Juan XXIII, el "papa bueno" que convocó el Concilio Vaticano II
- Facilitó el acercamiento de la Iglesia católica con el mundo del siglo XX
- Será proclamado santo junto con Juan Pablo II este domingo
- Fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000
Juan XXIII (1881-1963), conocido popularmente como el "papa bueno", que convocó el Concilio Vaticano II y facilitó el acercamiento de la Iglesia católica con el mundo del siglo XX, será proclamado santo junto con Juan Pablo II este domingo.
Nació con el nombre de Angelo Giuseppe Roncalli, el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, Bérgamo, en el norte de Italia. En lo eclesiástico, su mayor aportación fue la convocatoria del Concilio Vaticano II, el 21 de enero de 1959, una revolución en las estrictas normas de la Iglesia destinada acercarla a los fieles y al nuevo mundo.
Con este concilio, que se celebró el 11 de octubre de 1962, instó a todos los obispos del mundo a promover la adaptación de la Iglesia a los nuevos tiempos y a decidir la forma de transmitir el mensaje de Dios con un lenguaje más comprensible para todos.
La reunión tuvo consecuencias en la forma en la que los católicos se relacionaban con la Iglesia, como la adaptación de la liturgia, que posteriormente dio paso a las lenguas vernáculas en lugar del latín.
Fue admitido en el seminario con once años
A los once años, Roncalli fue admitido en el seminario de Bérgamo, a pesar de que para matricularse en esta institución había que tener 14 años.
En 1901 amplió sus estudios teológicos en el Ateneo Pontificio de San Apolinar, en Roma, y, tras interrumpir su formación para realizar el servicio militar, se doctoró en Teología en 1903.
En 1914, tras el estallido de la I Guerra Mundial, se incorporó al ejército ofreciendo su servicio primero en la pastoral sanitaria y desde 1916, como capellán militar, hasta 1918, cuando fue nombrado director espiritual del Seminario de Bérgamo.
En 1925, ostentó el título de arzobispo de Aerópolis (Bulgaria) y en 1935, el de delegado apostólico para Turquía y para Grecia, lo que le permitió iniciar un acercamiento de la Santa Sede con la Iglesia oriental.
Nuncio en París
El 23 de diciembre de 1944, Pío XII le nombró nuncio en París, donde reorganizó la estructura eclesiástica afectada por la guerra mundial durante ocho años.
Fue elegido papa el 28 de octubre de 1958 en sustitución de Pío XII y bajo el nombre de Juan XXIII, nombre que tomó por el apóstol Juan.
Se le reconocen durante su pontificado la modernización de la vida en el Vaticano, el rejuvenecimiento del Colegio Cardenalicio y la intensificación de las relaciones diplomáticas del papado con los líderes políticos mundiales.
Un papa amable y dialogante
Su mediación entre la URSS y EE.UU., fue determinante para encontrar una solución a la Crisis de los Misiles, uno de los momentos más críticos de los últimos 100 años. Angelo Giuseppe Roncalli era respetado y escuchado, tanto dentro como fuera de la Iglesia por su cercanía y su carácter amable y dialogante.
Además, creó una Comisión para la Unidad Cristiana con el fin de forjar lazos amistosos con las iglesias protestantes y ortodoxas.
Publicó ocho encíclicas, la primera "Ad Petri Cathedram" ("La cátedra de Pedro"), el 29 de junio de 1959, y la última, "Pacem in terris" ("La paz en la tierra"), el 11 de abril de 1963.
Roncalli murió en junio de 1963 y la historia le recuerda con un cariñoso apodo popular: el “papa bueno”.
Después de su muerte
Años después de su muerte, el 20 de diciembre de 1999, fue declarado venerable y el 3 de septiembre de 2000, beatificado por Juan Pablo II.
Su nombramiento como beato se produjo después de que se reconociera la milagrosa curación de la religiosa italiana Caterina Capitano, que estuvo a punto de morir por una peritonitis aguda y que, según ella, tras encomendarse a Juan XXIII, consiguió sobrevivir.
Posteriormente, el 5 de julio de 2013, el Papa Francisco firmó el decreto que autoriza la santificación de Juan XXIII y el 30 de septiembre anunció que será canonizado junto a Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
En este caso, su canonización será un proceso particular, pues Jorge Bergoglio elevará a Juan XXIII a los altares de santo, a pesar de que no se ha certificado un segundo milagro, requisito que hasta ahora era exigido por la Iglesia.