La guerra en Gaza reivindica a Hamás en Palestina y ante el yihadismo regional
- Su imagen ha salido reforzada entre los palestinos de Gaza
- Aunque los terminos del alto el fuego son parecidos a los de 2012
- Y consigue posicionarse ante la irrupción del Estado Islámico en la región
Poco después de anunciarse el alto el fuego, la céntrica plaza de Al Manara en Gaza era un hervidero. Miles de palestinos coreaban consignas a favor de las 'Brigadas de Izzedín Al Qassam', el brazo armado de Hamás y agitaban al viento banderas del movimiento islamista. En el centro de la celebración, líderes históricos de Hamás, como el Doctor Mahmud Al Zahar, proclamaban “una gran victoria”. Poco parecía importar si tenía o no razón, el movimiento islamista vendía en Gaza el 'triunfo' y reforzaba su popularidad tras haber mantenido una posición más extrema.
“Reforzaremos nuestra unión con la Yihad Islámica y todos los movimientos de la resistencia para liberar toda Palestina”, apuntó Al Zahar. Las condiciones del alto el fuego no se diferencian mucho de las pactadas para el fin de la operación Pilar Defensivo de 2012, pero para Hamás son una victoria.
Antes del conflicto Hamás se encontraba en una posición difícil. Encarcelado al aire libre por el bloqueo a la Franja, con sus fondos paralizados y una grave crisis económica sobre la zona, parecía tener poco margen de maniobra. Las negociaciones entre la Autoridad Nacional Palestina e Israel les dejaron en un segundo plano y su popularidad estaba erosionada.
El fracaso de esas negociaciones le permitió dar un paso ansiado por la mayoría de palestinos: la reconciliación con Al Fatah, que propició la formación de un Gobierno de Unidad Nacional.
Según algunos analistas, el enfrentamiento armado les concedió la oportunidad de mostrarse de nuevo ante su población como la única resistencia capaz de plantar cara a Israel. “Hamas desde el principio estaba casi asfixiado económica y políticamente hablando, tendría que llegar a algo con lo que a persuadir a los habitantes de Gaza que la guerra valió la pena”, señalado a Reuters el analista político israelí del Moshe Dayan Center for Middle Eastern Studies, Uzi Rabi.
Desde que se iniciaran las negociaciones en El Cairo, Hamás ha mostrado una postura muy firme, quizás alimentada por la situación local y regional.
Más aislados que antes
El conflicto se inició en un escenario regional muy distinto al del final de operación Pilar Defensivo de 2012. Hamás estaba más aislada de lo que estuvo en otras ocasiones, aunque mejor preparada y entrenada.
Con el golpe de Estado en Egipto que derrocó a los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista palestino perdió a uno de sus más fieles aliados. El nuevo jefe del Gobierno de El Cairo, el mariscal Al Sisi, es abiertamente antislamista, como demuestra su persecución a la Hermandad en Egipto.
El Movimiento de Resistencia Islámico también ha perdido el favor de otro de sus aliados, el régimen sirio. El estallido de la guerra en el país árabe y la polarización en la región por ese conflicto provocó la ruptura de relaciones entre Hamás y Damasco, y con ello uno de sus refugios más seguros. Por su parte, Irán y Hizbulá están demasiado ocupados por los conflictos de Siria e Irak, y la colaboración parece ahora menos fluida que en otras ocasiones.
Hamás y el auge del extremismo islamista en la región
La evolución del conflicto sirio ha generado también un nuevo factor que amenazaba la hegemonía de Hamás entre sus seguidores islamistas: el auge de movimientos yihadistas extremos e impredecibles tales como el Frente Al Nusra (la franquicia de Al Qaeda en Siria) o el Estado Islámico, que han polarizado las posiciones islamistas en la región.
El Estado Islámico creció al abrigo de la guerra en Siria. Su reciente ofensiva en Irak, consiguiendo lo que no logró la Al Qaeda de Bin Laden - dominar un territorio e instaurar allí un califato-, ha reforzado su imagen entre los partidarios islamistas más radicales. Por otra parte, el auge de estos movimientos ha creado un temor internacional hacia el islamismo y una urgencia de actuar contra él, que puede arrastrar a Hamás.
Netanyahu asegura que Hamás y el IS son “ramas de un mismo árbol”. En realidad, ni los métodos de Hamás son tan extremos ni su agenda tan regional. El artículo 1 de su carta fundacional marca un programa ideológico basado en el Islám y el artículo 8 de establece que “Alá es su meta, el Profeta es el modelo, el Corán su constitución y la yihad es el camino”. El objetivo final de Hamás es crear una Palestina islámica, no aconfesional, pero su prioridad es la lucha contra Israel.
No obstante, Meshal se ha esforzado en asegurar que el movimiento nada tiene que ver con el EI. "Que nadie nos compare con el Estado Islámico. Ellos pertenecen a un fenómeno totalmente diferente; estamos luchando contra la agresión en nuestra tierra", dijo.
El movimiento islamista se ve amenazado por ese yihadismo que apunta a su mismo público y no olvida Palestina. "Es sólo cuestión de tiempo y paciencia antes de que el Estado Islámico llegue a Palestina para luchar contra los bárbaros judíos”, escribió el IS en una de sus cuentas de Twitter a finales de julio.
Y los líderes de Hamás también lo temen. “En nuestro lugar puede aparecer el Estado Islámico”, comentaba en julio a la agencia rusa RIA Novosti uno de sus líderes, Musa Abu Marzuk. En eso coincidió con el jefe de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa de EE.UU., Michael Flynn.
Aunque no ha logrado sus grandes objetivos, Hamás parece haber recuperado parte de su popularidad entre los palestinos de Gaza mostrándose nuevamente como la resistencia mas firme ante Israel. Su imagen en la escena política palestina puede haber salido reforzada. El precio lo ha pagado, sobre todo, la población civil.