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Los perros tienen celos de otras mascotas como forma de protección ante rivales

  • Un estudio demuestra que los perros tienen celos de otras mascotas
  • Gruñen, ladran y se molestan cuando ven a sus dueños con un rival
  • Los celos no son una construcción humana, según las investigadoras

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Los perros tienen celos de otras mascotas como protección ante intrusos
Un estudio demuestra que los perros también tienen celos

Los perros son celosos, como ya sabían muchos de los dueños de estos animales. Un estudio experimental de dos científicas de la Universidad de San Diego (UCSan Diego), en EE.UU., ha demostrado que los canes experimentan celos, una emoción considerada muy humana, cuando sus dueños muestran afecto hacia un perro de peluche, al que perciben como un rival.

El estudio, realizado por Christine Harris, profesora de investigación de psicología de la UCSan Diego, y la exestudiante honorífica Caroline Prouvost y publicado este martes en la revista PLOS One, es el primer trabajo experimental sobre conductas celosas en perros y, según las autoras, vendría a confirmar que los celos no son una construcción humana, sino un instinto de protección frente a instrusos.

La investigación, que se ha llevado a cabo con 36 perros, ha comprobado que cuando los dueños mostraban afecto a perros de peluche animados, los canes reaccionaban con gruñidos, ladridos, empujones e intentos de separar a sus amos del percibido rival.

En cambio, los perros se comportaban de forma celosa en menor medida cuando los dueños interactuaban con un nuevo objeto (una calabaza), si se entretenían leyendo un libro o simplemente les ignoraban.

Proteger una relación social importante

"Nuestro estudio indica que los perros no solo se involucran en lo que parecen ser conductas celosas, sino que también tratan de romper la conexión entre su dueño y el rival aparente. Parece como si estuvieran motivados a proteger una relación social importante", explica Harris en el trabajo.

Las autoras subrayan que los resultados de la investigación respaldan la teoría de que existe una "primigenia" de celos que se observa también en los bebés, en ausencia de complejas interpretaciones del significado del rival y de la interacción con la persona amada.

El estudio analizó los comportamiento de perros de 14 razas, incluidos chihuahuas, yorkshire terriers, perros de Pomerania, perros salchica y razas cruzadas. Las investigadoras sólo involucraron a perros pequeños por temor a que reaccionaran de forma agresiva y hubiera que someterlos.

Además, dado que no existían experimentos previos sobre celos en perros, las científicas adaptaron una prueba utilizada con bebés humanos de seis meses de edad, estudiando a los canes en las casas de sus dueños y grabando sus reacciones cuando los propietarios los ignoraban para prestar su atención a un peluche animado o a una calabaza de Halloween.

Los amos fueron instruidos para tratar los objetos como si fueran perros reales: acariciándolos y hablándoles con dulzura. En el tercer escenario, los dueños debían leer en voz alta un libro desplegable en el que sonaban melodías. Los evaluadores codificaron las grabaciones para buscar una variedad de conductas agresivas, disruptivas y de necesidad de atención.

Competición por los recursos

Los perros fueron dos veces mas propensos a empujar o gruñir a su dueño cuando interaccionaba con el perro de peluche (78 %) que cuando acariciaba o hablaba con la calabaza (42 %), mientras que sólo un 22 % de las mascotas se mostró molesto cuando el dueño leía el libro. Además, el 30 % de los perros trató de interponerse entre el humano y el jueguete y el 25 % trató de morder al otro "perro".

Harris y Provoust destacan que las agresiones de los perros indican que creían que el peluche era real, porque además el 86 % de los canes olfateó el trasero al perro de juguete durante el experimento.

Según las investigadoras, los celos se han investigado sobre todo entre parejas humanas, pero son una emoción que también se produce entre hermanos y compañeros de trabajo. Los primeros celos humanos, además, se observan ya en los bebés. "Una posibilidad es que los celos afecten a las especies en las que múltiples menores dependientes deben competir por los recursos parentales como la comida, la atención, los cuidados o el afecto", explica Harris.

Descifrar los mecanismos de los celos es importante debido a sus relevantes consecuencias psicológicas y sociales, destacan las autoras. Por ejemplo, a menudo se apunta a los celos como la tercera causa de homicidio no accidental.

Los resultados de esta investigación "desafían las ideas" de que los celos son una construcción humana o ligada a las relaciones sexuales y románticas y "revelan que también los animales sienten una fuerte angustia cada vez que un rival les disputa el afecto de sus dueños", concluyen.