Mitos del pop en el Thyssen, cuando lo cotidiano se convierte en arte
- Colección expuesta desde el 10 de junio al 14 de septiembre
- Es la primera muestra desde Arte pop en el Reina Sofia en 1992
- Reúne obras de más de cincuenta museos y colecciones particulares
Hay un camino que une el estricto academicismo pictórico con la estética de consumo masivo. Existe una manera de llegar desde el pato Donald y el ratón Mickey a la figura de Narciso admirando su reflejo en el agua, considerada como el mito fundacional de la pintura.
“Es lo que subyace tras esta obra, "Look Mickey", de Roy Lichtenstein”, explica en una entrevista concedida a Rtve.es Paloma Alarcó, comisaria de la exposición Mitos del pop, que puede visitarse entre los días 10 de junio y 14 de septiembre en el Museo Thyssen en Madrid.
Con una selección de más de cien obras, que incluyen tanto la experiencia pionera del pop británico como el pop clásico norteamericano y su expansión por Europa, la muestra pretende rastrear las fuentes comunes del pop internacional y realizar una revisión de los mitos que tradicionalmente han definido al movimiento.
Uno de los objetivos es mostrar que las famosas imágenes de artistas tan significativos como Warhol, Rauschenberg, Wesselmann, Lichtenstein, Hockney, Hamilton o Equipo Crónica, entre otros muchos, esconden un irónico y novedoso código de percepción de la realidad, un código que aún sigue vigente en el arte de nuestros días.
Del mito intocable a la realidad palpable
Los mitos han sido un potente instrumento de narración en la historia del arte. Sus clichés han fijado en la memoria colectiva del ser humano las referencias para construir escalas de valores, explicar ideas o expresar emociones complejas y sentimientos sencillos.
Sin embargo, “el arte se había ido separando cada vez más del mundo, era una cosa muy subjetiva, muy mental, y la revolución del pop fue volver a la realidad”, explica Alarcó.
Y añade: “el artista (pop) pretende fijarse en el entorno y convertir cualquier cosa del entorno en arte. Para ello se vale de los medios de comunicación, de la cultura urbana, la industria cinematográfica, de la publicidad, y de elementos efímeros como las revistas y los comics (…) y con todo eso elabora una iconografía que habla de esa realidad, con los propios recursos que contiene”.
Pero esas fuentes que menciona la coordinadora de la muestra no son más que el producto de lo cotidiano y de la comunicación de masas. Se trata por lo tanto de una “realidad” pegada al día a día, a lo común, familiar y palpable. Además, son elementos que en virtud de su funcionalidad siguen actualmente en uso, dando coherencia a la pervivencia del pop, “y esa es la gran aportación, haber convertido eso en arte, en un estilo artístico”, concluye la responsable.
No en vano, Andy Warhol trabajó en publicidad antes de triunfar. Con su obra supo integrar el dominio de un lenguaje directo y eficaz destinado a las masas –y por tanto centrado en lo común-, con una técnica artística bien ejecutada.
Un lugar coherente en la historia
El Thyssen no solo presta la ubicación física a la exposición. Un rasgo de la institución es aportar al público una perspectiva histórica de lo que se muestra.
No es la primera vez que el arte experimenta giros radicales. Ya ocurrió cuando los renacentistas dominaron el espacio con el uso de la perspectiva, o con la revolución que supuso el cubismo.
“Hubo una ruptura con todo lo anterior, pero ese cambio no olvida del todo los estilos precedentes. Toman cosas del surrealismo y el cubismo, del retablo medieval -como efigie y como mito-, o de la tradición del bodegón y la naturaleza muerta. Utilizan esto pero codificado desde el entorno real que les circunda”, argumenta Alarcó.
Este punto de vista explica el mecanismo de veneración que despiertan algunos retratos pop –los de Marilyn y Jackie Kennedy, por ejemplo-, y el protagonismo tan eficaz de objetos tan anodinos como latas de sopa o de refrescos y envases de jabón.
Explicar esta paradoja es otro de los objetivos de la muestra: “una ruptura radical que a la vez preserva lo establecido”.
Arte con mayúsculas
“El pop ha influido muchísimo en todo lo que viene después”, dice la comisaria. Y no solo eso; ha perdurado. Más allá de ser una moda efímera, sus propuestas calaron en la memoria colectiva para convertirse en un código reconocible y vigente. Su iconografía circula sana y es protagonista no solo en museos como el Thyssen. Continuamos consumiéndola en sus fuentes originales, los objetos de uso diario, en las prendas de vestir, o en la decoración de una vivienda.
Sin embargo, más allá de la propuesta plástica, el reflejo de la sociedad de consumo que contiene el mensaje del arte pop no es un envoltorio vacío. “Esa manera de representar esconde cierta ironía y crítica hacia una nueva opulencia (…) por ejemplo, las mujeres de Lichtenstein son como las mujeres de la serie Mad Men, lo tienen todo, viven estupendamente, son guapísimas, y son muy tristes”.
La colección contiene obras de españoles como Luis Gordillo, Eduardo Arroyo, Equipo Realidad, Juan Genovés o Equipo Crónica. En sus obras están presentes tanto la impronta del movimiento artístico como la inquietud de la época, que se traduce en una inevitable carga social y política. Obras emblemáticas como "El abrazo" (1976) de Juan Genovés podrán contemplarse en las salas de la exposición.
El arte pop vive en la memoria definido por sus formas, colores e iconografía. La visita a la muestra depara además la incomparable experiencia de contemplar de cerca los soportes originales de estas obras miles de veces reproducidas. La figura de Marlon Brando encaramado a su motocicleta -"Marlon" (1996)- adquiere otra consistencia cuando se percibe la textura de arpillera sobre la que Andy Warhol serigrafió la imagen. Y aunque el paso de los años ha envejecido simultáneamente a los retratos de Los Beatles y a la pintura acrílica que Peter Blake usó para pintarlos en 1962, la luz de Marilyn sigue inmune al tiempo y al espacio. Afortunadamente.