Miguel Arias Cañete, un todoterreno político que mira a la Eurocámara y apunta a la Comisión
- El candidato del PP, de 64 años, es un viejo conocedor de las lides europeas
- Con experiencia autonómica, nacional y europea, podría optar a ser comisario
- Busca ganar para el PP las primeras elecciones desde que llegó a Moncloa
Lo de Cañete no le gusta, aunque el apelativo de ‘ministro Cañete’ haya ido durante años aparejado al cargo. Entre los suyos oiremos más citarle como Miguel Arias. Miguel Arias Cañete (Madrid, 1950), cabeza de lista del PP a las elecciones europeas de 2014, ha sido el candidato más in péctore y menos sorprendente de la nómina política que concurre a las urnas el 25 de mayo, y es posiblemente el que soporta una mayor responsabilidad ante su partido.
El ministro de Agricultura, el mejor valorado del Gobierno (eso sí, con una nota de 3,17 sobre 10) mira de nuevo a Europa, como ya hiciera durante años, para tratar de alcanzar un objetivo y cumplir una estadística: desde que España ingresó en la Unión Europea, el partido que ha ganado estas elecciones lo ha hecho también en las siguientes generales.
Rajoy ha decidido no arriesgar y ha apostado por su hombre más experimentado y con buen cartel en Europa para dar batalla en la primera cita electoral a la que se enfrenta el PP desde su llegada a La Moncloa en 2011, un reto ante el que el candidato ha prometido darlo todo con una frase ‘muy Arias Cañete’: "A mí me han traído para ganar las elecciones, que es lo que pienso hacer. El espíritu olímpico, para Nadal y los grandes deportistas”.
Miguel Arias es un político de amplio espectro y largo recorrido, europeísta, todoterreno y bregador. Alumno de los jesuitas de Madrid y un tiempo de los de Dublín, se licenció en Derecho y ganó su plaza de abogado del Estado con 24 años. Ejerció poco, porque desde que en 1981 se hizo miembro del Partido Popular su carrera ha sido un carrusel de puestos de ida y vuelta entre Andalucía, Madrid y Bruselas.
Menos alcalde, Arias ha ocupado casi todos los cargos posibles en media vida dedicada a la res pública: concejal, diputado, senador, ministro dos veces en la cartera de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, y una carrera de 13 años como eurodiputado, que empezó con la propia incorporación de España a la CEE en 1986. Allí llegó a ocupar las presidencias de las comisiones de Agricultura y Política Regional.
Presenta en suma una hoja de servicios con una vasta experiencia, especialización y, rara avis en la política patria, don de lenguas, puesto que habla con fluidez inglés y francés, se defiende en alemán e italiano, e incluso dice que a sus 64 años se está atreviendo con el chino. “Hay que intentar hablar la lengua del que vende la burra”, dice. Más claro, agua.
Promotor de acuerdos pesqueros y de la PAC
Como ministro del capítulo agrícola tiene también un amplio bagaje. En su primera etapa (2000-2004), afrontó el fracaso en la negociación de un nuevo acuerdo pesquero de la UE con Marruecos, la crisis surgida por el mal de las 'vacas locas', el rechazo de Aragón al Plan Hidrológico Nacional, los brotes de peste porcina y de fiebre aftosa, las consecuencias del fraude del lino en la UE y la marea negra causada por el Prestige en las costas gallegas.
“Como ministro de Agricultura, ha negociado con Europa por las cuotas pesqueras y los fondos agrícolas“
Pero también promovió una política común de seguros agrarios, se puso como prioridad revisar la política común de pesca y desarrollar la política de cuotas además de combatir la pesca ilegal. En 2002, aunó la causa española para hacer frente al comisario Fischler, una especie de némesis de los intereses agrícolas españoles en aquella época, que promovía una reforma que suponía la desaparición del 40% de la flota pesquera comunitaria.
En su segunda etapa como ministro, en el Gobierno de Mariano Rajoy, de nuevo asumió la misión de alcanzar un pacto pesquero, en esta ocasión con Rabat, así como el consenso con las 17 comunidades autónomas para el reparto de los fondos europeos de la Política Agraria Común (PAC).
Pese a su empeño para frenar el calentamiento global, los peros le han caído más del flanco medioambiental, desde donde oposición y ONG conservacionistas le critican un retroceso en la protección de la naturaleza a raíz de las reformas de la Ley de Costas o la de Parques Nacionales.
