Aliarse o no aliarse, esa es la cuestión
- UPyD reabre el debate sobre un acuerdo electoral con Ciudadanos
- El empuje de Podemos alienta una unión de la izquierda en todos los frentes
- El éxito de una alianza de partidos va mucho más allá de la suma de sus votos
- Han de dirimir cuestiones de programa, organización, visibilidad y liderazgo
Los resultados de las elecciones europeas de la pasada primavera han provocado un terremoto que ha descolocado a muchos líderes, enfrentados a un dilema existencial pero a la vez terriblemente pragmático en vísperas de que 2015 pinte de nuevo el mapa político español: aliarse o no aliarse.
En UPyD, Rosa Díez se ha visto obligada a reabrir este sábado un debate que consideraba cerrado hasta que el eurodiputado Francisco Sosa Wagner lanzó a contracorriente de la dirección el guante de una alianza electoral con Ciudadanos, "un competidor en su mismo espacio".
Enfrente, Podemos ha despertado el interés de la izquierda e IU no quiere quedarse a la expectativa, ante la incertidumbre de si la sensación política del momento es el mejor aliado o el peor rival.
Las cuentas son sencillas y por eso resultan tentadoras. Sumando el millón de votos de UPyD en mayo al medio millón que obtuvo Ciudadanos en su debut nacional, habrían superado a Podemos (1.245.000 votos). En el caso de estos e Izquierda Unida, la suma de apoyos les permitiría soñar con desbancar en el futuro cercano al PSOE. Ergo, ¿por qué no unir fuerzas?
Pues, para empezar, porque la premisa de los votos es engañosa. Hacer cálculos con los alcaldes o los presidentes autonómicos con el mismo patrón con el que se vota a los eurodiputados es política-ficción, recuerdan los expertos en comportamiento electoral. Y porque cuando se habla de coaliciones, uno más uno nunca suman dos.
“"Puede haber más complicaciones con el liderazgo que a nivel ideológico, y eso la gente lo percibe"“
"Una vez que dos partidos se unen no pueden asegurar que sus militantes vayan a estar de acuerdo. Y si no lo están, eso tendrá consecuencias obvias en su movilización durante la campaña y en su capacidad para convencer a los ciudadanos", explica Ignacio Lago, profesor de ciencia política en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Es el factor político o, en realidad, el factor humano, el que altera el producto. “El elector puede ser proclive a que haya unión en lugar de fragmentación, pero el asunto es saber quién es el líder. Puede haber más complicaciones con el liderazgo que a nivel ideológico, y eso la gente lo percibe”, señala Paloma Román, doctora en ciencias políticas en la Universidad Complutense de Madrid.
UPyD y Ciudadanos, ¿pesan más las ideas que los votos?
Así las cosas, para los expertos consultados, UPyD y Ciudadanos podrían tener éxito con una "alianza pragmática" centrada en Cataluña, donde los primeros carecen de infraestructura y los segundos están más asentados.
Equivaldría a un reparto de esfuerzos electorales "a la alemana", tal y como hacen los democristianos de la CDU y la CSU en Baviera, subraya Paloma Román, con especial utilidad en los comicios generales. Eso en la teoría, porque en la práctica, recuerda el politólogo Rubén Sánchez Medero, de la Universidad Carlos III de Madrid, "Ciudadanos ya intentó promover ese acuerdo, ir juntos o ser una marca territorial de UPyD, y ninguna de esas ideas ha prosperado".
“Hasta ahora la dirección de UPyD se ha opuesto a unirse a C's por defender su programa político“
Además, añade Sánchez Medero, los dirigentes del partido de Rosa Díez se empeñan en "demostrar que son muy diferentes a C's en el ejercicio del poder".
Así es. Hasta ahora, la dirección de UPyD se ha opuesto a la unión con Ciudadanos en aras de la coherencia de su programa. "Hay dos modos de crear un partido", ha argumentado Carlos Martínez Gorriarán, responsable de programa y acción política del partido. "Poco a poco y con solvencia, transparencia y coherencia, como intentamos en UPyD, y sumando como sea todo tipo de siglas y chiringuitos para conseguir influencia local sin coherencia alguna ni proyecto, aparte de ganar votos".
