La infanta Cristina, señalada tres veces por Nóos
- La hermana del rey ha sido imputada por delito fiscal y de blanqueo de capitales
- Ante el juez, se escudó en el desconocimiento de la actividad de Urdangarin
- Fiel a su marido, el caso Nóos la ha arrinconado al margen de la Familia Real
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La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin eran la estampa de un matrimonio ideal, una pareja no destinada a reinar pero que añadía lustre y dinamismo a la Casa Real española. Jóvenes, preparados, despiertos, nada parecía augurar que, camino de los 20 años de matrimonio, sus imágenes públicas más comentadas iban a ser bajando la cuesta de un juzgado en la ciudad de la que son duques porque la hija y hermana de dos reyes de España se enfrenta a las acusaciones de fraude fiscal y blanqueo de capitales, por tercera vez en apenas 14 meses.
Cristina de Borbón y Grecia (Madrid, 1965), infanta de España y duquesa de Palma de Mallorca, ha sido imputada por presuntos delitos contra Hacienda y de blanqueo de capitales en una causa, la del caso Nóos, que investiga el presunto desvío de más de seis millones de euros de fondos públicos, parte de ellos a la sociedad Aizoon, empresa que comparte al 50% con su marido.
La evolución de este caso, que estalló del todo en noviembre de 2011 con el registro de la sede del Instituto Nóos, ha supuesto la caída en desgracia de una pareja hasta entonces bendecida.
Ella, primera mujer de la realeza española con título universitario (en 1989 se licenció en ciencias políticas por la Universidad Complutense de Madrid y estudió un año después un máster de relaciones internacionales en Nueva York); deportista como su padre y hermanos; con una labor institucional típica orientada a la educación, la infancia, los mayores y los discapacitados, y con una carrera profesional labrada desde 1993 en La Caixa, hasta llegar a ser en 2005 directora del área social de la entidad, con un equipo de 22 personas a su cargo.
Él, exdeportista, medallista olímpico, de buena familia y con inquietudes, completó su formación con estudios de administración de empresas en una de las más reputadas escuelas de negocios (aunque no había terminado la carrera de empresariales), en la que conocería a un profesor que pasó a después a ser su socio, Diego Torres, una relación que cambió todo para los implicados.
Doña Cristina e Iñaki Urdangarin se conocieron en el verano de 1996 en un acto del Comité Olímpico Español, y se asentaron en Barcelona -donde la infanta había fijado su residencia tras los Juegos Olímpicos-, de la que hicieron un hogar ideal para llevar una vida cosmopolita y oportunamente a la sombra de los focos de Madrid.
Allí se casaron, allí formaron su hogar en el exclusivo barrio de Pedralbes, en un palacete ahora embargado por el juez; allí tuvieron a sus hijos Juan Valentín (1999), Pablo (2000), Miguel (2002) e Irene (2005), y de allí tuvieron que irse primero a Washington y finalmente a Ginebra el pasado verano.
Su nombre en el Instituto Nóos
Al igual que abandera los programas de la entidad bancaria catalana, pero también de la comisión española de la UNESCO y de varias fundaciones nacionales e internacionales, el nombre de la infanta Cristina contribuyó a ennoblecer, en calidad de miembro de la junta directiva, el Instituto Nóos creado por Iñaki Urdangarin tras la conversión de la anterior Nóos Consultoría Estratégica, un cambio supuestamente destinado a dar a la empresa la imagen de una sociedad sin ánimo de lucro.
También fue de la mano de su marido en la constitución de Aizoon, sospechosa de haber defraudado a Hacienda lo que obtenía de esta sociedad y de cargar a ella gastos personales como cursos de salsa y merengue, servicio doméstico, fiestas de cumpleaños o vajillas.
Acusada de "cooperadora necesaria" para permitir que esta sociedad sirviera de “andamiaje imprescindible para la comisión de delitos fiscales, la infanta ha negado ante el juez ser el escudo ante el fisco de la supuesta sociedad pantalla de su marido.
Desconocimiento de la actividad de su marido
Y es que durante todo este tiempo, la infanta no ha dado la espalda a su marido, con quien ha hecho causa común hasta el punto de seguir sus mismos pasos hasta el juzgado.
Jesús María Silva, uno de los abogados de su defensa, habló de una “mujer enamorada” motivada por "su fe en el matrimonio y amor a su marido", en el que "confía, ha confiado y seguirá confiando contra viento y marea", para explicar cómo pudo no ser consciente de la actividad de Iñaki Urdangarin en Aizoon.
