Las lecciones sin aprender de las guerras en Gaza
- El último conflicto acaba otra vez sin vencedores ni vencidos
- Israel es el principal damnificado a corto plazo, mientras Hamás sale reforzado
- La comunidad internacional, una vez más, no ha conseguido detener la masacre
- Cada tregua ha sido una cuenta atrás hasta la próxima ronda de muerte
Seis guerras y dos Intifadas después, palestinos e israelíes vuelven después de cada conflicto armado a la casilla de salida. Suman más muertos, más destrucción y nuevas armas, pero la violencia no contribuye en nada a poner fin a 60 años sangrientos en la región.
El alto el fuego “permanente” que Israel y Hamás acordaron este martes, bajo mediación de Egipto, recoge prácticamente las mismas condiciones que la tregua de 2012: el fin de los ataques, el alivio del bloqueo israelí -que permitirá la reapertura de los pasos fronterizos y la ampliación de la zona de pesca-, y la reducción de la zona de seguridad. Los puntos más controvertidos -desarme de la Franja, liberación de presos y la construcción de un puerto y un aeropuerto en Gaza- se dejan para más adelante.
Estas condiciones no se cumplieron hace dos años, como tampoco después de ‘Plomo Fundido’ en 2008. ¿Por qué habrían de respetarse ahora? Seis décadas de enfrentamientos han demostrado que los errores se repiten una y otra vez. Estas son las lecciones que nadie ha aprendido:
No hay vencedores ni vencidos
Nadie puede reclamar victoria de un conflicto en el que han muerto 2.136 palestinos -la mayoría civiles y una quinta parte niños-, ha provocado el desplazamiento de 450.000 personas y ha dejado la Franja en una situación de catástrofe humanitaria de la que tardará años en recuperarse, si es que lo consigue. Los civiles son las únicas víctimas.
Israel tiene que lamentar la muerte de 64 soldados -la cifra más alta de bajas militares desde la guerra del Líbano- y seis civiles, y su población acusa el golpe psicológico de quien ha estado 50 días bajo una lluvia incesante de cohetes palestinos, 4.564 concretamente, según el Ejército israelí.
“Ni Israel ha conseguido su objetivo, que es garantizar la seguridad de sus ciudadanos y destruir la capacidad militar de Hamás, ni los palestinos el suyo, que no es otro que avanzar hacia la creación de un Estado palestino”, señala a RTVE.es el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, Jesus Núñez. "Israel sólo ha logrado cortarle las uñas a Hamás". añade.
Israel, principal damnificado a corto plazo
Aunque no hay vencedores, Israel es el primer damnificado a corto plazo. La opinión pública castiga al primer ministro Benjamin Netanyahu, cuya popularidad cae del 80% al 32%, y la prensa israelí cuestiona duramente la operación militar y las condiciones de la tregua.
"Pese a que Israel segura haber asestado un duro golpe al liderazgo de Hamás y haber destruido todos sus túneles, el conflicto deja la su economía al borde de la recesión y el turismo estancado", apunta la corresponsal de TVE en Jerusalén, Yolanda Álvarez.
“Hamás 1- Israel 0” titulaba, implacable, en su primer análisis el diario Haaretz. “La operación ‘Margen Protector’ que comenzó con gran apoyo finalizó con Israel avergonzado y confundido”, afirma afirma Danny Danon, diputado del Likud, el partido de Netanyahu.
“Esta es la reacción típica a corto plazo” pero el electorado israelí vuelve a votar a Netanyahu en cada elección, apunta Núñez.
Las críticas a la tregua copan todo el espectro político israelí. La izquierda cuestiona la estrategia política del primer ministro y que haya acabado negociando con Hamás. Las poblaciones del sur de Israel siguen sintiéndose inseguras. Y los partidos de extrema derecha, socios de Gobierno de Netanyahu, ven las condiciones de la tregua como una concesión y piden la destrucción total del grupo islamista, aunque, aseguran, no provocarán una caída del Ejecutivo.
