Muere el religioso español Miguel Pajares a causa del ébola
- Estaba ingresado en el Hospital Carlos III de Madrid desde que fue repatriado
- Es el primer español que fallece en Europa por el virus del Ébola
- Desde el fin de semana había estado recibiendo un medicamento experimental
- Su cadáver ha sido incinerado sin practicarle autopsia para evitar el contagio
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El misionero español Miguel Pajares, contagiado de ébola en Liberia y repatriado el pasado 7 de agosto, ha fallecido a las 9.28 horas de este martes en el Hospital Carlos III de Madrid por complicaciones derivadas del virus de ébola, según un comunicado emitido por el Hospital de La Paz. Pajares, que tenía 75 años, fue el primer español y europeo afectado por esta dolencia, para la que por el momento no existe vacuna.
Hasta el momento, el religioso, al que se le estaba administrando el suero experimental ZMapp, el medicamento que se está aplicando en EEUU a los enfermos de ese país, había permanecido "estable". La muerte de Pajares es la primera que se produce en España a causa del virus del Ébola.
Según una fuente hospitalaria cercana al caso citada por Efe, Pajares ha fallecido tras pasar una noche en la que su estado de salud se ha ido complicando progresivamente.
Padecía tifus y problemas cardíacos
Entre las tres y las cuatro de la madrugada el sacerdote, que "estaba muy mal, e invadido por el virus", sufrió una parada respiratoria, ante la cual una junta de médicos decidió mantenerle sedado y sin intubarle. "Ahí comenzó el declive", ha lamentado esta misma fuente.
El paciente tenía el riñón mal, de hecho ya no orinaba, padecía también tifus, sufría problemas cardíacos y "había perdido todas las defensas", con lo cual "la salvación de su vida no era posible".
Esta persona ha descrito el escenario en el que se ha trabajado estos días en la sexta planta del Carlos III, donde permanecían ingresado el padre Pajares, y ha destacado que, independientemente del mérito médico, es "encomiable el trabajo técnico del personal de enfermería que ha mantenido la higiene del paciente", un factor fundamental para evitar cualquier propagación de la enfermedad.
"Cualquier movimiento mal hecho es peligroso", ha advertido, para recordar que "los trajes de protección (del personal médico y sanitario) se calientan y humedecen dentro hasta unos 40 grados centígrados de modo que el personal debe hidratarse de forma abundante para evitar una lipotimia".
Incinerado sin autopsia
El cadáver del sacerdote ha sido "sellado e incinerado" por la tarde en el crematorio de Collado Villalba (Madrid) sin practicarle la autopsia para evitar la propagación de la enfermedad, de acuerdo con el reglamento de la Policía Sanitaria Mortuoria de la Comunidad de Madrid.
El manejo post mórtem de un cuerpo infectado por ébola, o con solo la mera sospecha de haberse contagiado con este virus, prohíbe la autopsia por "la alta carga viral de los fluidos corporales".
El contacto con los cadáveres debe realizarse "por personal entrenado" y no se procede, en estos casos, a ninguna preparación del cuerpo del difunto, han precisado a Efe fuentes sanitarias. A continuación, se procede al sellado del fallecido de cuya incineración se encarga la Policía Sanitaria Mortuoria.
En cuanto a las medidas de control ambiental, la norma exige la limpieza con desinfectantes de uso hospitalario de las superficies potencialmente contaminadas así como la incineración de la ropa o prendas que hayan estado en contacto con el cuerpo.
Enterrado en el panteón de la Orden
Este miércoles, el Hospital de San Rafael de Madrid, perteneciente a la Orden hospitalaria, acogerá su funeral. La familia del sacerdote ha confirmado que sus cenizas serán enterradas en el panteón de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, en una ceremonia privada.
Los hermanos del fallecido, Emilio, Feliciano y Gregorio, y un sobrino, Javier, han explicado ante los numerosos periodistas que han acudido a La Iglesuela (Toledo) la gran tristeza que sienten por la muerte de Miguel Pajares.
