El rey, tacto político y diplomacia económica
- El rey asume la más alta representación del Estado en el extranjero
- Tuvo el reto de mejorar la imagen de España tras décadas de dictadura
- Uno de sus mayores legados políticos son las cumbres iberoamericanas
- En los último tiempos sus viajes han tenido un marcado carácter económico
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Artículo 56.1 de la Constitución
El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.
Don Juan Carlos ha sido en sus 37 años en el trono el primer embajador de España. El artífice de la cumbres iberoamericanas, el mediador en las crisis diplomáticas con EE.UU. y Marruecos, el promotor de contratos para empresas españolas en los países del golfo Pérsico... Y, sobre todo, "alguien a quien siempre le han cogido el teléfono en cualquier cancillería del mundo", recuerda el exministro de Defensa Eduardo Serra.
El monarca español ha realizado 233 visitas oficiales a 102 países de los cinco continentes. La primera, tal día como ayer -fecha en la que anunció su abdicación- pero de 1976. Fue un viaje a Washington, invitado por el entonces presidente Gerald Ford, que supuso un espaldarazo a la reciente estrenada democracia. Ese fue su primer reto: difundir una mejor imagen de España en el exterior tras la dictadura, después de varias décadas de aislacionismo y autarquía.
Don Juan Carlos visitó EE.UU. en otras 14 ocasiones. “Tuvo muy buena sintonía con Ronald Reagan. También con George Bush padre e hijo y con Bill Clinton”, señala el corresponsal de TVE en Washington, Lorenzo Milá. Su papel fue clave en la recomposición de las relaciones tras la retirada de las tropas españolas de Irak. La última vez que visitó la Casa Blanca fue en 2010 durante la administración Obama.
El artífice de las cumbres iberoamericanas
Cuando ha cruzado el Atlántico, el rey casi siempre ha mirado más al sur, donde su principal legado político son las cumbres Iberoamericanas, un espacio de diálogo entre países con un pasado común y con vocación de cooperación e impulso democrático.
Ha viajado de forma oficial a todos los países latinoamericanos, excepto Cuba, donde sólo estuvo para asistir a la IX Cumbre Iberoamericana de 1999 y en una visita calificada de "privada pero con proyección pública". Eso sí, sirvió para que la excolonia participara en un foro multilateral en un momento el que estaba totalmente aislada de América Latina.
La espontaneidad del monarca ha dejado innumerables anécdotas, pero el "¿por qué no te callas?" a Hugo Chávez en la cumbre de Santiago en 2007 fue la más sonada.
Don Juan Carlos sólo se ha perdido una cumbre, la última, la de Panamá, a la que no pudo asistir por motivos de salud. "Esto ya indicaba muchas cosas. El papel de aglutinador de voluntades latinoamericanas no lo podía cumplir porque ya no podía viajar allí y se notó en los últimos tiempos", indica el analista político Fernando Jaurégui en TVE.
Marruecos, una relación fraternal
Con Marruecos la distancia no ha sido un problema. El país vecino fue el primero que visitó el rey tras su operación de cadera en 2013. Lo hizo en pleno Ramadán, una circunstancia excepcional, pero don Juan Carlos no es un visitante cualquiera para Mohamed VI, a quien se ha referido en ocasiones como su "hermano pequeño". La relación entre el rey y Rabat ha sido estrechísima y viene de lejos. “Nunca había llorado en público como lo hizo en el entierro de Hassán II salvo en el funeral de su propio padre”, recuerda la corresponsal de TVE en Rabat, Gemma García.
El monarca español tuvo que hacer valer su buen entendimiento con la familia real alauí en 2003 para sofocar el fuego del incidente de la isla de Perejil tras pasar años en un discreto segundo plano, el papel que le reservó el Gobierno 'presidencialista' de José María Aznar. Además de marginarle en la crisis con Marruecos, le desplazó en las relaciones con la Casa Blanca y le enmendó su postura con Cuba con la criticada frase de "(el rey) viajará cuando toque".
José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy recuperaron las virtudes diplomáticas de don Juan Carlos. En los últimos tiempos, además, con un marcado carácter económico.
Diplomacia económica
"Si no fuese por la figura del rey estaríamos en estos momentos en dificultades en determinados países de los que no quiero acordarme, como en el Quijote, en que también el rey nos está sacando las castañas del fuego". Así elogiaba el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, en 2012 el papel fundamental de don Juan Carlos en la firma del convenio para la construcción del AVE entre Meca-Medina por valor de 6.000 millones.
En los últimos meses de su reinado, el rey se ha esforzado por trasladar el mensaje de la recuperación económica. En abril realizó su última gira por varios países del golfo Pérsico como Emiratos Árabes Unidos y Kuwait con el objetivo de atraer inversiones y apoyar la obtención de grandes contratos de infraestructuras por parte de firmas españolas. Un tour alabado por los empresarios y criticado por las ONG que consideran que el monarca cierra los ojos ante las violaciones de derechos humanos de estas monarquías absolutas.
Felipe VI, el relevo
Con el viaje a Arabia Saudí del pasado mayo, don Juan Carlos pone fin a cuatro décadas en la carretera. Felipe VI recogerá el testigo. No es un novato. Desde 1996 el príncipe es el encargado de representar a España en la toma de posesión de jefes de Estado. En los últimos 18 años ha estado presente en 69 investiduras de presidentes latinoamericanos. La primera fue la de Álvaro Arzú en Guatemala. Y la última, la de Salvador Sánchez Cerén hace apenas unos días en el Salvador.
“Una de las ventajas de la monarquía es la continuidad en política exterior”, afirma el exministro de Defensa Eduardo Serra, en TVE. “En este traspaso de padre a hijo no va a haber traumas", añade.
El sucesor al trono tiene ante sí un doble reto: difundir la mejor cara de una España desgastada por la crisis y revitalizar la imagen de la desprestigiada institución que representa.