La Europa de los Veintiocho vota el Parlamento con más poder de la historia
- 400 millones de europeos eligen un Legislativo con más competencias
- Se vota por primera vez a un candidato para presidir la Comisión Europea
- La UE observa con temor el auge del euroescepticismo y la abstención
España elige a 54 eurodiputados
La próxima Eurocámara volverá a tener 751 eurodiputados, después de que con la entrada de Croacia hayan coincidido 766 de forma transitoria.
De ellos, en España se elegirá a 54, en una votación en circunscripción única. Se han registrado 39 candidaturas; con sus preceptivas listas de 54 nombres, un total de 2.106 candidatos.
Un total de 36,54 millones de españoles están llamados a votar este domingo, 34,82 millones en España y 1,7 millones en el extranjero. También participarán los 336.586 extranjeros de países de la UE que residen en España y que han manifestado su voluntad de votar en nuestro país.
El índice de participación en España en las elecciones europeas de 2009 fue del 44,9% (la media europea fue del 43%).
Este domingo votan 21 países de los 28 de la UE. Desde el jueves han votado Reino Unido, Holanda, Irlanda, República Checa -en dos días-, Letonia, Malta y Eslovaquia.
La Unión Europea vota. Lo viene haciendo desde el pasado jueves y terminará este domingo a las 23:00h, hora peninsular española. Los Veintiocho países miembros del club europeo tienen el reto de poner una piedra más en un proyecto que se ha tambaleado de forma amenazadora en el último lustro. Al filo de la medianoche nacerá una nueva edición -la octava- del Parlamento Europeo, una maquinaria reforzada en el papel, pero está por ver si más fuerte en la realidad.
Las instituciones europeas han invitado a los ciudadanos a dar un paso adelante e influir en el curso político de la UE eligiendo a los 751 diputados que les representarán los próximos cinco años. Act, react, impact ha sido su eslogan (Actúa, reacciona, impacta), con el que han intentado anular las principales amenazas que se ciernen sobre estas elecciones, fruto de la prolongada crisis económica y del desinterés e incomprensión por los asuntos europeos: el aumento del euroescepticismo y la elevada abstención.
A menor participación, menor representatividad
Y eso que la ocasión es propicia para expresarse. Más de 400 millones de votantes están convocados a las urnas europeas por primera vez desde que se inició la crisis y van a elegir quién manda en ese ente supranacional al que muchos atribuyen la procedencia de los recortes, la debilidad financiera y monetaria y los hombres de negro de la troika. Sin embargo, se anticipa que la elección mayoritaria será no votar.
Si en 1979 votó en las elecciones al Parlamento Europeo casi un 62% de los ciudadanos de la UE, en 2009 la participación se quedó en un exiguo 43%, y para este domingo los sondeos apuntan a que podría reducirse a un 40%, con seis de cada diez votantes europeos dando la espalda a las urnas.
Lograr la participación de los jóvenes, sobre todo aquellos que votan por primera vez o tienen menos de 24 años, pasa por ser un reto especial. En 2009, solo acudió el 29% de estos. Recuperar a los jóvenes europeos, sobre todo a aquellos de los países asolados por más de un 50% de paro juvenil, como España y Grecia, es esencial para volver a nutrir la eurofilia.
Un Parlamento con más campo de acción
Son también los primeros comicios que se celebran desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, esculpido para dar una mayor legitimidad a las instituciones europeas, ya que dota al Parlamento Europea de nuevas competencias.
De hecho, la nueva Eurocámara será la que acumule más poder en toda su historia. El Parlamento, la única institución comunitaria que se elige por sufragio directo, será "un legislador más fuerte", ya que incluirá 40 nuevos temas en el procedimiento de codecisión, por el que Consejo y Eurocámara deciden en pie de igualdad, en áreas como la agricultura, la seguridad energética, la inmigración, justicia y asuntos de interior, salud y los fondos estructurales.
Un candidato para el Ejecutivo europeo
En la medida en que los asuntos nacionales han permitido ver el bosque comunitario, el ciudadano ha podido percibir el aroma presidencial de estos comicios legislativos, porque los grandes partidos parlamentarios europeos han presentado por primera vez un candidato a presidir la Comisión Europea, el órgano encargado de proponer y aplicar la legislación comunitaria.
