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'Esclavas', un cómic que denuncia la explotación sexual en España

  • Alicia Palmer y Bosco Rey-Stolle se basan en testimonios de prostitutas
  • “La prostitución está normalizada pero encierra mucho sufrimiento”, aseguran
  • “En España se gastan 50 millones de euros diarios en prostitución”

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Viñeta de 'Esclavas', de Alicia Palmer y Bosco Rey-Stolle
Viñeta de 'Esclavas', de Alicia Palmer y Bosco Rey-Stolle

Hoy en día la prostitución está socialmente aceptada a pesar de que esconda una situación de esclavitud y de explotación que no deberíamos ignorar. Eso es lo que denuncian la guionista Alicia Palmer y el dibujante Bosco Rey-Stolle en el cómic Esclavas (Edicions de Ponent).

“La idea inicial del cómic –asegura Alicia- era mostrar la dura realidad que se esconde detrás de algo que la mayoría de jóvenes españoles tienen normalizado como una alternativa más de ocio (acudan o no) y sin embargo encierra mucho sufrimiento que, aunque lo intuimos, preferimos ignorar”.

“Partimos de una reflexión: ¿hasta qué punto el consumidor de prostitución se plantea si la persona a la que paga es tan libre como él? Y ante la sospecha de estar con alguien forzado a prostituirse ¿actúa en consecuencia o se deja llevar por presiones de su entorno o de otro tipo?”.

“Cuando escuchamos la palabra "esclavitud", a muchos nos viene la imagen de los negros norteamericanos preabolicionistas –comenta Bosco-; pero poca gente se percata de que la mujer que está ejerciendo la prostitución cerca de su barrio, puede que sea una esclava. Mi interés por el proyecto era sensibilizar a los lectores sobre este tema a través de la narrativa gráfica”.

“Dicho así puede sonar a lectura incómoda por exponer algo que, de manera consciente o inconsciente, estamos evitando conocer –puntualiza Alicia-; pero las personas que lo han leído confirman que no es así, simplemente hemos planteado situaciones cotidianas reconocibles, que ofrecen al protagonista la oportunidad de consumir, o no, prostitución en un contexto de explotación sexual y tratando el tema siempre desde la positividad, sin culpabilizar a nadie; mostrando finalmente el potencial que tenemos como individuos para producir cambios en las realidades que no nos gustan”.

“No se habla de esclavas, sino de prostitutas”

Según Alicia, “La permisividad de la sociedad española podría deberse a que, como explicamos en los anexos, la esclavitud sexual es difícil de detectar porque los que sacan provecho de ella son maestros en disfrazarla de prostitución libre y nos resulta más cómodo seguirles el juego evitando cuestionarnos ciertas cosas”.

“Resulta llamativo, por ejemplo, la frecuencia con la que aparecen en los medios noticias sobre desmantelamiento de alguna red de trata en nuestro país –asegura Alicia-. Esto, curiosamente, lo vemos como algo lejano y ajeno a nosotros y sin embargo nos quedamos con la copla y repetimos los argumentos de una mujer que ejerce la prostitución y accede a salir en algún reportaje o programa de actualidad reclamando sus derechos laborales, dando por hecho que habla en nombre de todas las personas que se encuentran en situación de prostitución, cuando solo representa a la pequeñísima minoría que puede hablar ante las cámaras”.

“Creo –añade Bosco Rey-Stolle- que mucha gente desconoce que hay un alto porcentaje de esclavitud en la prostitución. Nadie habla de "esclavas", sino de "prostitutas". Retomando el ejemplo de la primera pregunta, es como si a los negros preabolicionistas les llamáramos "agricultores" en vez de "esclavos". Lo que está normalizado es el incorrecto uso del lenguaje, y su consecuencia es el ocultamiento de un grave problema social”.

