Tse-tsé, la mosca que temían los aventureros
- Vive en las zonas de abundante vegetación de África subsahariana
- Transmite un parásito con su picadura que provoca la enfermedad del sueño
- El insecto da a luz a una única larva en vez de poner huevos
La mosca tse-tsé era temida por los expedicionarios de las novelas de aventuras. Los viajeros además de enfrentarse a un entorno desconocido, a los traficantes de esclavos, tribus hostiles lidiaban con las enfermedades tropicales, como la del sueño. Decían los cuentos que si te picaba la mosca te caías dormido y nunca más despertabas.
Lo cierto es que la enfermedad del sueño trasciende los libros de aventuras, es muy real, no actúa como dictan los cuentos: uno no se duerme de repente, pero sí nos enferma con el parásito que inocula y no es una amenaza única de exploradores, sino un grave problema de salud pública en África subsahariana.
En las crónicas reales de exploradores del siglo XIX hay muchas referencias a la enfermedad del sueño. El mítico David Livingstone relataba sus observaciones en un caballo afectado en su libro Viajes e Investigaciones misioneras en Suráfrica publicado en 1857. Probó a tratarlo con arsénico y el escoés no iba desencaminado. Hoy en día algunos de los fármacos que se usan para combatirla son derivados del arsénico.
Su víctima favorita, el ganado
La mosca tse-tsé, cuyo nombre científico es Glossina morsitans, es en apariencia de lo más vulgar. Mide unos 14 milímetros y es de color marrón pálido grisáceo. Lo que la distingue es su prodigioso olfato que le permite detectar a sus víctimas con facilidad y que da a luz una única larva en vez de poner muchos huevos, que alimenta cuando con una mezcla de proteínas similar a la leche de los mamíferos.
Aunque el ganado es la víctima favorita de esta mosca, no duda en picar a los humanos. Muerde para alimentarse de la sangre y en el proceso deposita con la saliva un parásito que la habita sin afectarla pero que a nosotros nos enferma: el protista Trypanosoma brucei.
La tse-tsé abunda en las en zonas rurales donde hay mucha vegetación. Por eso los casos de enfermedad del sueño (o tripanosomiasis africana) se concentran en los agricultores, la pescadores, la ganaderos y cazadores. Al principio no produce síntomas específicos; el paciente tiene fiebre, dolor muscular y articular, debilidad general. En esta fase, la enfermedad es difícil de diagnosticar pero relativamente fácil de tratar. Una pista para identificarla es la úlcera enrojecida en la que se convierte la picadura en los primeros días.
Cuando la enfermedad está más avanzada puede aparecer el famoso síntoma del sueño descontrolado. El paciente sufre trastornos en el ciclo circadiano, no concilia el sueño por la noche y por el día cae rendido, aparecen cambios de personalidad, confusión, trastornos del habla, convulsiones y dificultad para caminar y hablar. Estos problemas pueden evolucionar a lo largo de muchos años y si no recibe tratamiento farmacológico, el enfermo muere.
Epidemia masiva en la década de 1980
En 1901 el doctor Joseph Everett Dutton realizó el primer diagnóstico en un paciente humano. El enfermo era Mr. Kelly, un hombre que trabajaba para el gobierno británico en Gambia.
Los médicos del Hospital Bathurst donde estaba ingresado no acertaban a averiguar qué tenía cuando miraban al microscopio muestras de su sangre. Le enviaron a Liverpool, con Dutton, que no encontró ninguna explicación. Meses más tarde, cuando él estaba en África examinó de nuevo a Kelly y descubrió el parásito. A partir de ese momento empezó a analizar muestras de nativos para ahondar en su hallazgo.
Ya en el siglo XX, la enfermedad estuvo acorralada a finales de la década de 1950, pero resurgió como una epidemia masiva en la década de 1980, con más de 300.000 infectados, porque se descuidó el control. Al inicio del siglo XXI, la OMS estableció alianzas con las farmacéuticas Aventis Pharma (actualmente Sanofi-aventis) y Bayer HealthCare, que facilitaron el material de diagnóstico y medicamentos gratis para tratar a los enfermos. Así, en 2009 el número de casos disminuyó por debajo de 10.000, lo que no había ocurrido en 50 años. En 2011 se registraron tan solo 7.000 casos de la enfermedad del sueño.
El último gran paso contra la enfermedad se produjo hace pocas semanas. Un consorcio internacional de científicos, la Iniciativa Internacional del Genoma Glossina (IGGI), publicaba el genoma de la mosca tsé-tsé, tras diez años de trabajo. Estos nuevos datos permitirán crear nuevas estrategias para combatir al parásito con más eficacia.