El arte de lo pequeño: arquitectura en tiempos de crisis
- Smal Arquitecture Now! analiza la arquitectura a pequeña escala
- El cítico Jodidio repasa obras de arquitectos como Shigeru Ban y Toyo Ito
- Los españoles Cristina Iglesias y Santiago Cirugeda también aportan soluciones
La crisis económica en algunos países europeos, como España y Portugal, ha acabado con los grandes proyectos arquitectónicos de edificios notables que durante los años de bonanza se multiplicaron obra de arquitectos de renombre. Pero, como en otros ámbitos de la cultura, y de la vida, de la necesidad se ha hecho virtud y muchos arquitectos se han concentrado en la creación de edificios diminutos y de bajo coste.
En otros países, la causa, más que económica, es de falta de espacio, como en Japón -donde escasean los grandes solares-, pero la consecuencia es la misma: edificios pequeños que se convierten en auténticas obras de arte. De esta arquitectura a menor escala trata Smal Arquitecture Now! Arquitectura de pequeña escala (Taschen, 416 páginas, 39,99€), un libro del crítico Philip Jodidio que recoge las ingeniosas creaciones de los dos últimos premios Pritzker, los arquitectos japoneses Shigeru Ban (Premio 2014) y Toyo Ito (Premio 2013), Álvaro Siza, Olafur Eliasson y los españoles Cristina Iglesias y Santiago Cirugeda, entre otros.
"Cuando no hay dinero suficiente para proyectar enormes centros de convenciones y rascacielos, la pequeña arquitectura cobra un gran atractivo. Mientras que, hace unos años, muchos arquitectos de primer nivel hubieran declinado encargos de pequeño volumen, bastantes empiezan a ver con otros ojos este cambio en las dimensiones. No cabe ninguna duda: en la arquitectura de hoy en día, lo pequeño es sexy", sostiene Jodidio, historiador de arte estadounidense y uno de los escritores de arquitectura más populares en la actualidad.
¿Arquitectura o arte?
En Smal Arquitecture Now!, publicado en edición plurilingüe en español, italiano y portugués, el autor analiza más de medio centenar de proyectos arquitectónicos, a los que somete también a la premisa de Richard Serra sobre qué es arte y qué es arquitectura -"la diferencia entre el arte y la arquitectura es que la arquitectura sirve a un propósito"-.
Bajo una etiqueta de "utilidad artística" encuadra la colorida Color Activity House (2010) del arquitecto danés Olafur Eliasson, de 3 metros de alto y 10 de diámetro y que complementa al Museo de Arte Contemporáneo de Kanawaza (Japón), obra del estudio arquitectónico premio Pritzker SANAA. Y también la Vegetation Room Inhotim de Belo Horizonte (Brasil, 2010-12), obra de la reputada arquitecta española Cristina Iglesias, que ha diseñado una "habitación vegetal" de 9x9 metros que alterna superficies de acero inoxidable pulimentado, que refleja las plantas circundantes, con un diseño vegetal tallado en las superficies interiores.
En el Algarve portugués se ubica la Quinta Botánica (1999-2009) del último premio Pritzker, Shigeru Ban, que sirve como instalación artística y residencia para artistas y botánicos de visita. Con una estructura idéntica a la Casa de Papel (1995) de Ban, la cimentación está compuesta por articulaciones de madera y tubos de papel fijados con tornillos tirafondos, un sistema que se ha demostrado que es capaz de soportar cargas verticales y fuerzas laterales.
Integración en el entorno natural
Tanto la de Ban como la de Iglesias son, además, ejemplos de arquitectura respetuosa con el medio ambiente e integrada en el entorno natural. Esta máxima llega a su culmen con proyectos como el del mexicano Jorge Garcia García con su Endémico Resguardo Silvestre (2010-11), un hotel de 20 habitaciones en el Valle de Guadalupe (México). Cada una de esas habitaciones es una estructura ecológica independiente de 20 metros cuadrados con un esqueleto de acero Cor-ten que se funde con el paisaje de tonos ocres e interfiere lo mínimo posible con el terreno de esta región vinícola.
Otro ejemplo de estructura ubicada en un entorno natural es la casa Hut on Sleds (2011), del estudio Crosson Clarke Carnachan Arquitects de Auckland, ubicada en una playa de arena blanca de la península Coromandel (Nueva Zelanda). Esta cabaña, de 35 metros cuadrados, se asienta sobre dos patines de madera que permiten desplazarla por la playa o subirla a una barcaza y tiene una estética natural que "recuerda a una torre de observación o el puesto de unos salvavidas", dicen sus arquitectos.
La arquitectura de la necesidad
El tomo también recoge el trabajo del sevillano Santiago Cirugeda que, desde su estudio Recetas Urbanas, produce una serie de estructuras temporales que cuestionan la propia naturaleza de la arquitectura y sus materiales y que define como "estrategias para la ocupación subversiva". En plena época de recortes que afectan especialmente a la cultura, su Aula Abierta/La Araña (2011-12), de 80 metros cuadrados, se erige en un solar vacío y abandonado empleando materiales recuperados de un edificio demolido y sirve como espacio cultural para el grupo teatral Varuma Teatro.
La arquitectura de pequeño tamaño, reflexiona Jodidio, también es modo de proporcionar instalaciones a damnificados de catástrofes naturales y a personas que quedan fuera del sistema en ciudades que no pueden atender adecuadamente a todo el mundo. Un ejemplo de ello es la Casa para todos (2012), del Pritzker Toyo Ito en colaboración con Kumiko Inui, Sou Fujimoto y Akhisa Hirata, levantada en Rikuzentaka (Japón), una zona destruida por el tsunami de 2011, un espacio de reunión de 10 metros de altura y 30 metros cuadrados donde "lograr la paz mental y aportar energía en la reconstrucción de la ciudad". Esta obra ganó el León de Oro a la mejor participación nacional en la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2012.
Otra muestra de esta arquitectura de la necesidad son las Casas Low-Cost (2012) del vietnamita Vo Trong Nghia construidas en la provincia de Dongnai muy necesarias en un país donde muchas casas tienen una superficie menor de 10 metros cuadrados. Las casas tienen un coste de 3.200$ (unos 2.300€), llegan a los 20 metros cuadrados, están construidas a base de bambú y policarbonato y no incluyen ni baño ni aseo, instalaciones exteriores que comparten varias familias.
Otro ejemplo de aprovechamiento del espacio en Japón es la casa Tsuchihashi (Tokio, 2012), de la arquitecta premio Pritzker Kazuyo Sejima, con solo 30 metros cuadrados y la verticalidad como lema, con un interior muy abierto con entreplantas y escaleras de conexión.
Toyo Ito ya ha postulado que estas soluciones arquitectónicas de su país podrían ser el modelo para las ciudades del futuro en todo el mundo, en el que triunfe la arquitectura de pequeña escala.