Hamás sale reforzado
Como ya ocurrió en 2012, Hamás sale reforzado. Ha logrado paralizar la vida de los israelíes, sobre todo en el sur del país. Ha suspendido la actividad del aeropuerto de Ben Gurion por primera vez desde la guerra del Golfo, ha llegado más lejos que nunca con sus cohetes -hasta la importante ciudad industrial de Haifa a 100 kilómetros del norte de la Franja- y ha combatido cuerpo a cuerpo a cuerpo con soldados israelíes sin amedrentarse. Y, sobre todo, se ha vuelto a presentar como la única que defiende los intereses de los palestinos.
“La resistencia palestina sale reforzada pese al tamaño de la destrucción y, lo más importante, consigue recuperar la salud de la causa palestina, que estaba soterrada”, señala a RTVE.es Majid Dibsy, periodista y jurista palestino.
También ha conseguido retrasar la desmilitarización de los grupos que operan en la Franja -su principal línea roja- a posteriores negociaciones. Aunque puede que estas nunca se produzcan.
La violencia no es la solución… y ¿tampoco el diálogo?
Cada guerra arroja una lección que ambas partes ignoran. “Desde la guerra del Yom Kipur, Israel ya sabe que por la fuerza no va a conseguir quebrar nunca la resistencia palestina y los palestinos saben que nunca van a derrotar a Israel. Ambas juegan dentro de este marco y eso deriva en que recurrentemente vuelven a la violencia”, advierte el experto en conflictos y mundo árabe.
La violencia es un callejón sin salida. Pero el diálogo también. “Sólo hubo verdadera voluntad de dialogar en los Acuerdos de Oslo en 1993 cuando Yasser Arafat e Isaak Rabin se comprometieron a seguir en la mesa de negociaciones aunque hubieran violencia en las calles”. Pero el asesinato del primer ministro israelí por un ultranacionalista judío rompió esa dinámica y desde entonces las conversaciones de paz nacen muertas de antemano.
“Para los israelíes el proceso de paz es un fin en sí mismo y no un medio para nada. El tiempo siempre juega a su favor porque así puede seguir aplicando una política de hechos consumados que tiene como fin último imposibilitar un Estado palestino mediante la ocupación”, añade Núñez.
La comunidad internacional no existe
Y, entretanto, la comunidad internacional permanece impasible. Nunca antes el mundo había tanto acceso a tanta información. Casi en tiempo real todos hemos podido ser testigos de los ataques a escuelas de refugiados de la ONU, los bombardeos a niños que juegan al fútbol en una playa… Pero nada ni nadie ha detenido la masacre de inocentes.
“Mientras EE.UU. bloquee cualquier resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que perjudique a Israel, no se podrá hablar ni de comunidad internacional ni de justicia”, afirma Núñez. “EE.UU. sabe exactamente cómo gestionar la presión internacional para dar a tiempo suficiente a su aliado a atacar y luego teatraliza una tregua”, añade.
Con la Unión Europea desaparecida y la Liga Árabe volviendo a mostrar su discurso vacío de apoyo a la causa palestina, sólo Egipto puede reivindicar sus esfuerzos para poner fin a la violencia. Pero del cumplimiento del alto el fuego dependerá su éxito o fracaso como mediador.
Objetivos irreconciliables: un callejón sin salida
Y hasta ahora todas las treguas han fracasado. Majed Dibsy cree que, a corto plazo, se cumplirá el acuerdo. “Israel no está en condiciones de violar el alto el fuego. Su campaña militar ha fracasado. No está preparado para una guerra de desgaste tan larga, la presión internacional es muy fuerte y se ha comprometido con Egipto, un aliado más fuerte que cuando gobernaba Mohamed Morsi con el que no se quiere enemistar”, advierte.
Sin embargo, a largo plazo las sensaciones son otras. “Israel ha actuado al margen de la ley internacional todo este tiempo y no hay razones para pensar que no intentará seguir haciéndolo”, reconoce.
El investigador del IECAH también coincide en que no hay nada que haga pensar que esta vez las cosas van a ser diferentes mientras que ambas partes no renuncien a sus posiciones maximalistas. Cada alto el fuego ha sido una cuenta atrás para la próxima ronda de muerte y destrucción.
“Si Hamás no ha sido derrotado militarmente, ni Israel va a aceptar volver a las fronteras de 1967 y no hay ninguna posibilidad por parte de la comunidad internacional de imponer una solución en la ONU todo hace pensar que volveremos al mismo sitio. Queda por saber en qué fecha se producirá el próximo ataque”, concluye.