Gregorio ha indicado que están "muy apenados" porque tenían esperanzas de recuperación después de la estabilidad del enfermo durante los últimos días. La última vez que la familia vio a Miguel Pajares fue el pasado mes de junio, porque regresó a España para tratarse de una afección cardíaca. En aquel momento su familia le pidió que se quedase un tiempo, pero él regresó a África.
El Ayuntamiento de la localidad ha decretado tres días de luto oficial y las banderas del Consistorio ondean a media asta desde esta mañana.
Contrajo la enfermedad en Liberia
El pasado 4 de agosto se conocía que el sacerdote español permanecía aislado en el hospital San José de Monrovia (Liberia), junto a otros trabajadores del centro sanitario, tras la muerte por ébola de su director, el hermano Patrick Nshamdze.
Semanas antes, a mediados de julio, el sacerdote se había quejado en una carta a sus familiares que tras detectarse el primer caso de muerte por ébola en el hospital en el que trabajaba, faltaban los elementos "más esenciales para la prevención como guantes, ropas herméticas, mascarillas o desinfectante".
Los análisis confirmaron el 5 de agosto que Pajares había contraído la enfermedad tras haber estado cuidando al director del hospital, cuyo primer test de ébola había dado un falso negativo. El sacerdote español, que había estado tomado medidas preventivas hasta entonces, se relajó en su trato después de conocerse el resultado negativo, y terminó infectado, al igual que otros compañeros.
Pocas horas después de confirmarse su estado de salud, el Ministerio de Sanidad informó de que el sacerdote español, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, sería repatriado a España. El pasado 7 de agosto, aterrizó en Torrejón de Ardoz (Madrid) junto con la hermana Juliana Bonohá en un avión medicalizado para ser tratado en el Hospital Carlos III de Madrid.
Mientras tanto, en el Hospital San José de Monrovia se quedaban ingresados otros tres religiosos compañeros de Pajares infectados de ébola, que también habían estado cuidando a Patrick Nshamdze.
La muerte de Pajares se suma a la de otros misioneros trabajadores del Hospital San José que han fallecido en los últimos días tras haber contraído la enfermedad por estar en contacto con enfermos de ébola. Este lunes murió el religioso ghanés George Combey y el sábado pasado, perdió la vida la hermana congolesa Chantal Motwameme.
De los infectados de ébola en Monrovia, tan solo permanece ingresada en el Hospital ELWA de Liberia, gestionado por la ONG Médicos Sin Fronteras, la hermana Paciencia Melgar.
La hermana Juliana continúa ingresada en el Carlos III
Por otro lado, la hermana Juliana Bonoha, que fue repatriada con el padre Miguel Pajares desde Liberia y que está ingresada en el Hospital Carlos III de Madrid, no tiene síntomas, y los dos test que se le han practicado para saber si estaba infectada con el virus han dado negativo.
Según ha informado un portavoz del centro sanitario, no será sometida, de momento, a otra prueba del ébola para corroborar que no está infectada por la enfermedad, aunque en un primer momento se dijo que se le practicaría un tercer test.
Este mismo portavoz ha informado de que la religiosa "evoluciona favorablemente", por lo que los especialistas no ven necesario que se someta a un nuevo test, aunque no descartan que se le practique la prueba en los próximos días. "Está bien, es un ingreso de carácter preventivo porque tiene que estar 21 días en periodo de observación", ha apuntado.
Un virus que ha causado ya más de mil muertes
Desde el pasado mes de marzo se intensificó el brote actual de ébola en Guinea Conakry, que se ha extendido a poblaciones de Liberia, Sierra Leona y Nigeria. Según los datos suministrados este martes por la Organización Mundial de la Salud (OMS), este brote es del tipo ébola-Zaire y ha infectado a 1.848 personas, de las cuales más de 1.013 han muerto.
El virus del Ébola se detectó por primera vez en 1976 en dos brotes epidémicos casi simultáneos ocurridos en Nzara (Sudán) y Yambuku (República Democrática del Congo).
De los diferentes brotes que se han registrado desde 1976 hasta ahora, el actual es el que más muertes ha provocado, seguido del ocurrido en 1995 en Kiwit (Zaire), donde una epidemia de ébola-Zaire afectó a 315 personas y unas 254 fallecieron, con un índice de mortalidad del 81 por ciento.