El registro escrito de la voz de los vencidos
- El libro Las cartas de la Pirenaica recoge las cartas enviadas a la radio del PCE
- Radio España Independiente era escuchada por más de un millón de personas
- Entre 1959 y 1972, la emisora recibió alrededor de 15.500 misivas
El correo de La Pirenaica era el nombre de uno de los programas de Radio España Independiente, la emisora del PCE que, emitiendo desde Moscú, atravesaba las fronteras y censuras de la dictadura franquista. A la emisora, conocida popularmente 'La Pirenaica', llegaron clandestinamente, entre 1959 y 1977, más de 15.500 cartas que luego eran emitidas como testimonio de la represión. El PCE conservó en sus archivos las misivas que ahora se recogen, contextualizan y analizan en Las cartas de la Pirenaica, libro de la periodista Rosario Fontova y el catedrático Armand Balsebre, que publica la editorial Cátedra.
Buscando documentación para otro libro, Fontova descubrió en el archivo del PCE de la Biblioteca de Madrid las cartas originales de los oyentes, unos documentos poco explorados. “Nos dimos cuenta de que había un material tremendo para analizar la historia del antifranquismo desde una perspectiva de las clases populares, que no tenían relación con las clases dirigentes, y que tenían la espontaneidad de la sencillez”, explica la periodista.
Durante la vasta preparación del libro, además de la lectura de las cartas (“algunas casi ilegibles”), los autores han cotejado el contenido de las mismas con lo emitido finalmente en la emisora. Radio España Independiente comenzó a emitir en 1941 desde Moscú. Su apogeo se produjo entre 1962 y 1966, años de actividad antifranquista en los que la televisión todavía no había eclosionado. “Es el momento de las primeras huelgas importantes de Asturias en el 62; de la ejecución de Grimau en el 63; las protestas por la celebración de los 25 años de paz en el 54”, explica Armand Balsebre, catedrático de comunicación audiovisual de la UAB.
“Si existen 15.500 cartas, tuvieron que enviarse alrededor de un centenar de miles de cartas que no llegaron y, seguramente, existió detrás una audiencia de un millón o dos millones de personas; equivalentes a las mismas personas que escuchaban en ese momento Radio Nacional o Cadenas Ser seguramente. Y eso, siendo clandestina, escuchándose furtivamente y superando todos los medios que la gente tenía de ser delatado”, afirma Balsebre.
Una gran queja colectiva
¿Cuál era el perfil de los autores de las cartas? “Gente sencilla, que pertenecía en su práctica mayoría a las clases populares y eran hijos o nietos de los derrotados. No tenían prácticamente acceso a una educación superior. Eran los grandes castigados del franquismo: ser republicano no se terminaba en el año 39. Hubo una especia de represión, ahora la llamaríamos incluso mobbing, que evitaba que la gente de antecedentes republicanos pudiera tener acceso a la educación, a un trabajo digno, a la vivienda, etc.”, dice Fontova.
Para enviar una carta, Radio Pirenaica daba las direcciones de los periódicos comunistas L’Humanité (París), L'Unità (Roma) y la Revista Internacional de Praga. Para no enviar directamente la carta, utilizaban un “puente”, por ejemplo, un familiar inmigrante de Suiza que era quién realmente la dejaba en el buzón. “Las cartas son en su mayoría una gran queja colectiva, un gran clamor contra la opresión de la dictadura franquista”, resume Fontova. “Los temas giran en torno a las heridas no cerradas de la Guerra Civil, el juicio y ejecución de Julián Grimau en 1963, la represión de muchas familias andaluzas y extremeñas en las posguerra, protestas laborales contra señoritos y caciques, y peripecias de emigrantes del sur de Francia y Suiza para conseguir una vivienda. También hay cartas que hablan de la cesta de la compra, quejándose de que no pueden comprar más que patatas podridas, y gente que desea una vida mejor para sus hijos. Hay una variedad de temas tremenda”.
El cura que pidió ayuda al PCE
Espigando entre el material, Balsebre destaca la carta de Francisco Bustos, un cura de La Guardia (Toledo) al que unos guerrilleros maquis le entregaron su hijo recién nacido para huir de España. El párroco lo cuidó y educó pese al peligro de la situación y habladurías del pueblo. Sin embargo, cuando el niño tenía ya 13 años, Bustos escribió una carta a Radio Pirenaica pidiendo al Partido Comunista que se hiciera cargo de él. “Imagina un niño con un cura en un pueblo, y los prejuicios de llevarle a una escuela sin padres conocidos. Se veía desbordado”, explica Balsebre. Junto a la carta, los investigadores encontraron una nota manuscrita: ‘Pasarle en tema a Dolores’. Y, en efecto, Dolores Uribarri, “la pasionaria”, presidenta del PCE entontes, ordenó desde Moscú que investigaran la historia. Ferres, corresponsal clandestino en Madrid. “Se trasladó a ese pueblo con su propia mujer para no levantar sospechas y contactaron con el cura hizo un informe y lo mandó a Bucarest”. Los autores contactaron con Ferres, que recordaba la historia. “Este niño tuvo una educación superior y llegó a ser una persona autónoma e independiente. Es tremendo porque representa toda esa cantidad de niños huérfanos que quedaron al amparo de las instituciones franquistas y muchos de ellos fueron educados en la religión católica más integrista sin saber que tuvieron padres republicanos”.
Los autores reclaman un mayor apoyo institucional hacia la recuperación de la memoria histórica. “Tropezamos con las coyunturas políticas de cada momento. Según quien esté al mando de la propaganda oficial, decide qué temas interesan o no interesan”, explica Balsebre. “Soy partidario de que la memoria histórica se recupere, sobre todo a partir de ese momento fundacional que es la Guerra Civil española. Que no se hable de ello no significa que no exista un miedo a confesar las cosas. Si de las instituciones gubernamentales se posibilita y se financian investigaciones como la nuestra, con el tiempo podremos normalizar las cosas y que la gente pueda decir: esto son batallitas del pasado, pero asumidas con una absoluta normalidad”.