“A pesar del elevado porcentaje de mujeres extranjeras, la mayoría muy jóvenes, que podemos ver en ciertas calles y lugares por todos conocidos; evitamos pensar como han llegado hasta aquí, pero nos preocupa que estén a la vista de escolares que puedan preguntar quiénes son y que hacen –comenta Alicia-. Funcionamos así. En España la prostitución se percibe como un problema de orden público y no como una vulneración de Derechos Humanos que tiene su origen en la pobreza y la desigualdad. Esto es lo que hemos querido plasmar en las páginas de nuestro libro”.

Basado en historias reales

“Los hechos que reflejamos en las vidas de las protagonistas femeninas son reales –nos desvela Alicia-, incluso hemos preferido quedarnos cortos en cuanto a la crueldad que se trasmite porque si añadimos más crudeza a la experiencia vital de estas personas, estaríamos desviando la atención de lo importante que es la actitud de los protagonistas masculinos que acuden a consumir prostitución”.

“Hemos confeccionado sus historias –continúa-, agrupando testimonios reales de forma que pudiéramos mostrar los principales lugares de procedencia, métodos de captación (engaño, seducción, secuestro, venta, marginalidad), diferentes modos de extorsión (violencia, vudú, castigos, amenazas a ella y su familia, chantajes y manipulaciones para doblegar su voluntad...) y por último distintas formas de contacto y entornos a los que acuden “los clientes”.

“Yo llevo casi dos años participando como voluntaria en los equipos de intervención con personas en situación de prostitución de Médicos del Mundo Madrid y anteriormente había estado con otras asociaciones colaborando en temas de explotación sexual y sensibilización ciudadana. No es un trabajo aislado, la Red Española contra la Trata de personas engloba a las asociaciones cercanas a este colectivo que procuran mejorar sus condiciones de vida y trabajar en su recuperación para la sociedad… estamos con ellas y conocemos sus historias”.

“50 millones de euros diarios en prostitución”

Según Alicia, “La demanda sexual masculina de los países del primer mundo es la que paga y por tanto es el motor de una industria multinacional que mueve alrededor de 7 billones de dólares al año y que recurre mayoritariamente a la esclavitud para satisfacer una demanda “a la carta” que además fluctúa por modas (raza, edad, comportamiento…)”

“Sin embargo, el consumidor, que es la clave de que esto exista, es invisible e incluso se le protege –continúa Alicia-. Vivimos en una sociedad acostumbrada a que el dinero todo lo compra porque todo está en venta. Esto no es exclusivo en la industria del sexo, son muchas las campañas que apelan al consumo responsable en occidente para poner freno a injusticias y abusos en el resto del planeta”.

“Es un negocio que no se caracteriza por la transparencia y es difícil manejar cifras reales; los últimos datos de que dispongo indican que en nuestro país se encuentran alrededor de 400.000 personas en situación de prostitución, en su mayoría inmigrantes, 9 de cada 10 dependiendo de un proxeneta y se podrían estar moviendo alrededor de 18.000 millones de euros al año”.

“La mayor permisividad social respecto a los países vecinos –afirma Alicia- ha facilitado la instalación de prostíbulos fronterizos y nos hemos convertido en destino de cierto turismo sexual europeo y por supuesto de traficantes que ven oportunidad de negocio: En España se gastan 50 millones de € todos los días en prostitución; los beneficios empresariales por mujer prostituida ascienden a 45.000 €”.

“No compran sexo, compran vidas”

“Estamos convencidos que la forma más eficaz de acabar con la esclavitud sexual es concienciando al consumidor de que no compra sexo, compra vidas –asegura Alicia-. Pero no todos los consumidores son iguales y puede resultar improductivo dirigirnos a ellos de una manera global. Según las últimas encuestas, el 39% de los hombres españoles reconoce haber utilizado alguna vez servicios sexuales de pago”.

“Eso es un porcentaje muy alto que engloba muchos perfiles y nos hemos planteado empezar la sensibilización por un grupo (muy diverso en edad, localización, aficiones, condición social y tendencias políticas y religiosas) pero que posiblemente sea el más receptivo al mensaje: ¿Se podría dar el caso de que chicos buenos y comprometidos con causas altruistas sean consumidores ocasionales de sexo esclavo? La respuesta está en el cómic”.

