'Minecraft' ya está en manos de Microsoft y sus creadores vuelan libres
- Tras venderla, su creador y dos fundadores ya no continúan en la compañía
- Markus Persson, alma del proyecto, huye de la fama por "una vida sencilla"
- Pese al precio, las posibilidades de videojuego y marca son impresionantes
Hace cuatro años dedicábamos un artículo en esta misma sección a explicar un extraño fenómeno de culto en el mundo de los videojuegos llamado Minecraft. Este juego "retro" había nacido unos meses antes; era una extraño formato de creación de mundos toscos y pixelados sin finalidad aparente. Su creador acababa de dejar su trabajo para dedicarse a trabajar en el juego a tiempo completo. Y su mayor problema era que le acababan de congelar la cuenta de Paypal porque recibió 600.000 euros de las ventas: en la entidad pensaban que era algún tipo de fraude – en realidad eran los primeros compradores, que pagaban 10 euros por copia para apoyar en su desarrollo.
Avancemos la cinta cuatro años: "Notch" (el apodo de su creador, el sueco Markus Persson) y su equipo firman un contrato de venta del estudio Mojang por 2.500 millones de dólares – que probablemente preferirán no recibir por PayPal esta vez. El comprador es bien conocido: Microsoft, cuya división de juegos es una de las más potentes de la compañía. Simultáneamente, Notch y otros dos fundadores del estudio anuncian que en realidad ellos abandonan la compañía (que tenía unos 40 empleados) sin especificar a qué se dedicarán – aparte de dar buena cuenta de esos 2.000 millones de euros, que para entendernos equivaldría a entrar directamente en el "top 10" de las fortunas de toda España.
¿Qué ha comprado Microsoft realmente? Una empresa con unas decenas de empleados pero sin los fundadores ni el alma mater, unas apetecibles marcas registradas, un juego –técnicamente inacabado– que ha vendido 54 millones de copias y es el tercero más vendido de la historia, un código fuente brillante –pero tosco y fácilmente imitable, que habían prometido "liberar" en algún momento– los datos de más de 100 millones de usuarios registrados, los dominios, y por extensión los derechos de merchandising de todo ello.
El tiempo decidirá si todo eso vale realmente 2.500 millones de dólares para Microsoft o no. Porque quizá lo valiera para una empresa pequeña y autónoma, o para un estudio especializado, pero, ¿para Microsoft? Gran parte de eso que ha comprado puede de hecho solaparse con lo que ya posee: muchos de esos 100 millones de clientes también tendrán su Xbox, su Windows o algún producto Microsoft; los empleados no son altísimamente especializados (y los principales se han ido) y raro sería que otras personas reutilizaran el mismo código en el futuro con la misma habilidad que Notch. Todo ello derivado de que, a menos que sea para "matar" una compañía, resulta extremadamente raro comprar el "pack" de la compañía y sus proyectos… dejando escapar por el camino a la mente brillante que lo diseñó todo.
Respecto a las marcas, y aunque se añada el "buen rollo" que el nombre Minecraft generaba entre los usuarios ya han corrido ríos de quejas en las redes sociales sobre la intrusión de Microsoft en lo que muchos usuarios consideran "su" mundo y "su" videojuego. Qué será de Minecraft a partir de ahora es todo un misterio, así como qué sucederá con las versiones para plataformas no-Microsoft que ya existen y las que estaban previstas. Eso sí: cualquier director de marketing mataría por tener un producto así en su catálogo, así que alguien está hoy de suerte en la compañía de Redmond.
Algo parecido le ha sucedido a Notch, que ha sucumbido ante el "poderoso caballero" y ha recogido el mega-cheque con vistas a un futuro personal mejor, a pesar de haber explicado en muchas ocasiones que a él no le importaba el dinero y que el código de su proyecto acabaría siendo de dominio público ("más libre que el software libre"). ¿Lo liberará Microsoft? Se aceptan apuestas.
En su explicación de la operación Notch prácticamente apela a su salud mental, a que no se considera capacitado para gestionar un proyecto de tamaña envergadura –se ha dicho de Minecraft que nunca un videojuego cambió tanto el panorama de los juegos de ordenador– e incluso afirma que si alguna vez vuelve a hacer algo exitoso "lo abandonaría inmediatamente". En el documental The Story of Mojang ya se adivinaba en él un carácter introvertido y poco dado a la popularidad y la fama. Al creador vietnamita del popular y exitoso "Flappy Bird" le sucedió algo parecido también hace poco, aunque a otra escala. Así que algún psicólogo debería examinar estos casos: sin duda se aprendería mucho.
Pero la explicación más sencilla suele ser la correcta: si lo que le gustaba a Notch era desarrollar, jugar y programar experimentos y uno de ellos tuvo tanto éxito que alguien se presentó con un cheque por más dinero del que jamás hubiera podido soñar, es humano tragarse las palabras, tomar el dinero y esperar volver al olvido – fin de la historia. Quizá sea una decepción para los fans. Pero es razonable pensar que quiera dedicar su futuro a su mujer, la familia y los amigos. Sobre elecciones tan íntimas y personales poco más se puede decir, excepto que su decisión, como su carácter, parecen totalmente inocentes y desde luego el camino que ha elegido no tiene por qué dañar a nadie.