El juez Castro asegura en el auto final de instrucción que "no debe pronunciarse" sobre tales cuestiones románticas pero sí ve "sobrados indicios" de la "colaboración silenciosa de la infanta" en su 50% de capital social de los fondos "ilícitamente ingresados" en Aizoon.
A pesar de que esta entidad mercantil tenía el domicilio social en el domicilio familiar de Barcelona y de los numerosos indicios en su contra, doña Cristina ha alegado siempre ignorancia de lo que hacía su marido. Como toda respuesta, la infanta “nunca fue consciente” de lo que se cocía en Nóos o Aizoon.
Sirve de anécdota llena de significado que hasta en 550 veces se evadió con respuestas del tipo “no sé, no me acuerdo, no me consta” a las preguntas sobre su supuesta participación en los delitos atribuidos.
“Nunca hubiera aceptado que se me hubiera utilizado como escudo fiscal, nunca. No me consta y casi me ofende, señoría”, afirmó esgrimiendo dignidad para desvincularse de la gestión de Aizoon.
Su imputación, un “martirio” y un espectáculo mediático
La imputación de la infanta Cristina no ha sido la de una persona normal, como cabe esperar de quien ocupa el séptimo lugar en la línea de sucesión al trono de España (tras su hermano Felipe, las hijas de este, la infanta Elena y los dos hijos de esta).
Como era al final inevitable, su comparecencia judicial se convirtió en un espectáculo mediático, previo al cual se establecieron diversas medidas de seguridad que al final de poco sirvieron y generaron una investigación en paralelo, por la filtración de un vídeo de su declaración en el interior de la sala en la que la hija del rey declaraba con un retrato de su padre como testigo.
“La infanta: "Por ser hija del rey quizás se me ha sometido a un escrutinio mayor"“
El caso Nóos ha acarreado importantes quebraderos de cabeza a la Casa Real en los últimos tres años, en un proceso de instrucción que el propio el jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, calificó directamente de "martirio".
Hasta llegar a la imagen de la infanta haciendo el paseíllo en el juzgado (eso sí, en coche), la imputación tuvo dos ‘entregas’, una en abril de 2013, anulada tras la presentación de un recurso en contra de la Fiscalía Anticorrupción. La segunda llegó el día después de Reyes de este 2014, y precisó de 227 folios y una exhaustiva motivación, cuando lo normal es que estas cuestiones se resuelvan “con 15 o 20”, como recordaba uno de sus abogados.
A esa idea se abonó la propia doña Cristina: “Por ser hija del rey quizás se me ha sometido a un escrutinio mayor y se me ha mirado con más detalle en todos los temas”, declaró ante el juez Castro el pasado 8 de febrero.
Aislamiento público y privado de la infanta
La Corona bajó de la tercera a la sexta posición entre las instituciones más valoradas con una nota de un 3,68 coincidiendo con la primera imputación de la infanta. El daño que el caso Nóos ha hecho a la Corona es innegable y ha supuesto un fundido a negro anticipado de la visibilidad de doña Cristina.
La Casa del Rey, que calificó pronto públicamente el comportamiento de Urdangarin de “poco ejemplar” y recordó en el mensaje de Nochebuena de 2011 que la justicia es igual para todos, se ha aplicado en apartar a ambos de los actos oficiales desde su última aparición en la fiesta nacional del 12 de octubre de 2011.
“La ausencia de la infanta en la proclamación de Felipe VI fue una de las más llamativas“
Desde entonces, han sido puntuales momentos familiares, no institucionales, los que han propiciado el reencuentro, aunque no la reconciliación: la visita al rey en el hospital en 2012, con ocasión de una de sus operaciones de cadera, la misa por el centenario del nacimiento de don Juan, padre de don Juan Carlos, o el homenaje a Pablo I de Grecia, padre de la reina Sofía, en el 50º aniversario de su muerte, en marzo de este año.
Este mes de junio la infanta celebró su 49º cumpleaños sabiendo que, con la abdicación de su padre y la proclamación de su hermano como nuevo monarca, ya no forma oficialmente parte de la Familia Real, restringida ahora a los reyes, sus hijas y don Juan Carlos y doña Sofía.
Su ausencia en la proclamación de Felipe VI fue una de las más llamativas, teniendo en cuenta que sí estuvieron su hermana Elena y hasta sus tías, las también infantas Pilar y Margarita, pero subrayó tanto su ostracismo institucional como su solidaridad con la situación de Iñaki Urdangarin.
Su biografía, como la de su marido desde enero de 2013, ya no figura en la web de la Casa Real. Pese a todo, doña Cristina no ha dado el paso drástico de recurrir a la separación matrimonial o a la renuncia a sus derechos dinásticos y mantiene su destino ligado al de Iñaki Urdangarin.