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Del 'Viaje más allá de las estrellas' a '2001: Una odisea del espacio', en el rodaje con Kubrick

  • Taschen publica una edición limitada de lujo sobre el rodaje de 2001
  • Desvela múltiples secretos de cómo se gestó y la relación de Kubrick y Clarke
  • La noche que acordaron escribir el guion, cineasta y escritor avistaron un OVNI

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El actor Gary Lockwood en el puesto de mando de la nave interplanetaria.
El actor Gary Lockwood en el puesto de mando de la nave interplanetaria.

"Soy un gran admirador de sus libros y siempre he querido discutir con usted la posibilidad de hacer una proverbial realmente buena película de ciencia ficción". El 31 de marzo de 1964 el cineasta Stanley Kubrick remitía estas palabras por carta al escritor Arthur C. Clarke. Cuatro años después, en 1968, esta declaración de intenciones se hacía realidad con el estreno de 2001: Una Odisea del espacio, la película de ciencia ficción con mayúsculas de la historia del cine.

Casi medio siglo después, la editorial Taschen brinda la posibilidad de que unos pocos privilegiados accedan a los secretos mejor guardados del rodaje de la película que elevó a Kubrick al altar de los directores de culto con la publicación de The making of Stanley Kubrick's 2001: A Space Odyssey (Cómo se hizo 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick). Será una edición limitada de 1.500 ejemplares -del 1 al 500, edición de arte con un precio de 500€, y del 501 al 1.500 en edición de coleccionista, 1.000€- que sale a la venta este mes de junio.

Escrito por Piers Bizony y elaborado en colaboración con Warner Bros y los herederos del cineasta, el estuche metálico diseñado por M/M contiene cuatro volúmenes que incluyen centenares de fotogramas de la película e imágenes del rodaje extraídas de los archivos del director, muchas de ellas inéditas. También llegarán a manos de 1.500 elegidos delicias como un facsímil del guion original, coescrito por Kubrick y Clarke, en el que puede leerse el título inicial previsto para la película, Journey beyond the stars (Viaje más allá de las estrellas) y, anotados a mano, otros posibles títulos como Earth Escape (Fuga de la Tierra), The Star Gate: A Space Odyssey (La Puerta Estelar: Una Odisea del Espacio), Frawell To Earth (Adiós a la Tierra) y el definitivo 2001: A Space Odyssey.

Otra joya que encierra el estuche es otro facsímil de las notas originales de producción fechadas en junio de 1965 y un divertido cómic, publicado por la revista Mad en marzo de 1969, que parodia la película con el título 201 Minutos de una Idiotez Espacial.

En The making of Stanley Kubrick's 2001: A Space Odyssey,  Bizony, experto en ciencia e historia tecnológica, actualiza y amplía el monográfico que publicó en 1994 sobre la película, 2001: Filming the Future.  En su pormenarizado viaje por el rodaje de la película de ciencia ficción más importante de todos los tiempos, el autor recoge los testimonios del propio Kubrick, de Arthur C. Clarke y de los protagonistas y principales responsables del diseño de producción y los expertos en efectos especiales de la cinta, que ayudan a cinéfilos y público en general a comprender porqué 2001 marcó un hito en la historia del cine y fue y es un referente en el género de la ciencia ficción y en el desarrollo de los efectos especiales, además de visionaria en el desarrollo espacial.

Kubrick, un director rentable

Tras el éxito comercial de Espartaco (1960) -a la que llegó en el último minuto y que enseñaría a Kubrick a no meterse en proyectos no controlados por él desde el principio- y su mordaz y excelente visión de la Guerra Fría en ¿Teléfono Rojo?, volamos hacia Moscú (1964), el director neoyorquino se colgó la etiqueta de director rentable y con maestría capaz de obtener el crédito suficiente de Metro Golding Mayer (MGM) para embarcarse en su ambicioso proyecto espacial.

