'Ida', la poesía de la tragedia polaca
- Se estrena la premiada película de Pawel Pawlikowski
- Un viaje al turbulento pasado polaco ambientado en los años 60
- "La tristeza puede ser bella también", afirma el director en RTVE.es
FICHA TÉCNICA
Título original: Ida (Sister of Mercy)
Año: 2013
Duración: 80 min.
País: Polonia
Director: Pawel Pawlikowski
Guion: Pawel Pawlikowski, Rebecca Lenkiewicz
Reparto: Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska, Joanna Kulig.
Con casi siete millones de muertos en la II Guerra Mundial (el tercer país en bajas tras la Unión Soviética y China) y más de cuarenta años de ocupación comunista, la historia polaca se recuerda en la gran pantalla sobre todo por producciones tremebundas como La lista de Schindler o Katyn.
Con los postulados opuestos como premisas (pocos personajes, minimalismo expresivo), el realizador Pawel Pawlikowski ha condensado en Ida la tragedia de la historia polaca en una de las películas festivaleras de año pasado: ganadora del premio Fipresci en Toronto y el premio a mejor película en los festivales de Gijón, Londres y Varsovia.
Ambientada en los años 60, Ida es la historia de una novicia huérfana que, antes de convertirse en monja, emprende un viaje con su tía en busca de sus padres desaparecidos en la II Guerra mundial.
La historia polaca condensada
“He tratado el tiempo y lugar específico no como un tiempo y lugar específico, sino en términos universales”, afirma Pawlikowski como presentación de su obra en una entrevista para RTVE.es. “La tragedia puede ser bella también, la tristeza puede ser bella también. Es una mirada a un trozo de vida del momento. Y es ambigua, paradójica y bella. El pasado ya no es un tabú en Polonia, pero existe ese pasado trágico en el que todo significa algo, en el que en cada rincón hay algo de guerra”.
Pawlikowski (57 años), nacido en Polonia pero afincado en Londres desde su adolescencia, es conocido por sus documentales y por sus películas británicas (My summer love, La mujer del quinto). Con Ida regresa a su país natal, en un viaje emocional vestido de elegancia visual.
Pese a que cada personaje parece representar grupos de población enteros (la monja católica, los judíos desparecidos, la comunista represora, el músico que trae la modernidad occidental) Pawlikowski afirma que crear una alegoría histórica era su última intención. “No, porque una alegoría significa que todo ilustra algo y en esta película los personajes son bastantes específicos y muy complicados”, dice Pawlikowski. “Muchos filmes históricos polcaos tratan de ilustrar algo como el sufrimiento polaco, o la culpa polaco. Intenté esconder el alma de eso. Traté de hacer una película autónoma con su propia lógica”.
Una estética trascendental
Pawlikowski decidió rodar la película en blanco y negro y en formato 4:3 “en parte porque era cómo recordaba ese mundo, como lo imaginaba e idealizaba”. Pero, por el camino, descubrió que los encuadres simétricos con muchísimo aire sobre los personajes eran un significado en sí mismos. “Era un intento de hacer una película atemporal y de forzar a los espectadores a ver la película de modo meditativo. Ese formato 4:3, con ese paisaje formaba una especie de vértigo, con esos personajes perdidos en la parte baja del cuadro. Al principio era solo para hacerlo más interesante, y de pronto empezó a significar algo”
Aunque el cine polaco vivió precisamente en los años en los que se ambienta Ida una época de esplendor (Wadja, Polanski), Pawlikowski se reconoce más deudor de toras nuevas olas. “Amo las películas polacas de esa época pero no van con mi temperamento. Me encantan Cenizas y diamantes (Andrzej Wajda, 1958), pero él tiene un acercamiento al cine barroco y retórico. O El cuchillo en el agua, de Polanski, que es una personalidad diferente”, explica. “Las películas que me influyeron estéticamente son las cintas checas de la nueva ola como Diamantes de la Noche, de Jan N¿mec; o Los amores de una rubia, de Milos Forman. Y el cine de Godard, como Vivir la vida.
Los personajes de Ida están volcados en la fe, religiosa o marxista, pero también destruidos por ella, salvo Ida, el personaje protagonista que parece esconder una pureza esperanzadora. “Polonia tiene una tradición católica conservadora y excluyente, pero la de Ida no es una fe institucional, es algo más trascendental. Es un personaje que realmente siente la presencia de Dios, no lo que le han alimentado las monjas”.
La acogida de Ida, no ha sorprendido a Pawlikowski, que piensa seguir trabajando con libertad, actores pocos conocidos, huyendo de lo que pide el espectador, y un proyecto largamente ambicionado: la vida del joven Johann Sebastian Bach.