Greenwald: "El miedo de la prensa a desafiar al poder político es la gran crisis del periodismo"
- RTVE entrevista al periodista que reveló el escándalo de espionaje de EE.UU.
- "El sacrificio ha valido la pena por el debate internacional sobre la privacidad"
- Dice que los gobiernos europeos no podían saber el alcance de las escuchas
- Presenta su último libro Snowden. Sin un lugar donde esconderse
Glenn Greenwald necesitó 16 horas para darse cuenta de que su vida iba a cambiar para siempre. La duración del vuelo entre Nueva York y Hong Kong, durante el que leyó parte de los miles de documentos secretos sobre el programa de espionaje estadounidense que Edward Snowden tenía en su poder. No lo dudó:
“Me dí cuenta de que nunca había existido algo así en la historia del periodismo y que esa historia iba a cambiar el mundo y, desde luego, también mi vida”, afirma en una entrevista con RTVE.es. Acababa de entrar en una "película de espías".
El precio que ha tenido que pagar por desmontar el 'Gran Hermano' estadounidense ha sido alto. Además de la campaña de descrédito que colegas de profesión han emprendido en su contra, asegura que el Gobierno estadounidense le ha lanzado todo tipo de amenazas y ha invadido su intimidad y la de su pareja, que incluso fue arrestada el pasado agosto durante nueve horas en Londres. “Los documentos que tengo son muy delicados y cualquier gobierno estaría deseoso de echarle el guante”, reconoce.
Cree que aún está por ver el verdadero impacto de las revelaciones, pero asegura que el sacrificio ha valido la pena por el debate internacional generado en torno al derecho a la privacidad y por el reciente proyecto de ley aprobado por el Senado de EE.UU. que limita las escuchas masivas. También cree que empresas tecnológicas como Google y Facebook se han dado cuenta de hasta qué punto su negocio puede verse perjudicado si siguen colaborando con la Agencia Nacional de Seguridad.
“Por esto me hice periodista. Ahora tengo una plataforma más sólida y más notoriedad para defender los temas que me interesan”, asegura. Y no esquiva las etiquetas. Le parece bien que lo describan como “periodista” y “activista”. “No creo que ambas cosas entren en conflicto”, afirma.
Snowden, el hombre tras un cubo de Rubik
Greenwald, de 46 años, llevaba nueve meses colaborando con el diario británico The Guardian cuando el 1 de diciembre de 2012 recibió un email de un tal ‘Cincinnatus’. El hombre que se escondía tras el apodo de este gobernador de Roma -modelo de virtud cívica- le prometía un bombazo informativo: la mayor filtración de la historia de la Inteligencia norteamericana. Así empieza el relato de su último libro, Snowden. Sin un lugar donde esconderse, que presenta estos días en Madrid.
Cincinnatus se reveló meses después como un joven de 29 años, delgado, pálido y casi imberbe que, por contraseña, sostiene un cubo de Rubik en el lujoso hotel Mira de Hong Kong. Greenwald no podía creer que alguien tan joven fuera la fuente anónima que había demostrado hasta ahora unos conocimientos y una madurez pasmosa. Se quitó la piel de periodista y se puso la otra, la del abogado especialista en libertades civiles que fue, y le tomó declaración como si fuera un testigo. Comprobó que no mentía. Sus convicciones morales eran intachables. Las pruebas, incontestables. Y esta respuesta sobre los motivos para convertirse en un "chivato" terminó por convencerle:
"La verdadera medida del valor de una persona no es aquello en que dice que cree, sino lo que hace para defender esas creencias".
Durante los 11 días siguientes trabajaría con Snowden sin descanso para dar formar a una serie de exclusivas sobre cómo la Agencia Nacional de Seguridad se cuela en los ordenadores y teléfonos móviles de ciudadanos de todo el mundo en nombre de la Seguridad Nacional.
“Todo el mundo sabe que el gobierno tiene que vigilar y proteger al país, pero no puede haber una vigilancia en masa, indiscriminada, a toda la población como si todos fuéramos potenciales terroristas. Eso no tiene nada que ver con la seguridad nacional y hace más difícil encontrar a los verdaderos terroristas. Y EE.UU. lo sigue haciendo”, lamenta.
Los gobiernos europeos, vigilados más que aliados
Cuando se destapó la caja de pandora, el escándalo alcanzó de lleno a los líderes europeos y, en teoría, aliados. Desde el teléfono móvil de Angela Merkel hasta las comunicaciones de las instituciones comunitarias en Bruselas habían sido pinchadas. Según los documentos, en España se interceptaron hasta 60 millones de llamadas telefónicas en un solo mes. ¿Sabían los gobiernos que estaban siendo espiados?
