De Rubens a Giacometti, el arte de lo inacabado
- El Thyssen presenta <miradas cruzadas> 9: Acabado / Inacabado
- Obras de Hals, Delacroix, Van Gogh o Cézanne muestran este debate artístico
- Puede verse de forma gratuita hasta el 21 de septiembre
Para el espectador y el crítico del siglo XXI, un cuadro de Rafael es tan obra de arte como uno de Manet o de Van Gogh, pero esto no ha sido así siempre. Con su nueva exposición veraniega, <miradas cruzadas> 9: Acabado / Inacabado, el Museo Thyssen de Madrid pretende sumergirnos en el debate que se recrudeció en el siglo XIX en la pintura, de mano de los artistas neoclásicos, en torno a lo acabado y lo inacabado a través de 14 obras maestras de sus colecciones.
Con obras que abarcan desde el comienzo del siglo XVII, con La ceguera de Sansón (c. 1609-1610), de Pedro Pablo Rubens, hasta mitad del siglo XX, con Retrato de mujer [Rita] (1965), de Alberto Giacometti, pasando por artistas como Tiepolo, Géricault, Delacroix, Manet o Cézanne y Van Gogh, el Thyssen invita al visitante a disfrutar gratuitamente desde este lunes al 21 de septiembre de esta pequeña muestra en el balcón mirador de la primera planta de su edificio y a comprender mejor esta controversia clave para la historia del arte.
"Este debate fue una de las características más importantes de la renovación artística del siglo XIX y se desarrolló sobre todo entre los académicos, defensores de una pintura muy acabada sin rasgos de la presencia del artista en la pincelada, y los artistas románticos, que optaban por un acabado más abocetado, un poco relacionado con la tradición artística veneciana y con Rubens", explica a RTVE.es el comisario de la muestra y conservador del Thyssen, Juan Ángel López Manzanares.
Tres siglos antes, la Academia florentina era devota de las superficies pulidas de Rafael, mientras que los venecianos Giorgione y Tiziano eran partidarios de una factura más abierta, una pintura más vibrante y sensual, de la que se hicieron eco las escuelas holandesas, con pintores como Frans Hals y la francesa, con artistas como Fragonard.
Bocetos frente a obra final
La exposición del Thyssen también pretende mostrar al público otro aspecto "que normalmente no está muy a la luz en los museos", explica el comisario, el cómo los artistas trabajaban a base de bocetos y estudios que les servían para "tantear" la idea de la obra final antes de acometer esta y también para "recoger motivos de la naturaleza" que luego plasmaban en la obra acabada.
Así, el recorrido por las obras seleccionadas, todas de "factura inacabada", muestra cómo esta práctica nació en el siglo XVI y en el XIX "dejó de ser una práctica privada de los artistas y ganó el estatuto de obra final", señala López Manzanares.
Tras la oposición radical de los neoclásicos a tolerar cualquier trazo en la obra que dejase traslucir rasgos personales, fueron los pintores románticos los que pusieron en entredicho la diferenciación entre la parte sentimental y privada frente a la cerebral y la pública y artistas como Géricault y Delacroix -ambos presentes en la muestra- dotaron a sus composiciones finales de las cualidades de los bocetos. A finales del siglo XIX, con los impresionistas y postimpresionistas, el debate puede darse por zanjado.
Cézanne y Van Gogh, lo inacabado hecho arte
<miradas cruzadas> 9: Acabado / Inacabado, añade el comisario, da un "protagonismo especial" a dos artistas de fines del XIX que "se formaron en el debate de lo acabado y lo inacabado" como son Cézanne y Van Gogh, quienes abrieron la vía al papel que jugaría lo inacabado en el siglo XX, el germén de las vanguardias del siglo XX.
"Cézanne porque pintaba sus obras como si cada una de las sesiones en que trabajaba fuese un final de la obra. Por eso hay obras que las dejó incompletas y que, sin embargo hoy, se consideran obras realizadas en cierto modo porque él lo que trataba era buscar entre las distintas pinceladas que daba al cuadro un equilibrio y una armonía conjunta: no pintaba primero un detalle y luego pasaba a otro objeto, sino que pintaba un poco en conjunto por distintos tonos, distintas sensaciones cromáticas que él veía en la naturaleza. Y Van Gogh utiliza un acabado de pinceladas largas y empastadas que viene a ser un poco el sismógrafo de su visión personal del mundo; el cuadro ya no es una ventana que representa lo que está fuera, lo que ve el artista, sino que, fundamentalmente a través de sus pinceladas largas y tortuosas, plasma el propio sentimiento del artista", cuenta el conservador del Thyssen.
A partir de ese punto, en el que ya no hacía falta realizar bocetos y estudios privados, el "boceto adquiere el rango de obra acabada".
A esto le darán continuidad los artistas de la pintura expresionista de principios del siglo XX, como Macke, Heckel y Kokoschka, cuyas obras presentes en la muestra dan paso para concluir con Giacometti, quien, tras la II Guerra Mundial, convertiría lo meramente esbozado en símbolo de la angustia existencialista. Lo inacabado no es ya descuido artístico, sino arte.