La Policía imputa a dos personas por la muerte de la familia intoxicada de Alcalá de Guadaíra
- Son una empleada de gestión de residuos y el responsable de una chatarrería
- La familia murió intoxicada a causa de tapones de plaguicida que reciclaban
- La juez ordenó que se investigara cómo habían accedido a esos tapones
La juez de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) ha citado a declarar el próximo día 21 de julio a las dos personas imputadas por el reciclaje de tapones de plaguicida que provocó la muerte el pasado 14 de diciembre de 2013 de tres miembros de una familia de Alcalá tras una intoxicación inhalatoria con fosfina, un derivado de un plaguicida llamado fosfuro de aluminio.
Y es que la juez instructora ha abierto nuevas diligencias por un presunto delito contra el medio ambiente en concurso con tres delitos de homicidio imprudente y ha imputado a dos personas jurídicas -dos empresas- y a dos trabajadores de estas empresas al considerar "que pudo existir delito en el tratamiento de dichos tapones de plaguicidas que causaron la muerte" del matrimonio y de una de sus hijas.
Hace unos meses, la juez ordenó a la Policía Judicial que investigara cómo la familia Caño Bautista accedió a los tapones de plaguicida localizados en el cuarto de baño de su vivienda y de los que partiría la mencionada intoxicación inhalatoria.
Los fallecidos son el matrimonio compuesto por Enrique Caño, de 61 años de edad, y Concepción Bautista, de 50 años, y una hija de 14 años, mientras que otra hija de la pareja de 13 años no murió ya que, en el momento de la intoxicación, no se encontraba en casa.
Dos personas imputadas por la policía
Tras ello, y según han informado a Europa Press fuentes del caso, agentes del grupo de investigación de la Policía Judicial de Alcalá de Guadaíra imputaron a M.R.S., empleada de 45 años de una empresa de gestión de residuos que debía encargarse de destruir y desechar los envases de plaguicida, y a un hombre de 47 años, identificado como P.A.G.C. y responsable de una chatarrería de Dos Hermanas que los compró.
Según admitieron ambos en sus respectivas declaraciones, fue la empresa de gestión de residuos la que "por propia iniciativa" se puso en contacto con la chatarrería para "venderle" unos botes de fosfuro de aluminio que contendrían sustancias químicas nocivas para la salud, tras lo que el responsable de la chatarrería se personó en la empresa de residuos y compró dos partidas de botes de 800 y 200 kilogramos, respectivamente.
La investigación trata de aclarar si los botes de fosfuro de aluminio fueron vendidos con sus respectivos tapones a la chatarrería y cómo llegaron dichos tapones a la vivienda de la familia de Alcalá de Guadaíra, barajándose como hipótesis que esta empresa pudiera haber pagado con tapones al cabeza de familia, Enrique Caño, a cambio de chatarra.
En sus declaraciones, ninguno de los imputados aclaró si quitó los tapones a los botes de aluminio, según han indicado las fuentes consultadas por Europa Press.
Informe toxicológico
El Instituto Nacional de Toxicología ya confirmó que los tres integrantes de una misma familia que fallecieron el 14 de diciembre en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra murieron a causa de una intoxicación inhalatoria con fosfina.
La fosfina es un gas "extremadamente tóxico y letal" que actúa como veneno respiratorio y se genera por el contacto con la humedad del aire o agua de algunos plaguicidas elaborados con fósforo, según ha concluido en su estudio el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Sevilla.
A pesar de que las primeras hipótesis planteadas apuntaban a una supuesta ingesta de alimentos en mal estado, los primeros estudios microbiológicos y de toxinas realizadas por Toxicología ya descartaban estas suposiciones, apuntando hacia la posibilidad de que la intoxicación se hubiera producido por la acción de un compuesto químico de elevada toxicidad.
De este modo, y en el curso de la investigación, se encontraron unos tapones en el cuarto de baño de la vivienda que presentaban fósforo y aluminio en los restos de polvo que aún contenían, tras lo que los análisis en el laboratorio corroboraron la existencia de fosfina mediante tratamiento de los restos de polvo.
Los compuestos metálicos de fósforo, como el fosfuro de aluminio, de dónde provenía la fosfina, se utilizan frecuentemente para la protección del grano almacenado y otros productos alimenticios contra plagas de insectos y roedores, ya que es barato y efectivo y no afecta a la viabilidad de las semillas. Sin embargo, sus efectos tóxicos sobre los humanos son de una mortalidad muy alta, sin que exista en la actualidad un antídoto.