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Día de Internet

Cinco cosas que no pudimos prever hace 25 años y otras cinco que quizá marquen los próximos 25

  • Con motivo del Día Internacional de Internet repasamos varios avances
  • Examina qué ha sucedido en 25 años y qué podría suceder dentro de otros 25

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Con motivo del Día de Internet 2014 que se celebra en un buen número de países hispanohablantes podemos aprovechar para hacer un ejercicio mental sobre el pasado y el futuro de la red.

Tomemos una cantidad inmensa de 'años tecnológicos', veinticinco. Y examinemos qué ha sucedido desde entonces y, dejando volar la imaginación, qué podría suceder dentro de otros veinticinco.

El ejercicio puede ser complicado, pues se considera que '25 años tecnológicos' pueden equivaler a más de un siglo en otros sectores como el social, el cultural o el industrial. Así que este ejercicio podría equivaler a prever a principios de 1900 qué iba a suceder con el voto de las mujeres, la evolución de los periódicos o el arte de la fotografía al cabo de un siglo. Pero por intentarlo que no sea.

Nadie imaginaba hace 25 años...

1. El alcance de proyectos globales colectivos y libres por el puro 'amor a compartir' como Wikipedia o Linux. Hace 25 años el software era un negocio redondo, la actitud de mantenerlo 'cerrado' y protegido con patentes la opción que parecía más inteligente y nadie pensaba que un grupo de 'locos' voluntarios pudieran escribir una enciclopedia de calidad por amor al arte.

Y aunque lo cierto es que el concepto de software libre ya existía desde los 80 y en su origen el software en general era algo considerado 'etéreamente libre y gratuito', hace 25 años esa idea era minoritaria y el software comercial en forma de aplicaciones, utilidades y juegos era lo que dominaba el panorama informático y de entretenimiento.

Pero todo esto ha cambiado en las dos últimas décadas: el movimiento del software libre crece imparable, incluyendo Linux, el sistema operativo que es la base de Internet y millones de dispositivos móviles (Android) aunque paradójicamente no termina de triunfar entre el público general.

Y proyectos como Wikipedia son probablemente lo mejorcito que ha dado Internet en estos años. ¿Hubiera sido alguien capaz de anticipar que un grupo formado por miles de voluntarios podría completar una enciclopedia libre sobre todo el saber humano? Claramente no, pues la Wikipedia supuso incluso el fin de la icónica Enciclopedia Británica, que dejó de imprimirse en 2012 para pasar a existir únicamente como 'versión Internet'.

2. El dinero electrónico descentralizado capaz de competir con el dinero real.  Hace 25 años la gente hablaba de 'cibermonedas' y 'dinero electrónico' como algo nuevo y extraño. Pero el dinero convencional llegó a Internet aunque fuera a través de las tarjetas de crédito convencionales y sistemas intermediarios como Paypal. También han surgido diversas rarezas en forma de dinero 'de mentirijillas' que puede usarse dentro de ciertas tiendas, redes sociales o incluso juegos.

Lo último y más relevante en llegar ha sido Bitcoin, una 'moneda virtual' que equivale a dinero real, es matemáticamente segura y que muchos consideran un instrumento financiero perfectamente válido, con la descentralización e independencia de los bancos centrales y los gobiernos como gran virtud. Todavía no está exenta de problemas, pero todo se andará.

3. Las redes sociales.  Hace décadas que lo que hoy llamamos 'redes sociales' se denominaban comunidades virtuales, y eran básicamente experimentos incipientes en los que unos pocos centenares o miles de usuarios intercambiaban mensaje en foros, listas de correo o sistemas de pago como CompuServe.

Cuestiones como ver esas redes vinculadas a otros medios (como la televisión), detalles como los 'me gusta' o la propia inmediatez a la hora de transmitir noticias y eventos imprevistos eran impensables cuando menos.

En la actualidad las redes sociales influyen en todos los aspectos de nuestras vidas: quien más quien menos tiene que dedicar un rato a acicalar su 'yo virtual', hay un montón de redes en las que estar, tanto para mantener contacto con los amigos, ligotear y buscar pareja como por temas profesionales.

