David Fincher: "Nunca haré una película en la que no me importen los personajes"
- El director promociona en Europa Perdida, su última película
- Fincher imparte una master-class a estudiantes en Madrid
- En el encuentro se proyectó un adelanto del film, que se estrena en octubre
Aprender no es solo hacer camino, también cuentan los maestros que se cruzan en la vida del que aprende, y cuando se trata de una profesión como la de cineasta, en la que casi todo es oficio, resulta fundamental.
Uno de estos maestros, David Fincher (Seven, 1995, El club de la lucha, 1999, Zodiac, 2007, El curioso caso de Benjamin Button, 2008), ha compartido este lunes presencia y algunos secretos con un grupo de alumnos de la escuela de cine TAI en Madrid, donde ha impartido una charla a modo de master-class. El encuentro coincide con la gira promocional de su nueva película Perdida, de la que se proyectó un adelanto de 20 minutos, cuyo tráiler estrenó RTVE.es en julio.
"Se aprende más de los errores que de las teorías", ha señalado el cineasta estadounidense de 52 años que hizo un repaso de sus comienzos en 1980 trabajando para Industrial Light & Magic, la empresa de efectos especiales fundada por George Lucas que se encargó, entre otras películas, de los efectos de las sagas de Indiana Jones y La guerra de las galaxias.
"Nunca haré una película en la que no me importen los personajes", ha afirmado Fincher. Admirado por su eficacia narrativa, refinada como un mecanismo de relojería, el conferenciante hizo hincapié en factores sutiles pero decisivos para asegurar el control del resultado final, tanto del cinematográfico acerca del "uso de las herramientas habituales para mostrar la psicología de los personajes mediante situaciones y reacciones", como del proceso de producción, insistiendo en que "tienes que saber comunicar lo que quieres, y ser conciso".
Comunicación eficaz para un control total
El cineasta ha recordado momentos como el rodaje de La habitación del pánico (2002) protagonizada por Jodie Foster en la que tuvo que trabajar con niños, y "85 personas metidas en la misma estancia reducida". También ha recomendado explorar los límites con el equipo y los actores, "las tomas tienen que ser buenas siempre, 15 tomas, 15 veces buenas, y además tienes que ser bueno a la vez que tu compañero es bueno".
Fincher decide el montaje final de sus películas, desde hace varias, y su firma garantiza la autoría y la consiguiente fidelidad de sus seguidores. La fórmula de esta independencia creativa pasa por los resultados, obviamente, pero sobre todo por un conocimiento profundo y absoluto del resultado perseguido y saber transmitirlo. "El cine es un proceso colaborativo (...) Hay que entusiasmar a mucha gente entre nosotros y lo que queremos hacer para lograr contar lo que queremos contar. Y en mi experiencia, por lo general, la gente es comprensiva cuando le explicas bien los motivos de tus decisiones y lo que quieres conseguir".
Lo dice el hombre que en Seven (1995), una cinta con un presupuesto de casi 40 millones de euros, logró convencer a la productora de mantener un violento e impactante final que ha quedado para los anales de la historia del cine contemporáneo.
La charla también contó con detalles del proceso formativo del cineasta y de la influencia en su estilo de su trabajo en publicidad y televisión. “Mezcla el aspecto comercial y el sello del director de forma extraordinaria, entregando un producto que la gente quiere ver, pero que además la crítica valora positivamente”, aseguraba Jorge Moratal, estudiante de primer curso del grado de cine y asistente al encuentro. En su opinión, el adelanto de Perdida “maneja mucho el estilo de La red social, con flashbacks, y se ven claros muchos rasgos de Fincher, como la iluminación y el uso del ritmo". Iluminaciones en las que abunda el verde y el amarillo "colores que desaparecieron en los 80 y 90 en favor de un color rosa que odio", explicaba Fincher entre las risas de los presentes.
Adelanto de Perdida
Perdida es la adaptación cinematográfica de la novela de Gillian Flynn. Protagonizada por Ben Affleck y Rosamund Pike, se estrenará en España en octubre y gira en torno a la desaparición de una mujer, con su marido como principal sospechoso. "Lo que me atrajo del libro es una idea que nunca me había encontrado antes sobre cómo nos construimos una versión ideal de nosotros mismos, que proyectamos sobre el otro, sin pensar que el otro hace lo mismo", comentaba Fincher añadiendo que "con el tiempo, en una pareja, eso degenera en aburrimiento y en ira. Y te encuentras con que, después de 3 o 4 años de convivencia, no tienes ni idea de a quien tienes delante".
"El cineasta construye un relato de interiores a través de los hechos, sin que nada te distraiga. Se confunden narradores y protagonistas para tejer un guión con precisión milimétrica en una adaptación muy difícil de una gran novela", manifiesta Carlos Reviriego, director artístico del área de cine de la escuela TAI, y añade que "no es un cineasta poético, sino un cineasta de prosa. Se preocupa mucho de que todo sea muy orgánico".
Reviriego es uno de los responsables de la presencia de Fincher ante los estudiantes y justifica la continuación de estas clases extraordinarias: "Cuando el año pasado inauguramos con David Linch, creímos que tocamos techo, pero el encuentro de hoy ha sido un éxito".
Juan Francisco Viruega, coordinador de estudios en la escuela reconoce el éxito de la convocatoria a la que han asistido "entre 150 y 200 alumnos" y admite que "es un aliciente muy fuerte para los estudiantes y para la institución".
David Fincher es un director de culto cuyos títulos conforman para muchos una particular biblia del cine. Películas que han consolidado un modo personal de construir un relato. El autor describe el cine como "un medio poderoso que te da acceso al cerebro del espectador durante un par de horas y esto es una responsabilidad". En cada proyección, ante miles de espectadores, "intentamos hacer sentir algo a mucha gente desconocida y al mismo tiempo".