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Los misioneros españoles lamentan la muerte de García Viejo que ven como un referente

  • Recuerdan la entrega de "tantos" misioneros que "dan la vida" por los demás
  • Obras Misionales Pontificias está "muy preocupado" por la "falta de recursos"
  • García Viejo falleció en el Hospital Carlos III, donde ingresó en estado "grave"

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Los restos mortales del misionero García Viejo son incinerados de forma urgente

El director de Obras Misionales Pontificias (OMP), Anastasio Gil, ha lamentado la muerte del religioso Manuel García Viejo a causa del ébola y ha subrayado que su vida es un "necesario punto de referencia" para todos. Así, ha recordado la entrega de "tantos y tantos" misioneros que "dan la vida de manera total a favor de los demás aun a riesgo de la suya".

En un comunicado, Gil ha recordado que García Viejo estaba en Sierra Leona por su vocación misionera, "para ir al encuentro de los más pobres y vulnerables".

"Entre ellos se hizo débil con los débiles, hasta el punto de morir como tantos otros, víctimas de esta enfermedad para la que la medicina aún no tiene respuesta eficaz", ha destacado el responsable de Obras Misionales Pontificias.

"Profundo dolor en San Juan de Dios"

Con la muerte de García Viejo "ha vuelto a reproducirse un profundo dolor en la familia hospitalaria de San Juan de Dios", que "afecta a la Iglesia entera en la persona de los misioneros".

Obras Misionales Pontificias "se une al dolor y a la plegaria de la familia de sangre y religiosa del hermano Manuel" y siente su muerte "como la sienten los misioneros al tener noticia de la muerte de uno de los suyos".

Sin embargo, en estos momentos de dolor, Gil ha destacado que los misioneros mantienen "la esperanza y la fidelidad para seguir estando donde están esos hermanos suyos a los que sirven".

"Su testimonio de vida sigue siendo necesario punto de referencia", ha subrayado Gil, quien ha mostrado su esperanza en que la ciencia encuentre pronto la respuesta adecuada a esta enfermedad, "que tanto dolor y desasosiego está originando en algunos territorios de misión".

"El dramatismo de esta muerte nos produce una cierta rebeldía, porque a mí me parece que habría que ser más diligentes para buscar unos recursos farmacológicos capaces de luchar contra esta enfermedad diabólica", ha apuntado en declaraciones a Europa Press.

"Faltan recursos"

Por otro lado, Gil ha recordado que este miércoles habló con el hermano Moisés de la Orden de San Juan de Dios y le dijo que estaban "muy preocupados" por el estado de salud del hermano Manuel pero "no menos preocupados" por la situación de los países donde se está expandiendo el ébola y donde "faltan recursos". De hecho, le comentó que los dos hospitales que tienen en Liberia están "bajo mínimos" lo que les produce "un gran dolor".

En cualquier caso, Gil considera que ni la muerte del sacerdote Miguel Pajares el pasado mes de agosto también a causa del ébola, ni la de García Viejo son "muertes estériles" pues "van a dejar poso en la ciudadanía española" de forma que "mucha gente" no solo valorará "la figura admirable del misionero" sino que se dará cuenta de que "vale la pena entregar la vida por los demás".

Vale la pena entregar la vida por los demás"

Según ha precisado, estos misioneros, están allá "por su vocación misionera, por su fe" ya que "la radicalidad de la fe cristiana lleva a seguir los pasos de Jesús que en algunos casos comporta la entrega de la vida". Por ello, el director de OMP ha dado "gracias a Dios por haber tenido la oportunidad de conocer a esta persona, su vida y entrega total".

No recibía ningún tratamiento experimental

Manuel García Viejo falleció este jueves en el Hospital Carlos III de Madrid, donde se encontraba ingresado desde el pasado lunes de madrugada. El misionero, que no recibía ningún tratamiento experimental contra el virus del Ébola, que se ha cobrado cerca de 3.000 vidas en África Occidental, era director médico del Hospital San Juan de Dios de Lunsar (Sierra Leona).

El religioso, de 69 años, ingresó en estado "grave", deshidratado, con síntomas de fiebre alta y una "afección hepatorrenal marcada", según el diagnóstico inicial del equipo médico que le atendía.

Desde su ingreso se estudiaba un tratamiento alternativo al ZMapp, que ya se administró al religioso Miguel Pajares, al encontrarse agotada esa medicina.