Amante de la velocidad y los coches
Político a prueba de tópicos, coleccionista y apasionado de los coches -ha participado en el Rally de Montecarlo para aficionados y ha corrido cuatro veces las 24 horas de Le Mans-, tiene tantos que en su declaración de bienes en el Congreso le faltaba espacio para consignar sus vehículos. Sin embargo, en Madrid se mueve con una scooter y le gusta montar en bicicleta.
Y también responde al prejuicio la realidad de un político hiperactivo que se disciplina en el gimnasio al menos dos veces por semana y que es capaz de ganar negociaciones por agotamiento del rival.
Es el ministro del actual Gobierno con mayor patrimonio, algo más de 1,7 millones de euros, y sus participaciones empresariales le han acarreado acusaciones de conflicto de intereses. La última, a los pocos días de conocerse su candidatura, marcó el pistoletazo de salida de la precampaña.
Carne de vacuno, yogures caducados y otros hitos mediáticos
Casado con Micaela Domecq, copropietaria de la explotación extremeña de toros de Jandilla, quizá por filiación está acostumbrado a lidiar tanto en las mesas de negociación como con los medios, ante los que no elude entrar al trapo y alimentar -como buen ministro del ramo- de titulares.
“Duchas de agua fría, camareros españoles... sus declaraciones han alimentado los titulares“
Comiendo recurrente y públicamente carne de vacuno en medio de la crisis de las vacas locas se labró una imagen de amante del buen yantar que le caracterizó durante un tiempo en el imaginario público. Para abundar en ello, la Real Academia Española de Gastronomía y Cofradía de la Buena Mesa tuvo a bien otorgarle el premio “Personalidad Gastronómica 2003”.
Una década más tarde, en 2013, en plena era del trending topic, dejó pasmado al personal en un acto sobre el clima al defender que prefería ducharse "con agua fría antes que consumir medio litro más" y que se lo recomendaba a todo el mundo.
Al poco, presumió de comer yogures caducados sin temor a intoxicarse, seis meses antes de que el Consejo de Ministros aprobara la retirada de la fecha de caducidad de estos lácteos para sustituirla por la de consumo preferente que fijen los productores.
Tal propensión a no frenar su locuacidad ha dado otros titulares únicos, como cuando afirmó que el Plan Hidrológico Nacional se aprobaría “por cojones”, que el regadío había que “manejarlo como a las mujeres, con mucho cuidado porque lo pueden perder a uno” o que añoraba, frente a los camareros extranjeros de hoy, “a aquellos camareros maravillosos que teníamos, que le pedíamos un cortado, un nosequé, mi tostada con crema, la mía con manteca 'colorá', y a mí uno de boquerones en vinagre y te lo traían rápidamente”.
Si el estilo es el hombre, el de Arias Cañete está envuelto en un sentido del humor característico, socarrón, una forma de ser que le hace ser apreciado y de la que saca rédito cuando ha ejercido de ministro y de eurodiputado.
Escaño en Europa y ¿algo más?
Está por ver si le servirá en una campaña donde le toca ser el rostro del Gobierno del PP, con la responsabilidad de mantener, si no el número de eurodiputados, al menos la victoria del PP en 2009 (23 escaños frente a los 21 del PSOE), después de dos años y medio de medidas impopulares, y arrostrar la amenaza demoscópica de voto de castigo al Ejecutivo al que representa.
Por eso, se ha marcado como objetivos explicar qué quiere hacer el PP en Europa y convencer a los votantes de que España ya no es un problema, sino solución y motor en la UE.
"España camina en la buena dirección y tiene que contribuir a que la UE haga lo mismo. Si les preocupa el futuro, no pueden dejar que se repita el pasado", ha sintetizado el día en que se presentó el programa electoral del PP. "Es el programa de futuro que España necesita en la UE", proclama el candidato.
Hablando de futuro, la trayectoria de Arias Cañete no terminará al final del próximo capítulo. Si tanto tiempo se ha estado rumiando su candidatura -o más bien, los tiempos y forma de presentarla- también se ha venido especulando sobre cuál será su destino concreto en Bruselas, donde parece lógico que se dé continuidad a su apuesta por Europa con un cargo de nivel.
El veterano político no ocultaba en una entrevista reciente que esta posiblidad es “una aspiración razonable” y “sería culminar una larga carrera en la UE” alcanzar un puesto ejecutivo en Europa; es decir, una comisaría. ¿La de Agricultura? ¿La de Competencia? Al tiempo.