Saint-Exupéry, el aviador de "El Principito", mantiene el misterio 70 años después
- El escritor y aviador francés desapareció en vuelo sobre el Mediterraneo
- Su obra El Principito se convirtió en un clásico de la literatura infantil
- Su obra y su vida le convirtieron en un personaje mítico
- En 2008 el piloto alemán Horst Rippert se declaró autor del derribo
Explicar en una idea sencilla la absoluta potencia de la imaginación no es fácil. Pero eso es exactamente lo que hace Antoine de Saint-Exupéry cuando relata el encuentro en el desierto entre el piloto francés, que no es más que él mismo, y el Principito.
El niño pide al adulto que le dibuje un determinado y exacto animal que tiene en su mente. El aviador resuelve la exigencia pintando una caja de cartón sobre un papel y asegurando que ahí está lo que el jovencito quiere.
Este entrañable capítulo y el libro que lo contiene, El Principito (1943), ya son clásicos de la literatura infantil, aunque no sean tan infantiles. Su autor, el escritor y piloto francés Antoine de Saint-Exupery fue un hombre tan peculiar como sus propios personajes.
Nacido con el siglo, llevó una vida de aviador en un tiempo de aventuras, cuando pilotar aeroplanos era un trabajo de héroes. Y desapareció a los mandos de su avión en 1944, sellando con el misterio el mito del escritor viajero.
"Si soy abatido, no lamentaré absolutamente nada", dejó escrito Saint-Exupéry el 30 de julio de 1944, un día antes de que su avión no regresara más del Mediterráneo. Este jueves se cumplen 70 años del suceso.
Un misterio que alimenta el mito
"Nunca sabremos de verdad cómo murió", ha señalado a la agencia EFE Delphine Lacroix, que se ocupa de la memoria del autor para la Fundación Antoine de Saint-Exupéry, y que cuestiona la versión oficial que indica que el autor de El Principito fue abatido por un caza alemán.
Una historia que fue reforzada en 2008, cuando el piloto alemán Horst Rippert se declaró responsable del tiro que alcanzó al aparato del escritor, lo que pareció poner fin a la controversia.
Pero Lacroix cree que podría tratarse de "un simple fabulador" y que el accidente pudo deberse a diversas causas difíciles de determinar. El misterio que rodea a su muerte no hace más que engrandecer la figura del aventurero literato que, con motivo de los 70 años de su desaparición, es objeto de multitud de homenajes.
Un avión P-38 Lightning sobrevoló la base aérea francesa de Cognac el pasado 27 junio en memoria al comandante Saint-Exupéry, que pilotaba ese mismo modelo cuando desapareció durante su última misión y no volvió a localizarse hasta 60 años después.
Homenajes al piloto y al escritor
La Galerie ArtCube, emplazada en el barrio parisino de Saint-Germain-de-Prés, inauguró el pasado junio una exposición en la que, hasta finales de agosto, se rememora "más al piloto de guerra que al escritor" y su trágico fin, según su responsable, Jonathan Gervoson.
Fotografías de aviación, fragmentos de un avión redecorado, placas de aluminio o esculturas del imaginario de El Principito, son los elementos con los que seis artistas plasman la legendaria vida del piloto-escritor.
Saint-Exupéry se inició en la aviación en los años treinta con la compañía Aéropostale, encargada de distribuir el correo desde África hasta América del Sur y, según Gervoson, "formó parte de los escritores aventureros de esa época, como Ernest Hemingway".
Ese es otro de los puntos controvertidos de la vida del escritor francés, pues como señala a EFE su biógrafo, Virgil Tanase, Saint-Exupéry, "se convirtió en aviador para ganar dinero, pero siempre quiso dejarlo".
"No era un buen piloto, no quería aprender inglés, idioma que hablaban los controladores aéreos estadounidenses, y no respetaba las consignas", ha explicado Tanase, que recuerda que el autor de Vuelo nocturno cometió "errores monumentales" en aviación.
La defensa de los ideales
Se estrelló en varias ocasiones y siempre quiso llevar una existencia más tranquila como escritor, pero "el problema en toda su vida era su compromiso con el deber", ha indicado.
En 1940 publica Piloto de guerra, una llamada a Estados Unidos para que entre en la Segunda Guerra Mundial, donde considera que se está luchando en defensa de la civilización occidental.
La ideología nazi le parece "el colmo de una actitud peligrosa, brutal y animal", ha apuntado Tanase, que explica que en el mundo de Saint-Exupéry "las diferencias se dialogan", sin embargo en el nazismo "la conquista se ejecuta por la fuerza bruta y eso significa la muerte del hombre".
Pese a que le prohibieron combatir porque superaba la edad permitida, utilizó su ya notoriedad como escritor y a sus contactos para unirse a un equipo de reconocimiento del Ejército.
El sacrificio era algo importante para el recto código de honor del autor de El Principito, un eterno niño que comparaba la artillería con las nubes, el mejor epitafio para un humanista que pasó su vida surcando el cielo.