Y además ahí queda su influencia en los negocios, la política e incluso las leyes, algo que sigue a la orden del día a pesar de que lo más inteligente para regular un nuevo medio probablemente sea no regular nada y limitarse a aplicar las leyes que ya existen, que son perfectamente válidos.

4. El fin de la privacidad.  Hace algunas décadas la privacidad era una de las cuestiones más importantes para los usuarios de Internet: muchos eran reacios incluso a asociar nombres reales a direcciones de correo, por no hablar de la publicación de la edad, los contactos u otros detalles.

¡Quién hubiera imaginado cómo estaríamos hoy en día! Esa información personal no solo circula ya legal e ilegalmente entre las empresas de marketing y publicidad, sino que la gente muestra en general una indiferencia y dejadez total respecto a su privacidad: ahí están todos los casos de problemas por la difusión de datos personales, fotografías o incluso vídeos 'subidos de tono' que alguien se dejó grabar.

El mejor resumen fácil de recordar: 'Tu privacidad acaba en el momento en que haces clic para tomar la foto'.

5. El poder de la movilidad. Internet era cara, lenta y complicada hace 25 años: había que pagar mucho dinero por conectarse cada mes (y por cada 'llamada'). Iba a velocidad de tortuga y no era algo para el público general.

Pero lo peor es que no existía el concepto de internet y movilidad: a Internet se conectaba uno desde un PC de sobremesa, desde la biblioteca o desde la mesa de la oficina.

La llegada de los teléfonos móviles cambió todo eso de arriba abajo. Al principio las conexiones eran primitivas y lentas (¿Alguien se acuerda del WAP?), pero poco a poco la velocidad fue mejorando y los precios abaratándose.

Hoy en día tenemos 3G y 4G de alta velocidad, con tarifas planas incluidas en los planes de llamada y se puede conectar con el PC o cualquier otro gadget por unos pocos euros a más velocidad de la que mucha gente disfrutaba en su propia casa hace un par de años.

¿Veremos todo esto dentro de 25 años?

1. La 'internet de las cosas' dominando la internet de las personas. Hasta ahora éramos las personas quienes principalmente enviábamos y recibíamos información útil a través de Internet. Pero con la llegada de la llamada internet de las cosas el asunto está cambiando: cada vez son más los gadgets que nos dejan información útil o que incluso se comunican entre sí sin intervención humana.

El número de dispositivos no hará más que aumentan a un ritmo acelerado en los próximos años: hoy en día ya hay 'cuantificadores' personales, sensores climáticos, televisiones e incluso neveras conectadas a Internet.

Muchos de los robots experimentales hablan unos con otros, o con servidores centrales, al igual que los coches autónomos de Google o los drones que vuelan en misiones especiales. Y el despliegue del IPv6 garantiza que haya espacio suficiente en las 'direcciones de Internet' como para que cada bombilla, rueda de coche o enchufe de la casa tenga su conexión para hacer algo 'inteligente'. Es solo cuestión de tiempo que haya más cosas que personas usando activamente Internet.

2. La difusión de la cultura completamente libre (y gratuita).  Uno de los poderosos efectos de las licencias libres en las que se asientan proyectos como Linux (que hace funcionar la mayor parte de los servidores de Internet) o la Wikipedia (que crean voluntarios y funciona gracias a donaciones) es que su difusión es completamente libre pero además 'obliga' a que los proyectos derivados a partir de ellos también sean libres.

Esto también ha sucedido con el software Android que domina los teléfonos móviles y tabletas. Y por el lado cultura va calando incipientemente en proyectos cinematográficos, musicales y similares.  

Por un lado está su carácter libre para que cualquiera que lo desee pueda copiarlos y difundirlos (el arma de promoción más poderosa), pero también está su carácter gratuito (algo opcional, ni siquiera obligatorio) que está llevado a desarrollar otras formas de financiación: los autores pueden donar su tiempo y talento para escribir libros de texto que luego se pueden imprimir o usar en lectores electrónicos en clase, descargándolos y sin tener que pagar nada, sencillamente por el bien para la sociedad.

