La ejemplaridad y el papel moderador, retos de Felipe VI, un monarca para el s.XXI
- Los historiadores analizan los retos del nuevo reinado de Felipe VI
- Mejorar la imagen de la Corona es uno de los principales, según Santos Juliá
Felipe VI, nuevo rey de España, arranca su reinado tras la abdicación de su padre, el rey don Juan Carlos I, con el "principal reto" de detener la "perdida de confianza de la Corona, recuperar en su persona la confianza en la institución e impedir que la monarquía se convierta en un problema para un sector creciente de los ciudadanos". El historiador Santos Juliá añade que para lograrlo tendrá que recuperar para la Casa Real "el valor de ejemplaridad y la transparencia dilapidado en los últimos años".
Para Juliá y otros historiadores consultados, la sucesión en la Jefatura del Estado es un episodio de "normalidad" y tiene la "importancia de constatar que las instituciones funcionan con arreglo a la Constitución".
José Luis Rodríguez Jiménez, profesor titular de Historia de la España Actual de la Universidad Rey Juan Carlos, incide también en la "ejemplaridad" como uno de los principales retos de Felipe VI. Un tema que, sin menoscabar la "imagen positiva de casi cuarenta años de reinado" de su padre, ha sido "bastante olvidado" en los últimos años con escándalos como el caso Nóos.
"La monarquía parlamentaria debe continuar trabajando por la mejora de España y de los españoles y, pensando en su propio futuro, hacer eso mismo, que es mostrar su utilidad" en temas como la política exterior o la unidad nacional, añade el historiador.
Papel moderador del nuevo rey
La profesora titular de Historia Contemporánea de la UNED Ángeles Lario señala que "el mayor reto para un rey constitucional, democrático, no debería ser otro que poder ejercer su papel apartidista, apolítico, con naturalidad y sin presiones".
Precisamente es ese papel moderador que le otorga el artículo 56 de la Constitución es el que también destaca Ángeles Pérez Samper, catedrática de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona, aunque señala además otros "dos deberes" no recogidos en los ordenamientos jurídicos: "uno es la ejemplaridad y otro es su capacidad de sintonía con la sociedad".
Santos Juliá destaca también el "poder moderador y arbitral" que otorga a Felipe VI la Carta Magna "en un clima político que las tensiones nacionalistas y los movimientos por la independencia han convertido en poco propicio para la negociación y los pactos".
Uno de sus papeles, según este historiador, será "favorecer el acuerdo entre partidos" para que elaboren las reformas pendientes de la Constitución, de los partidos políticos y de varias instituciones del Estado. Aunque no tiene poder más allá del simbólico, añade, "sí está en sus manos ganar autoridad" para buscar "salidas" por medio de la "capacidad de conversar, acercar y convencer".
"Los políticos no pueden esperar que el rey haga su labor"
Los historiadores consultados coinciden, sin embargo, en que no se puede esperar a que el nuevo rey dé soluciones a los grandes problemas del país (crisis económica, corrupción, etc...). "El rey tiene retos por delante, puede orientar, ayudar, pero no se le puede pedir que asuma la responsabilidad de resolver los grandes problemas", subraya Rodríguez Jiménez, historiador de la Universidad Rey Juan Carlos.
Ángeles Lario, de la UNED, señala en este sentido que son los partidos políticos los que deben "trabajar para llevar programas reformistas que acaben con los vicios del sistema". Si no hay propuestas que sean capaces de llevar adelante lo que los ciudadanos desean, "no pueden estos mismos políticos mirar al rey para que haga su labor", añade Lario.
La importancia del rey, para Pérez Samper, de la Universidad de Barcelona, es la "perspectiva a medio y largo plazo" que puede dar para "compensar la visión muy a corto plazo de los políticos, demasiado presionados por los periodos electorales".
Debate sobre monarquía y república
La abdicación del rey ha reabierto el debate entre monarquía y república. Los historiadores consultados coinciden en que cualquier cambio que se plantee debe hacerse dentro de la Constitución. En este sentido, Rodríguez Jiménez señala que cualquier reforma "debe ser impulsada por la mayoría parlamentaria y ser esta la que decida sobre los temas principales" y no las minorías.
Pérez Samper señala que "lo importante es tener claro lo que se quiere cambiar y lograr el grado de acuerdo y de consenso que garantice una nueva fórmula viable, que corrija los fallos y las deficiencias existentes y ofrezca un futuro mejor para todos".
En este sentido, Ángeles Lario señala que que hay distintos tipos de repúblicas -la presidencialista, la parlamentaria y la semi presidencialista- y que es necesario conocer la historia de estos modelos políticos para "empezar a pensar en una república". Esta historiadora considera que "cuando se pide una república no se está pensando en el cambio de modelo político, al parecer, sino únicamente en sustituir el jefe de Estado hereditario por uno electivo".
Santos Julía cree que "cuando la democracia se ha consolidado, antes de renovar la ancestral manía de tejer y destejer abriendo otro proceso constituyente, sería menos costoso y seguramente más eficaz abrir un proceso de reforma de la Constitución".