“No creo que fueran conscientes del alcance de la vigilancia. Tanto España, como Francia o Alemania, están clasificados dentro del grupo B, países cuyos servicios de inteligencia colaboran con EE.UU. en ámbitos muy concretos. Son más vigilados que aliados”, asegura.
El periodista explica que sólo el Ejército y los servicios de inteligencia están al tanto de la colaboración con la Agencia Nacional de Seguridad. “Por eso la relación de la NSA con los gobiernos europeos no cambie aunque haya nuevos líderes y esto es una amenaza para la democracia”, asevera.
Greenwald rechaza las acusaciones de que ha entregado EE.UU. a los terroristas al desvelar los detalles de los programas de espionaje. “Precisamente lo que hemos demostrado es que la NSA no espía a delincuentes sino a personas normales. Solo hemos publicado un porcentaje minúsculo de los documentos que tenemos. Pero a EE.UU. siempre le ha funcionado la estrategia del miedo ante el más mínimo intento de transparencia”, señala.
Internet, la esperanza del periodismo
El mismo miedo que tienen las grandes empresas de comunicación a desafiar al poder político, añade. “Los principales medios forman parte de gigantescas corporaciones que tienen otros negocios y que, por su naturaleza, no quieren ofender al poder. Tienen miedo a perder dinero y esta mentalidad ha infectado el periodismo en EE.UU. Todo se basa en el miedo”.
Greenwald dedica todo un capítulo de su libro al estamento mediático y su relación con los poderes públicos. “El periodismo está en crisis”, afirma. “Hay una razón por la que existe la libertad de expresión: para cuestionar el poder político, no para ponerse a su servicio. Si el periodismo no investiga, no sirve”, asegura. Y recuerda la responsabilidad de la prensa norteamericana en la guerra de Irak. “El mundo espera que los gobiernos mientan, pero los medios deben desmontar esas mentiras, no publicarlas, sino luego tienes que pedir perdón como hizo el New York Times”.
La esperanza de un periodismo independiente y comprometido está en Internet, según Greenwald. En la Red empezó su carrera, con el blog Unclaimed Territory, en el que investigó los abusos de la CIA en nombre de la guerra contra el terror. A partir de entonces, acumuló prestigio y lectores. Esta fama le puso en el punto de mira de Snowden. Y su compatriota no erró el tiro. Greenwald convenció a The Guardian para publicar la historia y el diario aceptó pese a las presiones del Gobierno británico.
"Queda mucho trabajo por hacer"
Hace siete meses Greenwald decidió volver a empezar por su cuenta y creó su propio periódico digital. The Intercept nace financiado por el fundador de Ebay, Pierre Omidyar, uno de los 150 hombres más ricos del mundo. Greenwald dice que trabajan sin miedo y que no aceptan periodistas que no tengan reputación de indómitso. ¿Y si los intereses del multimillonario entran en conflicto con tus reportajes? “Sabe que si alguien trata de interferir con nuestro periodismo nos vamos. Él quería un nuevo medio que arriesgara”, asegura. Y, en eso están.
Han puesto en marcha un proyecto para que más medios de comunicación y periodistas puedan trabajar con el archivo de Snowden. Tienen mucha información por leer y descifrar, pero están ilusionados.
“Vamos a responder a una pregunta fundamental: ¿A quién investiga la NSA? ¿A presuntos terroristas o a disidentes de la política norteamericana?”. La próxima entrega, dice, está al caer.
#GreenwaldResponde a las preguntas de los usuarios de RTVE.es
@G_Caravantes: ¿Te contactan más informantes ahora q antes de Snowden?
"No puedo hablar de historias que no hemos publicado, pero sí, os aseguro que hay y va a haber otros Snowdens.
Si es así, ¿cómo discriminas entre informaciones reales y "ruido" (agentes del gobierno o gente que busca desacreditarte)?
Es difícil discriminar. Cuando Snowden me contactó por primera vez no le presté mucha atención. La mayor parte de la gente que se pone en contacto contigo no tiene nada interesante, pero hay que investigarlo todo porque quizás el siguiente si es otro Snowden.
Saul Sales: ¿Nos enfrentamos a un 'Gran Hermano' a gran escala?
Desde luego. Si miramos los documentos que publico en el libro, el objetivo de la NSA en sus propias palabras es "recopilarlo todo", invadir la intimidad de todo el mundo en la era digital.
Bethany Horne: ¿Qué tan difícil ha sido para ti pasar de ser un periodista ferozmente crítico de las instituciones de medios, a tener que fundar tu propio imperio mediático denominado First Look?
Trato de sacar provecho de las dos cosas: un ambiente donde los periodistas sean totalmente independientes pero tengan el respaldo y los recursos para llevar a cabo sus investigaciones.