La ESA lanza con éxito el Sentinel-1A, el inicio del gran proyecto civil Copérnico
- Proporcionará imágenes diurnas y nocturnas de la superficie terrestre
- Su seguimiento será fundamental para el control medioambiental
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha lanzado este jueves el primer satélite del proyecto Copérnico, 'observador' de la Tierra. El llamado Sentinel-1A se ha puesto en órbita de manera puntual a las 23:02 hora peninsular española (21:02 h UTC) desde el Puerto Espacial Europeo en Kourou (Guayana Francesa) y a bordo de la nave rusa Soyuz.
El satélite, que formará parte de Copérnico, l mayor sistema civil de observación de la Tierra jamás desplegado, tiene como objetivo controlar el estado del mar, la atmósfera, la superficie terrestre y el clima, y ofrecerá apoyos a servicios de seguridad y emergencia, según ha informado la ESA.
Se trata del primero de los "centinelas" de esa ambiciosa constelación europea vigilar el medio ambiente y detectar cambios en la superficie terrestre.
Su dispositivo estrella es el radar SAR (Radar de Apertura Sintética, por sus siglas en inglés), una antena de 12 metros que estudiará la superficie terrestre a través del "eco" de microondas enviadas desde 700 kilómetros de altitud.
El primero de estos vigías europeos, el programa de mayor amplitud de la ESA tras la constelación Galileo, llamada a competir con el GPS estadounidense, cubrirá la superficie de Europa, Canadá y las principales rutas marítimas cada tres días, aunque visitará el Ártico hasta 14 veces cada 24 horas.
Proporcionará diariamente 2,5 terabites de información libre y gratuita que se utilizará para identificar corrimientos de tierras o erupciones volcánicas.
Al Sentinel-1, un dispositivo de 2.300 kilos con dos paneles solares de 10 metros cada uno que garantizarán su alimentación energética, le seguirá su gemelo 1B. Ambos trabajarán simultáneamente en 180 grados para abarcar una mayor superficie.
Es la primera de un total de seis misiones "centinela", cuyo presupuesto alcanza los 7.500 millones de euros (unos 10.300 millones de dólares) y cuya misión será analizar el planeta de manera constante como nunca antes se había hecho.
Objetivo del satélite
La misión consiste en una constelación de dos satélites idénticos, y la ESA prevé lanzar en 2015 el Sentinel-1B. El que se lanza este jueves, el 1A, está equipado con un radar avanzado que proporcionará imágenes diurnas y nocturnas de la superficie terrestre, y en cualquier condición meteorológica.
Esta misión tiene previsto mejorar numerosos servicios, como la medida de la extensión de hielo en el Ártico; el mapeo rutinario del hielo marino; la vigilancia del medio marino -incluyendo derrames de crudo y detección de navíos-; la monitorización de movimientos en la superficie terrestre; la gestión del suelo, el agua y las selvas.
Los satélites también serán decisivos para facilitar las labores de los equipos de ayuda humanitaria y de respuesta ante desastres naturales, distribuyendo mapas actualizados de las zonas afectadas y el apoyo en emergencias humanitarias.
Cuando el resto de satélites esté en órbita cubrirán el planeta completo cada seis días, y transmitirán sus datos a estaciones de tierra distribuidas por todo el mundo.
Tras el lanzamiento
Después de lanzarse, los primeros días en órbita de Sentinel-1A serán frenéticos. Los equipos de control vigilarán el satélite día y noche, ya que sus primeras horas en el espacio son "especialmente críticas", como ha subrayado la ESA.
El momento de la separación será el comienzo de la fase LEOP, la fase de lanzamiento y operaciones iniciales, en la que el ESOC, el centro de operaciones de la ESA en Darmstadt, Alemania, tomará el control del satélite.
Los controladores de la misión desplegarán los dos paneles solares que suministrarán energía eléctrica al satélite y abrirán las dos mitades de la antena del radar, dos procesos que estarán intercalados para evitar que los distintos componentes choquen entre sí.
La gran complejidad de esta secuencia requiere que durante las primeras 11 horas en órbita los ingenieros controlen cada paso de forma individual, en lugar de llevar a cabo una secuencia automática de despliegue, como ocurre normalmente en otras misiones con un diseño más simple.
Durante la fase LEOP los ingenieros también trabajarán las 24 horas para encender los sensores de estrellas y los receptores GPS, y para evaluar el estado del satélite tras el lanzamiento.