En Venecia el tiempo se detiene para hacer negocios
- El mercado el cine es una cita de empresarios convocada desde 2012
- La Mostra propone alternativas a la potencia comercial de Cannes y Berlin
El cine es arte, ciertamente, pero también es un negocio y una industria que mueve millones. Los festivales internacionales, no solo son un escaparate para los directores, sino un punto de encuentro donde las oportunidades se multiplican.
“En Venecia no encadenamos entrevistas cada cuarto de hora…”, argumenta a France Press Pascal Diot, director del mercado del cine de la Mostra.
El mercado, una convocatoria que cumple su tercer año desde que se estrenara en 2012, emplaza a Venecia como alternativa a Berlín o Cannes desde el punto de vista de la actividad comercial, planteando una filosofía que capitaliza el entorno y los siglos de cultura mediterránea.
“Aquí, la distancia más larga entre el mercado del cine y las salas de proyección es de 300 metros, está todo concentrado, al contrario que en Cannes o Berlín, donde es preciso moverse en vehículos”, ha explicado Diot.
Tiempo para pensar y para hablar
Y añade que “Desde el principio, la gente anda más liberada de compromisos, más disponible. Saben que si vienen a Venecia tendrán tiempo para discutir sus proyectos”.
Sin embargo, este argumento no es suficiente para asegurar el éxito de la cita de empresarios. “Nunca tendrá el volumen de los otros festivales, con cientos de stands. Hacía falta añadir algo más en Venecia, además del ‘networking’, otra idea”. Así reflexiona el director el origen de un planteamiento que deja crecer el diálogo.
La tercera planta del lujoso hotel Excelsior, sobre el célebre Lido, es el escenario que Visconti eligió para su Muerte en Venecia. Allí el tiempo se detiene comparado a la efervescente Cannes.
A la derecha, el Club de la Industria se reserva a productores, comerciales y distribuidores. Más lejos, los stands concentran todo aquello relacionado con el universo de la promoción cinematográfica: fondos europeos de Eurimages, el Incaa Argentino, el ruso Roskin, incluidas las organizaciones chinas, por supuesto.