“Las historias de Alicia me gustan porque son verosímiles: los chicos se alejan del tópico, son jóvenes solidarios y comprometidos –añade Bosco-; y las chicas, que también son jóvenes con sueños, nos muestran los principales perfiles que se dan en la prostitución y en la trata de personas”.

“Algún día acabaremos con la prostitución”

Respecto a si algún día se podrá acabar con la prostitución, Alicia nos contesta que “Sí, y te lo digo convencida; como indica el profesor Enrique Díez en el prólogo de la obra: “tenemos el deber de imaginar un mundo sin prostitución lo mismo que hemos aprendido a imaginar un mundo sin apartheid, sin infanticidio, sin violencia de género…”.

“La clave está en imaginarlo. Ese es el primer paso y el más costoso, pero una vez que comenzamos a caminar sabiendo donde queremos llegar, acabamos alcanzando la meta. Como dice la canción: “You may say I’m a dreamer, but I’m not the only one, I hope some day you'll join us”. Podéis pensar que sueño, pero no soy la única y confío en que algún día tú también lo sueñes”.

Un cómic amable sobre historias muy duras

En este tipo de historias se suelen cargar las tintas con escenas de violencia física o psicológica, pero Esclavas, nos sorprende por su sobriedad e incluso optimismo. “Queríamos dar un estilo amable, con dibujos icónicos y sencillos para que el lector se pueda identificar con los protagonistas, cosa que no ocurre si el dibujo es más realista y complejo –comenta Bosco-. Por otro lado me pareció interesante utilizar la ilustración retórica (es decir, dibujos metafóricos) para añadir otros significados e interpretaciones al guión de Alicia”.

“Mi intención era ofrecer un producto entretenido y estéticamente bonito –asegura el ilustrador-, lo que puede parecer una contradicción teniendo en cuenta el contenido dramático de la historia. No obstante, como nos dijo Susanna Martín (compañera del gremio) en el Ficomic, este tipo de tebeos tienen una doble finalidad: por un lado acercan una problemática social al lector comiquero, y por otro lado introducen a las personas comprometidas con esa causa al maravilloso mundo del cómic”.

Bosco también usa el color como elemento narrativo: Con respecto al color, Alicia tenía muy claro que las historias de los chicos debían ser policromas en contraste con las vidas tristes y grises de las chicas”.

Sus proyectos

Alicia sigue intentando liberar a estas esclavas: “Actualmente colaboro con Médicos del Mundo en la Comunidad de Madrid. El principal objetivo de esta organización es la defensa de la Salud como derecho universal; para ello trabajamos con enfoque de Derechos Humanos en campañas de sensibilización ciudadana e incidencia política para conseguir que la salud sea accesible también a personas en situación o riesgo de exclusión social”.

“En cuanto a la intervención con personas en situación de prostitución, trabajamos en un intento de minimizar los daños que su actividad conlleva con talleres de formación en materia de salud sexual y reproductiva, autocuidado, defensa personal y otras materias que nos demanden y estén en nuestra mano ofrecer, también se llevan a cabo acciones encaminadas a prevenir enfermedades de trasmisión sexual, facilitando el acceso a los recursos públicos de salud y sobre todo informando de sus derechos y animando a que los reclamen”.

“Aunque nuestro esfuerzo gira en torno a la salud, como te comentaba antes, funcionamos en red y estamos en contacto con asociaciones que disponen de los recursos necesarios (abogadas, psicólogas, casas de acogida…) en caso de que nos soliciten otro tipo de ayuda” –concluye Alicia-.

En cuanto a Bosco Rey-Stolle: “Estoy escribiendo el guión de una novela gráfica que voy a ilustrar y que arranca en pleno 15-M. También estoy acabando los dibujos de un libro ilustrado que es una actualización del Nuevo Testamento: trata sobre qué pasaría si Jesucristo hubiera nacido hoy y fuese de Parla. Todo esto, compaginándolo con otros trabajos que son los que me dan de comer (de momento). Así que, ¡animaos a comprar Esclavas!... Además haréis una buena acción, pues el 1% del P.V.P. va destinado a Médicos del Mundo.