La guerra de Siria, en manos de dos cirujanos
- MSF nos acerca a un día cualquiera de dos cirujanos en Jordania
- Se dedican a la reconstrucción de rostros y piernas deformados por la guerra
- La población necesita ayuda médica urgente tras cuatro años de conflicto
Amanece en Jordania. Dos cirujanos empiezan a hacer la ronda, reconociendo a un paciente gravemente herido tras otro y sabiendo que pronto vendrán más. Cada día le echan un pulso a la muerte y tratan de engañar al dolor. Nadie como ellos sabe cuál es el verdadero coste de la guerra siria.
El doctor Haydar Alwash ha pagado el precio por partida doble. Nació y creció en Irak. Fue un refugiado de la guerra del Golfo que ahora trabaja con Médicos Sin Fronteras como cirujano purgando pecados que él no cometió. “Cuando era refugiado no pude brindar ayuda médica a mi gente”, afirma.
Las explosiones le recuerdan que la guerra nunca está lejos de Ramtha, una ciudad en el noreste de Jordania a casi cinco kilómetros de la frontera siria. “Todos nuestros pacientes han resultado heridos en este conflicto”, sobre todo a causa de bombas y disparos, cuenta Alwash. “Nuestro trabajo consiste básicamente en salvar sus vidas, en llevar a cabo procedimientos quirúrgicos que salven vidas o preserven miembros del cuerpo”.
Dos amputaciones y una sonrisa
El cirujano pasa ronda y se detiene junto a la cama de Rakaya. Inevitable dedicar una mirada especial a esta superviviente. “Mi madre, un vecino y yo íbamos a otro vecindario estábamos a punto de irnos y nos alcanzó un misil. Mi madre y nuestro vecino murieron y yo estaba herida. Sentí que no tenía piernas. Luego quedé inconsciente”, cuenta la joven, de 14 años.
Ha sufrido una doble amputación. Lleva siete operaciones y Alwash le practicará dos más como parte del proceso para prepararla para las prótesis que deberá usar el resto de su vida. El doctor la consuela: “Sólo dos operaciones más y si Dios quiere no tendrás más dolor”. Y ella le sonríe.
El cirujano sigue la ronda. Sami, de 22 años, al que le han practicado cuatro cirugías. Malik, de 14 años, que perdió una pierna y sufrió heridas graves en un brazo y su otra pierna. Y así hasta que se va casa a las 8 de la tarde para regresar de nuevo a las 2 de la mañana. No hay descanso. Una explosión ha herido a dos adolescentes y hay que operarles.
El lado humano de las cifras
Las cifras son apabullantes. En su cuarto año, el conflicto ha matado a más de 150.000 personas y ha obligado a abandonar sus hogares a más de 9 millones de personas: 2,8 millones han salido del país y 6,5 se hallan desplazadas dentro de Siria. El número de heridos es incalculable.
“Cuando hablamos de Siria falta el factor humano, porque siempre hablamos de cifras”, dice la presidenta internacional de MSF, Joanne Liu. Detrás de cada número hay una persona. Un niño que no puede ir a la escuela porque sus padres no quieran arriesgarse a que le caiga encima un barril cargado de explosivos. Una mujer embarazada que no puede a dar a luz en condiciones seguras. Un anciano que no tiene refugio para pasar el invierno. O un herido que no sabe si llegará a tiempo al hospital antes de quedar mutilado.
En otro centro de Médicos Sin Fronteras, en Ammán, el doctor Ashraf Bustanji trata a los que recibieron una atención médica insuficiente o nula en sus país. Trabaja en un programa de cirugía reconstructiva que ofrece una perspectiva única para ver el desarrollo de los conflictos que han golpeado a Oriente Próximo en los últimos años. Se creó en 2006 para tratar originalmente a los iraquíes heridos en la guerra de Irak. Con el comienzo de la primavera árabe, y a medida que se desataron otros conflictos, el equipo de MSF en Ammán empezó a tratar a pacientes de Gaza, Libia, Yemen y Egipto. Ahora, el 42 % de las nuevas llegadas son de pacientes sirios.
“La mayoría de estos pacientes vienen con varias tragedias“
Cirugía reconstructiva
“La mayoría de estos pacientes vienen con varias tragedias. Vienen con la tragedia en sí misma, que es la deformidad, y la otra tragedia que es perder a un ser querido”, explica el doctor.
Bustanji reconoce a un iraquí de 19 años que sufrió heridas graves en la mandíbula hace varios años y que ha necesitado una importante cirugía reconstructiva, porque los pésimos cuidados que recibió le causaron deformidades y otras complicaciones. Después, el médico pasa consulta a una de las pacientes que han sido tratadas en el proyecto de Ammán: una niña yemení de ocho años que sufrió quemaduras en buena parte de su cuerpo. La artillería no distingue entre adultos y menores. Muchos de los que llegan aquí con secuelas de por vida son menores.
El camino hasta la recuperación es largo y difícil. Puede llevar meses o años. No sólo es la cirugía. También está la fisioterapia y la rehabilitación requeridas para que los pacientes estén preparados para afrontar el resto de sus vidas. Tienen que reaprender el uso de sus piernas o brazos lastimados. Si les falta un miembro, tienen que aprender a usar las prótesis.
Hasta junio de 2014, MSF había ofrecido sus servicios quirúrgicos y de rehabilitación a más de 3.000 pacientes en Ammán, en este cruce de camino donde las consecuencias de diferentes guerras se dejan ver de forma simultánea.