Enlaces accesibilidad

Toni Servillo: "La política necesita un estímulo cultural para no caer en el 'show'"

  • El protagonista de La gran belleza vuelve con Viva la libertà 
  • Una fábula política que coincide con su obra teatral en Madrid

Por
Toni Servillo en un momento de 'Viva la libertà'
Toni Servillo en un momento de 'Viva la libertà'

Título original: Viva la libertà

Año: 2013

Duración: 94 min.

País: Italia

Director: Roberto Andò

Guión: Roberto Andò, Angelo Pasquini

Reparto: Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Valeria Bruni Tedeschi, Michela Cescon, Anna Bonaiuto, Eric Nguyen, Judith Davis.

A la madurez, estrella. ¿Quién le iba a decir a Toni Servillo (Arfagola, 1959) que su agenda se asemejaría a la de un actor de Hollywood en visita relámpago? El protagonista de La gran belleza exprime esta semana en Madrid todas sus facetas: teatro, cine y su nuevo estatus de actor europeo del momento. Servillo tiene algo de intelectual, de dandi, de divo y de socarrón. Muchos 'yo' que pueden explicar su éxito.

Esencialmente un hombre de escena, protagoniza el evento teatral de la primavera con las cuatro representaciones de Le Voci di Dentro, de Eduardo De Filippo, en los Teatros del Canal.  Y aprovechando la estela de su presencia, llega el 21 de mayo a las salas Viva la libertà, última película del actor-símbolo del risorgimento del cine italiano en la última década.

Aunque, hace unos años, el actor declaró que después de meterse en la piel de Giulio Andreotti en Il Divo, no habría más primeros ministros para él, en Viva la libertà vuelve a la arena política con una fábula en la que Enrico Oliveri, líder ficticio de un importante partido de izquierdas, desaparece hastiado de su máscara. El partido, para disimular su ausencia, recurre a su hermano gemelo, un intelectual que ha pasado una larga temporada en un manicomio y que revolucionara la política con su comunicación directa y honesta.

“El mensaje de la película es que es necesaria la pasión. Viva la libertà utiliza el instrumento de la comedia para hablar de un argumento serio”, dice Servillo. El actor despliega sus recursos para componer a los dos hermanos, al comedido y al histriónico. Y, como siempre, sale triunfante.

Una fábula política

Dirigida por Roberto Andò (adaptando su propia novela) Viva la libertà es una farsa que, sin embargo, juega con personajes reconocibles como una doble de Angela Merkel bailando tango o un presidente de la República aislado e inútil en su palacio. “Muchas películas se ocupan de la política, aunque no representen en personaje político específico.  Gomorra es una película política,  La mejor juventud es una película política”, dice Servillo que reconoce que hay una corriente que actualiza con un lenguaje original la larga tradición de cine político italiano. “Ocurría con Il Divo y ocurre con Viva la libertàse habla de política sin la pesadez o el aburrimiento habitual.  Se vuelve a este tipo de cine porque afortunadamente los directores y actores sienten los conflictos que se están viviendo en la sociedad”.

La película equipara el cine (el líder político se refugia en Francia trabajando en un rodaje) y la política como artes de la representación. Una equivalencia que en Italia ha cristalizado en una figura como Beppe Grillo.  “La película no muestra un declive populista, el personaje de Ernani no representa a un loco estrafalario, es una alternativa a una política deprimida y abstracta ¿Si Ernani se puede parecer a un personaje tipo Grillo? No, para nada, porque es un intelectual, no es un cómico”.  La conclusión es, por tanto, que falta pasión y cultura. “Andò quiere decir que la política necesita este estímulo cultural para no caer en el show de cómicos".

"Las redes sociales son como una alcantarilla a cielo abierto"

Si (uno) de sus personajes de Viva la libertà entra en crisis al saberse derrotado en un sondeo público, Servillo dice estar protegido. “Temo que tener en cuenta lo que se dice en las redes sociales es como tener una alcantarilla a cielo abierto, donde todo el mundo habla sin tener ni idea de lo que está diciendo ni conocimiento de lo que está hablando. No miro las redes sociales, no tengo ni email".

Con su fama creciendo exponencialmente, Servillo no siente que pese sobre su manera de afrontar su trabajo. “En esto soy muy tradicional. En el debate de la calidad de mi trabajo tengo en cuanta la opinión del público en el teatro, de la crítica especializada de los periódicos que sigo, y de mis compañeros o maestros que he tenido en mi proceso de formación como actor. No lo digo con esnobismo: puedo averiguar todos los días, al salir en el escenario, la reacción de la gente”.