Antoni Arissa, el fotógrafo recuperado
- Olvidado tras la Guerra Civil, fue uno de los fotógrafos vanguardistas más importantes
- La Fundación Telefónica exhibe una muestra con 160 imágenes en blanco y negro
Antoni Arissa (1900-1980) no era fotógrafo profesional. Se ganó la vida trabajando en el negocio familiar: una imprenta. Pero Antoni Arissa era fotógrafo. Dedicó quince años de su vida a experimentar con su cámara, hasta llevar su trabajo a cotas vanguardistas del período de entreguerras. Solo quince años porque la Guerra Civil supuso un parón general para la fotografía conceptual en España (que prácticamente no se recuperaría hasta los años 80) y el parón particular para Arissa, cuya obra no fue vindicada hasta 1990.
Dentro del marco de PHotoespaña2014, la Fundación Telefónica recoge la mayor muestra nunca vista del fotógrafo catalán bajo el título Arissa. La sombre del fotógrafo 1922-1936, que podrá verse en su sede de la Gran Vía de Madrid desde el 4 de julio al 14 de septiembre.
Su hija y sus descendientes se paseaban por la muestra admiradas del trabajo recuperado. “Es una exposición fantástica”, dice su hija ante su propio retrato, el que su padre le hizo en la década de los 30 cuando era solo una niña.
“Nunca usó la fotografía aplicada al periodismo o la publicidad. Su creatividad está en estado puro, vinculado a un compromiso con la fotografía que busca su reconocimiento como forma de expresión artística”, explica el fotógrafo Valentín Vallhonrat, comisario de la exposición.
Una evolución
En el breve lapso de 15 años, Arissa fue capaz de absorber la inercia de los tiempos, partiendo de un tardopictorialismo anticuado hasta sincronizarse con las vanguardias y lo abstracto.
“Sus primeros trabajos tienen unas características técnicas que hacen referencia a una arcadia perdida: payeses esforzado, la tipología del esfuerzo y el labriego, las soledad en el campo. Temáticas que provienen de la literatura”, dice Vallhonrat.
Poco a poco, los personajes se hacen reales hasta llegar a ser el tema central. “Las hijas de Arissa aparecen como sujetos de sus fotografías, personas que ya no están dentro de un relato, desaparecen los paisajes desdibujados para tomar una importancia fundamental la iluminación, la composición y la angulación. Lo personajes están insertados como elementos compositivos”, prosigue Vallhonrat.
En una fase posterior, las composiciones se hacen abstractas y las temáticas dejan de importar. “La importancia está en la visión, en la construcción de realidades a partir de elementos que no tienen importancia. Con elementos mínimos componen elementos enormes”, afirma el comisario.
La figura de Arissa en los años 30 era capital dentro de las corrientes más experimentales. Obtuvo numerosos premios y participó en exposiciones experimentales junto a autores como Frantisek Drtikol o Jaromí Funke. La revista Art de la Llum le dedicó un número monográfico en 1935. Un año más tarde su esfuerzo se detiene para siempre hasta convertirse en un autor secreto que ya, y para siempre, ha sido recuperado.