede perder el poder pero no la autoridad, dice su biógrafo
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"¿Valiente por qué? Yo representaba al Estado. ¿Cómo me iba a tirar al suelo?" La imagen de Adolfo Suárez levantándose de su escaño para ayudar a su vicepresidente, Manuel Gutiérrez Mellado, zarandeado por los guardias civiles que asaltaron el Congreso el 23F, se ha convertido en uno de los iconos de la democracia. Los únicos que no se escondieron bajo sus escaños mientras el golpista Antonio Tejero descargaba su pistola en el techo del hemiciclo, que aún conserva las marcas de los disparos, fueron Gutiérrez Mellado, el entonces secretario general del PCE, Santiago Carrillo, y Suárez, el único de los tres que aún vivía.
El primer presidente de la democracia actual, Adolfo Suárez, que murió aquejado de alzhéimer a los 81 años el pasado domingo, explicaba años después del intento de golpe de Estado del 23F por qué permaneció sentado en una entrevista a Victoria Lafora: "Mi única idea durante los primeros momentos del golpe fue mantener la dignidad del presidente del Gobierno de España. La dignidad de la democracia. Varias veces se me pasó por la cabeza qué dirían los titulares de los periódicos que podían hacer a mi persona si el golpe triunfaba: ‘El presidente murió de un tiro en la espalda cuando estaba tumbado en el suelo’. Eso me rebeló. Si me mataban tenía que ser cara a cara. En aquellos instantes mi instinto fue dar la cara".
El periodista Fernando Ónega, que recoge este fragmento de aquella entrevista en su libro Puedo prometer y prometo, asegura que hay también una "razón puramente física" por la que el entonces presidente del Gobierno no se tiró al suelo: "Se había entrenado con un psicólogo para un posible secuestro de ETA". Esa preparación, apunta Ónega, "le sirve para mantener la dignidad ante la pistola de Tejero".
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid Juan Francisco Fuentes también recoge este detalle en su biografía sobre el arquitecto de la Transición. "Me entreno para que en el momento en que venga alguien a ponerme una pistola en el pecho, yo aguante", le había confesado Suárez a Leopoldo Calvo Sotelo, según este historiador.
Fuentes explica en su libro Adolfo Suárez. Biografía política que el aún presidente del Gobierno en el momento del golpe de Estado no solo aguantó "dignamente" el primer momento, sino también hacia las tres de la madrugada cuando "apartado de los demás y encerrado en la sala de ujieres, desafió a Tejero en un cara a cara en el que el militar llegó a ponerle la pistola en el pecho". En ese momento, "Suárez, de pie, con la mirada fija en su enemigo, sin histrionismos, pronunció la palabra clave: "¡Cuádrese!". Según añade este catedrático de la Complutense, Tejero se dio la vuelta y abandonó la sala "desconcertado".
La "autoridad" de quien había perdido el poder
Juan Francisco Fuentes explica a RTVE.es que aquella noche "Suárez demostró cómo se puede perder el poder y, sin embargo, conservar la autoridad". Aquel 23 de febrero de 1981, en plena investidura de Calvo Sotelo, "reapareció el mejor Suárez: sereno, valiente, rápido de reflejos...".
Fuentes considera que la imagen del primer presidente de la democracia "dignamente sentado al frente del banco azul cuando los golpistas disparan sus armas es uno de los momentos de mayor grandeza de la reciente historia de España". Suárez demostró "su profundo sentido de la dignidad personal e institucional" con esa "reacción instintiva" que quedó inmortalizada por la cámara que permaneció encendida.
La directora del Centro de Estudios sobre las Épocas Franquista y Democrática de la Universidad Autónoma de Barcelona, Carme Molinero Ruiz, señala que la "actitud de dignidad" de Adolfo Suárez, Manuel Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo "se convirtió en una imagen simbólica del valor de la democracia".
Un gesto que no se tradujo en votos
Sin embargo, ese gesto no se tradujo en votos después. Gregorio Morán explica en Adolfo Suárez. Ambición y destino que tras el 23F "se convierte en el paradigma de la democracia, en el líder de una transición que en esencia él representa". Sin embargo, Morán cree que ese día "cavó definitivamente su fosa política". "Es brutal decirlo, pero el único fin glorioso que le hubiera convertido entonces en el icono que luego se habrán de inventar" hubiera sido su muerte a manos de uno de los golpistas, según Morán.
Lo "patético" de su trayectoria, relata el autor de esta biografía, fue creer que "su valeroso gesto, su actitud, se traduciría en un caudal de votos y adhesiones (...) Ahí estará la base para la construcción del personaje, pero también el elemento destructor de su futuro político, porque los iconos se cuelgan, se alzan, se exhiben, pero siempre han de estar quietos".
La conversación de Suárez y Tejero el 23F
En enero de 2012, el diputado socialista Alfonso Guerra desveló en un acto de homenaje al expresidente Adolfo Suárez en la Universidad Europea de Madrid, el tenso diálogo que mantuvo este con el teniente coronel Antonio Tejero en la noche del golpe de Estado del 23F.
Guerra explicó en este acto que el ujier que condujo a Suárez y Tejero a una sala del Congreso de madrugada le entregó años después una transcripción literal de la conversación de la que tomó nota. Este es el diálogo, según informó entonces Europa Press:
Suárez: ¡Explique qué locura es esta!
Tejero: ¡Por España, todo por España!
Suárez: ¡Qué vergüenza para España! ¿Quién hay detrás de esto? ¿Con quién puedo hablar?
Tejero: No hay nada de que hablar. Solo debe salir.
Suárez: ¿Pero quién es el responsable?
Tejero: Todos, estamos todos.
Suárez: Como presidente le ordeno que deponga su actitud.
Tejero: Usted ya no es el presidente de nadie.
Suárez: Le ordeno
Tejero: Yo solo recibo órdenes de mi general.
Suárez: ¿Qué general?
Tejero: No tengo nada más que hablar.
Suárez: Le insisto, soy el presidente.
Tejero: No me provoque.
Suárez: ¡Pare esto antes de que ocurra alguna tragedia, se lo ordeno!
Tejero: Usted se calla. Todo por España.
Suárez: Le ordeno
Tejero: Cállese, siéntese y usted (al ujier que escuchó la conversación y se la facilitó a Guerra) fuera.