A esto, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, ha pedido a UPyD que no "invente" diferencias entre ellos y propone que C's y UPyD sean una "tercera vía" constitucionalista que defienda la economía de mercado, el estado del bienestar y la regeneración democrática.
No solo está en juego la identidad del partido: quién llevaría la voz cantante en una potencial coalición no es un asunto menor. A juicio de Josep Maria Reniu, profesor en la Universidad de Barcelona y experto en coaliciones de gobierno, “nos encontramos con una situación que dificulta el acuerdo, por el choque de figuras mediáticas: Rosa Díez y Albert Rivera”.
IU y Podemos, ¿una alianza o una OPA?
Podemos está en la cresta de la ola y muchos en la izquierda política quieren subirse a ella, testigos de cómo esta formación canaliza el voto del descontento. El último barómetro del CIS mostraba cómo un 27,8% de los votantes de IU en 2011 votó a Podemos en las europeas y, a menos de un año de las elecciones, irrumpen como tercera opción política en intención de voto.
Los recién llegados quieren darse tiempo a terminar de organizarse y hasta que concluya su proceso organizativo, a mediados de noviembre, postergarán cualquier acuerdo. En IU, donde dicen que “las alianzas forman parte de su ADN”, creen que están llamados a entenderse y que las propuestas de izquierda alternativa en España no se pueden llevar a cabo sin ellos.
Pero es reconocible su debilidad hoy por hoy en el terreno del marketing político. “IU pasa de ser la que agrupaba y sumaba fuerzas de izquierda (incluso Podemos en un momento dado) a ser la que no tiene el empuje electoral, que tienen otros, sobre los que gravita ahora la izquierda”, subraya Rubén Sánchez Medero.
““Queda por ver hasta qué punto un movimiento que critica el 'statu quo' responde al reto de institucionalizarse a sí mismo"“
“IU no tiene nadie a la altura mediática de Pablo Iglesias. Una alianza electoral podría parecer una OPA de Podemos”, remacha Josep Maria Reniu.
¿Y entonces? Reniu cree que “el caso de Podemos hay que tomarlo con mucha cautela. No está tan claro que el votante de las europeas vaya a fidelizarse con la formación”. “Queda por ver hasta qué punto un movimiento que critica el statu quo responde al reto de institucionalizarse a sí mismo y responder a las demandas cotidianas del ciudadano en cada municipio y comunidad autónoma”, añade.
El mejor pacto, ¿uno de no agresión?
Y ha de resolver la cuestión organizativa. “Podemos tiene un líder que lanza un mensaje en televisión y llega a cualquier municipio. Pero en las elecciones municipales necesitas 8.000 candidatos que no se tienen de un día para otro. Y Podemos tendría problemas para encontrar en tan poco tiempo candidatos y equipos que sostuvieran sus campañas”, considera Ignacio Lago.
Quizá por eso, esta nueva izquierda emergente busca acuerdos para las municipales por otras vías, al calor de otros movimientos alternativos, exportando a diferentes ciudades el modelo de Guanyem Barcelona, abanderado por la activista Ada Colau.
“La unión de partidos podría ser ventajosa si suman el 10-15% de votos de media por circunscripción“
En todo caso, el mejor pacto entre estas formaciones podría ser uno de no agresión, señala Josep Maria Reniu, “en zonas donde hay partidos asentados que ocupan ese mismo espacio con mayor solvencia, como puede ser Equo en Valencia o las CUP en Cataluña, para no competir por el mismo electorado”.
Por otra parte IU y Podemos tienen mucho que ganar juntos en las elecciones autonómicas o generales, allá donde su unión supere el 10-15% de los votos, señala Reniu. En este escenario, IU puede aportar su estructura organizativa, “que no va a brindar gratuitamente, pediría a cambio ser cabeza de cartel en las listas”, matiza Paloma Román.
¿Y si hay reforma electoral?
Y, en paralelo a todo este discurrir, otro factor, el del eventual cambio de la ley para la elección de alcaldes, podría alterar drásticamente el curso de los acontecimientos y ser el incentivo determinante que precipite coaliciones a la fuerza.
“Un sistema electoral mayoritario resultante de la reforma podría empujar a grandes alianzas, como modo de paliar la fragmentación e intentar tener opciones”, apunta Rubén Sánchez Medero. Coaligarse ya no sería virtud, sino necesidad; pero esa ya es otra historia.