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Poroshenko, de 'rey del chocolate' a líder de Ucrania

  • El multimillonario empresario pretende ser un presidente de consenso
  • Fue ministro con Yanukóvich pero patrocinó las protestas en su contra

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Poroshenko gesticula en un mitin durante la campaña.
Poroshenko gesticula en un mitin durante la campaña.

El multimillonario ucraniano Petró Poroshenko, conocido como el "rey del chocolate" por sus negocios en ese sector, se perfila como el próximo presidente de Ucrania, un país sumido en una grave crisis desde que hace seis estallaran unas protestas de las que fue uno de los máximos patrocinadores.

Ahora, pretende situarse a mitad de camino entre los bloques enfrentados, los nacionalistas y los prorrusos. Además, de su poder económico (es unas de las personas más ricas de Ucrania), este veterano de la política ucraniana también se ha valido de su influencia mediática, ya que posee un canal de televisión.

Aunque ha hecho de la lucha contra la corrupción el eje de su campaña, su mayor popularidad viene de su apoyo al llamado Euromaidan, la protesta que estalló a finales de noviembre y consiguió la caída del régimen de Víktor Yanukóvich.

Al contrario que en la Revolución Naranja de 2004, cuando participó activamente en los mítines en Kiev, Poroshenko mantuvo un perfil bajo en esas semanas y dejó que otros sufrieran el desgaste.

Una vez que se confirmó que su candidatura era la más prometedora, el líder más carismático de las protestas populares, el boxeador Vitali Klitschkó, le cedió el paso para postularse él a la Alcaldía de Kiev.

Enemistad con Timoshenko

Nada más presentar su candidatura, Poroshenko tendió una mano a Yulia Timoshenko, pero ésta rechazó la propuesta y prometió una lucha sin cuartel contra el oligarca, al que se la tiene jurada desde 2005.

Los analistas consideran que la Revolución Naranja fracasó debido a la incompatibilidad entre Timoshenko, entonces primera ministra, y Poroshenko, mano derecha del presidente Víktor Yúschenko.

Desde entonces, se alejó de la política durante varios años para centrarse en su emporio empresarial, encabezado por Roshen, considerada una de las mayores compañías mundiales en producción de bombones y dulces.

Durante la campaña, el candidato ha contado con la ventaja de ser el dueño de varios medios de comunicación, lo que le ha permitido eludir los debates y propagar su mensaje electoral sin apenas participar en actos.

Al contrario que su máxima rival, Poroshenko ha optado por una campaña sin estridencias. Entre otras cosas, ha prometido convocar elecciones parlamentarias a finales de año para acabar con la interinidad del Gobierno de unidad nacional creado tras la caída de Yanukóvich.

Antes de presentar su candidatura, viajó a Crimea para intentar mediar en el conflicto en la península prorrusa, pero durante su visita a Simferópol fue increpado por una agresiva multitud, y esas imágenes podrían haberle aportado réditos electorales.

Perjudicado por la presión rusa

También le benefició el hecho de que Roshen fuera una de las principales víctimas del bloqueo al que Rusia sometió en 2013 a las exportaciones ucranianas, antes incluso del estallido de las protestas populares.

En cuanto a las tensas relaciones con el Kremlin, ha dado una de cal y otra de arena: prometió presentar una denuncia en los tribunales internacionales contra Rusia por la anexión de Crimea y, al mismo tiempo, normalizar las relaciones con el país vecino en un plazo de tres meses.

Poroshenko ha acusado a Rusia de instigar la sublevación prorrusa en el este ucraniano --dos regiones se han proclamado independientes--, pero también anunció que si ganaba su primer viaje sería a esa zona.

En una muestra de su carácter camaleónico, Poroshenko fue uno de los fundadores del Partido de las Regiones, el más votado en el este rusohablante; y ostentó cargos de responsabilidad en el Gobierno cuando eran presidentes tanto Yúschenko como Yanukóvich.