¿Está agotada la presidencia de Barack Obama?
- La popularidad del presidente de EE.UU. está por los suelos
- Los pronósticos apuntan a una victoria republicana en las legislativas
Durante su autocrítico discurso en la cena de corresponsales de la Casa Blanca, el presidente Barack Obama reconoció, entre bromas, que a diario hay algo que le recuerda que su trabajo es temporal y en dos años todo habrá acabado. Durante sus palabras, asomaba en las pantallas una foto del Despacho Oval plagado de cajas de mudanza rotuladas: “preparados para Hillary” o “Hillary-Oval”.
Más allá del claro guiño a la candidatura de la ex secretaria de Estado en 2016, Obama confesó así lo dura que puede llegar a ser la etapa final de un presidente en la Casa Blanca. Él está entrando en la suya. 2014 es año de elecciones legislativas y 2015 tendrá como protagonistas a aquellos políticos que decidan anunciar su candidatura hacia 2016. Los tiempos se aceleran y asfixian la presidencia de Obama, con la popularidad por los suelos y la amenaza de perder la mayoría demócrata del Senado en noviembre.
Los pronósticos tempranos apuntan a una victoria republicana en las próximas elecciones legislativas. Además de conservar la mayoría actual en la Cámara de Representantes, pueden hacerse fácilmente con la del Senado. Una reciente encuesta de Washington Post- ABC News sitúa la aprobación del presidente Obama en torno al 41%.
La economía y la crisis de Ucrania
Pese a que la economía estadounidense da claros signos de fortalecimiento y las cifras de desempleo continúan bajando, los ciudadanos encuestados consideran que su gestión económica deja mucho que desear, así como por la problemática puesta en marcha de la reforma sanitaria el año pasado.
El manejo de la crisis de Ucrania también le pasa factura. Es fácil intuir que estos serán los temas sobre los que los republicanos concentrarán sus ataques de campaña en los próximos meses. La caída de popularidad de Obama sobrevuela las elecciones parlamentarias de noviembre, cuyos resultados se interpretarán inevitablemente en clave presidencial, como ya ocurrió en 2010. Las cosas no pintan mejor este 2014.
Los republicanos necesitan seis escaños más para hacerse con el Senado. Y en este momento están en juego alrededor de una decena demócratas. Claves van a ser las batallas en Carolina del Norte, Colorado, Arkansas, Michigan, Iowa, Louisiana o New Hampshire. La pérdida de la mayoría demócrata en el Senado dejaría las dos cámaras del congreso en manos conservadoras. Lo que significaría el final adelantado de la presidencia de Obama.
Estos últimos cuatro años, Washington ya ha vivido un bloqueo parlamentario absoluto entre republicanos y demócratas. Una doble mayoría republicana en el Capitolio agravaría el desencuentro, hasta el punto de imposibilitar que cualquier proyecto político de la Casa Blanca salga adelante. Ya advirtió Obama este año que no le temblaría el pulso a la hora de gobernar a golpe de órdenes ejecutivas.
Las grandes promesas pendientes
Pero eso limita claramente su poder. Y las grandes promesas pendientes, como la reforma migratoria, no se pueden convertir en realidad sin el respaldo del Congreso. También pendientes la reforma educativa, la regulación de la posesión de armas, la subida del salario mínimo nacional, el cierre de Guantánamo o la puesta en marcha de la agenda contra el cambio climático de la Casa Blanca.
Las sucesivas crisis internacionales, desde Siria a Ucrania, tampoco han contribuido a fortalecer la imagen del presidente de Estados Unidos.
Mientras él insiste en prudencia, diplomacia y juego multilateral, le llueven los ataques por lo que muchos interpretan como debilidad, cobardía y tibieza frente a Rusia y ante la comunidad internacional. Que a su vez no consigue olvidar el ofensivo escándalo de espionaje que salpicó a esta administración y que pasará a la historia.
Poco ha conseguido avanzar Obama esta segunda legislatura. Poco parecieron aprender los republicanos de la derrota electoral de 2012. Y poco parece que vaya a cambiar estos próximos dos años. Más bien al contrario.
Es injusto afirmar que Barack Obama no ha conseguido nada durante su presidencia. Desde el repliegue de las guerras de Irak y Afganistán, a la consolidación de la recuperación y creación de empleo de la primera economía del mundo, el rescate del sector automovilístico y la aprobación de la histórica reforma sanitaria, cuya puesta en marcha fue sin duda accidentada, pero cuyo éxito actual en número de inscripciones es un hecho. Son logros indiscutibles.
Las elecciones legislativas de noviembre
Claro que también es conveniente aceptar otra realidad: su segunda legislatura contiene errores y escándalos, está bloqueada desde el primer día y le queda poco tiempo y poder para cumplir las muchas promesas todavía pendientes. El final de su presidencia depende de las elecciones legislativas de noviembre y de quién y cuándo anunciará su candidatura presidencial hacia 2016.
Una vuelta a escena de Hillary Clinton desviará toda la atención mediática y política. Su decisión se espera este mismo año. Los tiempos se aceleran. Y la reflexión es inevitable. Los últimos meses en la Casa Blanca siempre han sido difíciles para cualquier presidente de Estados Unidos.
Pero sobre Obama pesan todavía las grandes expectativas que el mundo puso sobre sus hombros hace seis años. Él mismo escribió ante la atenta mirada del planeta una ambiciosa lista de deseos, promesas e historia que aún están por convertirse en realidad. Aún queda mucho por cumplir. Obama insiste en que está en ello. Mientras la presión aumenta. El tiempo se acaba. Su presidencia se agota.