Las víctimas y Angrois luchan contra el dolor alejándose mentalmente del trazado de las vías
- En el aniversario del accidente vuelven los recuerdos y las imágenes
- Los psicólogos aseguran que "echar la vista atrás es perturbador"
- Dicen que hay que manejar el dolor y no reprimirlo para superarlo
- Los sentimientos y emociones se somatizan en muchos casos
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Las víctimas del accidente de Santiago y sus familiares, los vecinos de Angrois que se movilizaron tras el descarrilamiento del Alvia, los responsables del auxilio organizado y los periodistas que cubrieron la tragedia tardaron tiempo, los que lo han conseguido, en alejarse de la visión del horror y los psicólogos manifiestan que la mayoría recordaba los sonidos, olores e imágenes, tiempo después.
Los vecinos del barrio compostelano de Angrois luchan desde hace un año contra el dolor de vivir desde la "zona cero" una de las mayores catástrofes ferroviarias de España, en la que murieron 79 personas, y de la que se cumple su primer aniversario.
Especialistas consultados coinciden en la necesidad de olvidar la tragedia alejándose "mentalmente" del trazado de las vías.
La psicóloga María Isabel Pereira, que ejerce en el ambulatorio compostelano Concepción Arenal y atendió a numerosos residentes en la "zona cero" de este fatídico suceso y a miembros de emergencias y de los servicios de apoyo, observa que una fecha tan señalada como el primer aniversario, "ante un caso así", termina provocando gran dolor.
"Echar la vista atrás es perturbador"
"Revivir" todo aquello de modo público, explica a Efe, no ayuda, porque todos "quieren y necesitan" normalizar su vida, y aunque en este momento "prácticamente el grueso" de los habitantes de Angrois que necesitaron ayuda han sido dados de alta, podría darse en ellos una "reactivación" de los recuerdos.
"Algo que es lógico" porque catástrofes y desastres siempre crean pensamientos que se evocan con facilidad.
En su mayor parte, asegura esta experta en salud mental, echar la vista atrás es perturbador, sobre todo al tener en cuenta que entre los pacientes se dio un factor común: eran "incapaces de apartar de sus cabezas las imágenes, sonidos y olores" de la monstruosidad del 24-J.
Todo ello generó severos cuadros de ansiedad, problemas con el sueño y sintomatología de depresión.
Ante una circunstancia de tal magnitud, se necesita un relato con el que "componer el porqué de las cosas" para integrarlas en el día a día, y esto es algo que por norma general "todos en nuestras vidas necesitamos".
A las víctimas, no obstante, hay que darles además una respuesta, y a fondo, "ya que si vives una cosa tan impactante necesitas, para integrarlo en cada historia personal, conocer la razón por la que ocurrió lo que ocurrió".
Ya sea con ayuda o sin ella, superar una tragedia requiere de tiempo, valor y fuerza, además de apoyo de los seres queridos.
Pero lo importante, y lo que señalan estos expertos, es manejar el dolor, no reprimirlo, y utilizarlo como método de superación para que no termine por dominar la vida de aquel que ha tenido que ver de 'tú a tú' tanta amargura y desconsuelo.
"La búsqueda de supervivencia es el cimiento de la sociedad"
Vivir una desdicha de la magnitud del accidente de tren de Santiago puede acarrear multitud de secuelas para supervivientes y familiares de los fallecidos, pero también para los propios vecinos que ayudaron a los viajeros, "sin pensarlo" y con sus propias manos.
El sociólogo José Pérez Vilariño señala a Efe que la búsqueda de la supervivencia, capacidad que se considera innata al ser humano para hacer frente a situaciones de esta índole, es la raíz y el cimiento de la sociedad gallega: "Galicia -dice- es un país especialmente construido para la supervivencia".
La capacidad de "luchar por mejorar" y la de "sacrificarse" por el prójimo, sin esperar nada a cambio, es una herramienta de cohesión social muy buena y muy importante, que se justifica y apoya en una educación previa solidaria, que tiene como principio buscar "el bien común" antes que el individual, algo que está muy presente en la cultura tradicional en Galicia.
"Tendieron la mano al desconocido, al que lo necesitó, sin mirar a nada ni a nadie", ilustra el investigador.
La experiencia de todas esas manos que actuaron en las labores de ayuda durante esa fatídica jornada supone un episodio "fuera de lo común" y eso cada individuo "lo afronta o lo asume" de una manera distinta, pero todas ellas "muy respetables", sostiene Pérez Vilariño, quien insiste en que "cada uno reaccionamos como podemos".
El sociólogo considera que convertir la "zona cero" en un homenaje con tratamiento memorial a todos los involucrados en esta tragedia es una "marca diferente y positiva", pero "estigmatizar" lo sucedido o "comercializar" con los muertos para otros fines convertiría este lugar en un "despropósito" y sería como transfigurarlo en un "arma política".
Las características de este núcleo poblacional de Angrois, situado a las afueras de la ciudad de Santiago, pero rural, son elementos indispensables de esta actitud solidaria que traspasó fronteras y que sirve de ejemplo, paradigma y patrón para una humanidad que tiene mucho que aprender.
Los sentimientos y emociones se somatizan
Pero, a la vez, estas particularidades hacen que los sentimientos y las emociones no se exterioricen "por la vía psicológica", apunta el antropólogo Marcial Gondar, "sino que se somatizan".
Aunque "el trauma de una muerte produce dolor y angustia en todas las culturas", Gondar manifiesta que, no obstante, la manera de enfrentarse y plantar cara a esa angustia es lo que marca la diferencia entre el mundo tradicional y el mundo moderno.
También subraya que se ha pasado de una sociedad unida en la que los individuos se acompañaban en los traumas, para convertirlos en "más llevaderos", a otra en la que los problemas de cada uno se solucionan en su propia intimidad.
Agrega que el cambio social de los últimos años provocó el paso de grupos sociales "muy interactivos" a una sociedad en la que cada casa es "casi una taifa", en la que la independencia es característica común entre ellas.
"No hay ninguna pastilla ni ninguna técnica. La verdadera terapia sería un espacio para intercambiar cosas, como las vivencias en común", resalta Gondar.
Ambos expertos coinciden en destacar que, tras vivir una situación de esta envergadura, es normal y habitual quedar "impresionado" y tardar en olvidarlo.