Bizony nos detalla la génesis del que sería el octavo largometraje del cineasta neoyorquino, su obsesión con la ciencia ficción y su fascinación por la "profunda relación emocional" que entendía que existía entre el hombre y la máquina, y cómo fueron sus primeros contactos en 1964 con Arthur C. Clarke, un escritor y científico visionario: su intercambio de correspondencia y sus primeras citas,  auténticos "duelos intelectuales" -en palabras de Roger Caras, quien los puso en contacto- en los que debatían durante horas, de astronomía, antropología y de la carrera espacial con los planes de la NASA para viajar a la Luna, que por entonces aún parecían un sueño de un futuro lejano -se hizo realidad en 1969-.

Un OVNI en el cielo de Nueva York

Con estas perspectivas, cineasta y escritor estaban ante el reto de crear "una historia que no quedara obsoleta, o incluso peor, ridícula, ante los hechos venideros en los años siguientes", en palabras de Clarke. Además, establecieron un modo inédito de trabajar: se publicaría una novela que acompañaría a la película y que serviría como promoción previa, de la que Clarke sería responsable en su mayoría, mientras que Kubrick tendría el total control del guion, aunque ambos contribuirían con sus ideas a ambas empresas.

El 17 de mayo de 1964 -un mes y medio después de su primer contacto por carta-, cineasta y escritor acordaban formalmente colaborar en un proyecto cuyo título de trabajo inicial era Journey beyond the stars (Viaje más allá de las estrellas). Esa noche, cuando celebraban el acuerdo en la terraza del ático neoyorquino de Kubrick en la calle 84, ambos divisaron en el cielo una estrella brillante que cruzaba el cielo, se detenía y, al rato, volvía a moverse. "Aunque enseguida sospeché que la vista me había jugado una mala pasada, por supuesto, estábamos emocionados, y parecía extraño que la única vez en mi vida que he visto un OVNI fuese la misma noche que Stanley y yodecidimos hacer la película"

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Investigaciones posteriores determinaron que lo que Kubrick y Clarke avistaron aquella noche era el satélite de la NASA Echo 2, el segundo satélite experimental de la historia lanzado por la agencia espacial.

De cómo la NASA e IBM se embarcaron en el proyecto

Además de esta curiosa experiencia 'extraterrestre' que experimentaron cineasta y escritor, el libro de Taschen desvela multitud de interesantes detalles sobre cómo se desarrolló un proyecto que se pensaba tener terminado en dos años y se prolongó durante cuatro: cómo el relato corto El centinela, de Clarke, se convertiría en la base sobre la que cimentar 2001; cómo (unos 50 actualmente) y para el que anunció nombres de estrellas del momento como Robert Ryan, Henry Fonda y George C. Scott, y acabaría costando casi 11 millones de dólares y protagonizado por actores menos reconocidos por expreso deseo de Kubrick, como William Sylvester, Gary Lockwood o Leonard Rossiter, aunque ambas partes sí coincidieron en el nombre de Keir Dullea, a la postre David Bowman.

También nos explica cómo Clarke y Kubrick recabaron a expertos que trabajaban para la NASA para convertirlos en asesores y diseñadores de arte para dar forma a todos los vehículos espaciales y a la nave Discovery, construyendo maquetas a gran escala y miniaturas -repetidas una y mil veces hasta satisfacer al exigente director- en las que se cuidaba hasta el más mínimo detalle de pintura para hacerlas parecer enormes. El esfuerzo valió la pena porque, 46 años después, siguen pareciendo convincentes.

O cómo se pidió el asesoramiento de IBM -entonces el gigante de la incipiente tecnología informática- para crear el computador que controlaba el Discovery, que empezó teniendo voz femenina y llamándose Athena y acabó convertida en HAL-9000, un ordenador de voz masculina y mente perversa; o cómo evolucionó el título hasta convertirse en 2001: Una odisea del espacio por tratarse de una franja temporal que, entonces -mediados de los 60-, parecía lo suficientemente futurística para resultar exótica, pero tampoco demasiado distante para parecer demasiado fantástica, con lo que se optó por situarla en el cambio de siglo.

Mil y un secretos por descubrir de un rodaje mágico de una película irrepetible.