Los periódicos pueden permitir la libre difusión de sus noticias, aunque quienes las quieran leer el día anterior tengan por ejemplo que pagar una cuota. O los espectadores pueden convertirse en productores de películas de cine, pagando por la película antes de que esta exista, y si ni siquiera hay interés del público tal vez sus autores quieran probar otra idea.

Y respecto al software y su libertad y gratuidad: quien quiera aprovechar software libre para crear una variante no tiene que pagar por ella, aunque tal vez necesite pagar por asesoría, desarrollo o mantenimiento, además de hacer libre el resultado, un poderoso efecto viral. 

Las tesis del software libre y las de la gratuidad de la cultura están viéndose reforzadas con el paso del tiempo y es difícil saber qué será de ellas de aquí a 25 años, aunque parece prometedor. Si hace 25 lo que dominaba eran el software cerrado y propietario y los contenidos 'de pago' y con 'todos los derechos reservados' y hoy el panorama es bien distinto podemos imaginar que estamos ante un cambio de tendencia.

3. La singularidad tecnológica: el advenimiento de la inteligencia artificial. Cuando se habla de la singularidad tecnológica los expertos se refieren a un futuro con inteligencia artificial, en concreto a un evento histórico futuro en el que se produce el 'transhumanismo' o superación de la humanidad por parte de una entidad o entidades más inteligentes que hacen del futuro algo acelerado e inabarcable.

Dicho así suena muy a película de ciencia ficción. Y en parte lo es, pero en parte también estas ideas –que prevén que la singularidad se produzca dentro de algunas décadas, tal vez en 2030 o 2045, según diversos pensadores como Vinge o Kurzweil– tienen cierta base en el crecimiento exponencial de tecnologías y conocimiento que ha propiciado Internet.

La cuestión clave es que si un día surge la inteligencia artificial podrá crear otras inteligencias artificiales mejoradas e ir desarrollándose de forma autónoma. Lo peor del asunto: no necesitarán humanos, así que... nuestro papel en ese futuro medio utópico, medio distópico, no está del todo claro.

4. Internet en la 'electrónica para vestir'.  En los últimos años ha habido tantos avances en la miniaturización de la electrónica y la llegada de internet a todas partes que el hecho de poder incorporar la Red a la ropa y los dispositivos que llevamos integrados en el cuerpo es tan solo cuestión de tiempo.

Aunque ya hay experimentos muy primitivos, lo cierto es que pronto podremos tener acceso a internet a través de las gafas, audífonos o incluso pequeños implantes cerebrales. Mientras tanto, dispositivos de todo tipo, como sensores de frecuencia cardíaca, temperatura o incluso píldoras inteligentes, enviarán señales a la Red, donde los médicos podrán realizar diagnósticos a distancia u otras funciones útiles.

5. La destrucción de internet.  Esta es tal vez la más importante de las cuestiones y una que encierra un montón de incógnitas. Internet es a día de hoy imprescindible pero problemas políticos, técnicos o incluso nuevos inventos pueden llevarla a su desaparición.

Si hace décadas nos hubieran preguntado por el fin del Videotex, el Teletexto o los Boletines Electrónicos (BBS) no habríamos sabido muy bien qué predecir. Pues algunos de ello desaparecieron hace un par de años y los otros sobreviven incluso en el mundo de las televisiones inteligentes (el teletexto) o como lugares de culto (los BBS).

Las calzadas romanas desaparecieron pese a su relevancia y dominio del mundo civilizado; lo mismo le sucedió al código morse y quizá ese sea el destino de Internet tal y como la conocemos.

Puede que en unos años, en caso de grandes conflictos internacionales veamos surgir 'internets locales' restringidas a países aliados, puede que la ruptura de la neutralidad de la red lleve a una internet para ricos y otra para pobres o que hartos del espionaje masivo de Internet se creen una especie de 'capas' controladas por usuarios, empresas y gobiernos, que no puedan interactuar entre ellas. Dentro de 25 años lo comprobamos.