El PPE ha presentado a Jean-Claude Juncker, ex primer ministro de Luxemburgo y antiguo presidente del Eurogrupo. El candidato del Partido Socialista Europeo es el alemán Martin Schulz, actual presidente de la Eurocámara; el belga Guy Verhofstadt, antiguo primer ministro de su país, es el candidato de los Liberales y Demócratas; por los Verdes concurren dos eurodiputados: el francés José Bové y la alemana Ska Keller, mientras que la Izquierda Europea presenta a Alexis Tsipras, líder del partido griego Syriza.
De entre ellos se espera que salga el presidente de la Comisión Europea. O no. Porque el artículo del Tratado de Lisboa establece que los jefes de Estado y de Gobierno deberán "tener en cuenta" el resultado de las elecciones para nombrar al presidente de la Comisión, pero no es vinculante, como se ha encargado de recordar el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Pese a que de las elecciones salga un candidato firme a presidir la Comisión, el Consejo tiene que aprobarlo por mayoría cualificada y tiene la potestad de nombrar una candidatura alternativa que, eso sí, ha de recibir el visto bueno de la mayoría de la Eurocámara.
En la cena informal de jefes de Estado y Gobierno del próximo martes 27 será donde al fin y a la postre -nunca mejor dicho-, se verá si se respeta el plan pactado por las grandes familias políticas del Parlamento Europeo. De lo contrario, la nueva UE, que aspira a más Unión y menos Estados, recibiría una primera y sonora bofetada de Realpolitik.
El auge del euroescepticismo y la eurofobia
Que en Europa adquieran un gran peso simbólico aquellos que no quieren más Europa es la otra gran amenaza y paradoja de estas elecciones. La crisis económica ha servido de caldo de cultivo de populismos y nacionalismos y ha avivado el debate sobre la inmigración en la UE, oportunamente instrumentalizado por partidos diversos.
El euroescepticismo, que ha sido tradicional en países como el Reino Unido y Dinamarca, es moneda de cambio ahora en otros Estados miembros donde hace poco parecía insospechado. Incluso en Alemania, donde la formación Alternativa por Alemania (AfD) puede hacer fortuna de la crítica a la gestión de Angela Merkel en la crisis del euro.
Se medirán con atención los resultados de estos grupos. En especial el de los británicos del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP, con la retórica de su líder Nigel Farage, contrario a la integración europea y a la burocracia de Bruselas, que incluso podría conseguir la victoria si se confirman los sondeos que le dan hasta un 30% de los votos.
También en Francia, donde el Frente Nacional de Marine Le Pen y su padre Jean Marie, aspira a continuar con su populismo de extrema derecha la racha de las últimas municipales y dejar atrás a conservadores y socialistas. Le Pen podría sumar además los apoyos suficientes para formar un nuevo grupo parlamentario junto al PVV holandés, el FPÖ austríaco, el Vlaams Belang belga, la Liga Norte italiana, el SNS eslovaco y el SD sueco -para conseguirlo, se necesitan al menos 25 eurodiputados de siete países diferentes-.
El Parlamento Europeo, la institución más democrática de la UE
La Eurocámara es la única institución comunitaria elegida directamente por los ciudadanos. Aprueba el presupuesto del resto de organismos de la UE, ejerce el control sobre ellos y comparte la capacidad legislativa con la Comisión Europea, que es considerada el poder Ejecutivo de la Unión Europea.
Además, la Eurocámara tiene que dar el visto bueno a tratados internacionales y a los acuerdos de asociación o de adhesión de nuevos Estados miembros. Desde que en 2009 se ampliaron sus competencias con el Tratado de Lisboa, toma decisiones en casi todos los ámbitos en los que actúa la UE.
A las elecciones concurren partidos nacionales pero, una vez que los diputados son elegidos, la mayor parte opta por formar parte de grupos políticos transnacionales por afinidad ideológica. Existen en la actualidad siete grupos políticos y los diputados que no pertenecen a ninguno forman parte de los "no inscritos".
Los nuevos eurodiputados asumirán su escaño el próximo 1 de julio. En ese primer pleno de la octava legislatura del Parlamento Europeo, votarán al próximo presidente de la cámara.
Después, el Parlamento Europeo votará al presidente de la próxima Comisión Europea durante la tercera semana de julio y los miembros de esa futura Comisión Europea -28 comisarios, si se cumple la voluntad de los candidatos favoritos Juncker y Schulz- tomarán posesión en noviembre.