Cubismo esencial al desnudo
- El Metropolitan presenta la mayor muestra cubista en 30 años
- 79 obras maestras firmadas por Picasso, Juan Gris, Braque y Léger
- La exposición puede visitarse entre el 20 de octubre y el 16 de febrero
Un día de otoño de 1906, Pablo Picasso y Henri Matisse coincidían casualmente en el apartamento parisino de los coleccionistas Leo y Gertrude Stein. El pintor francés guardaba celosamente bajo la chaqueta una figura de madera que Picasso insistía en inspeccionar. El español logró su propósito y la inquietud que produjo en él la visión de esa imagen fue el primer paso que inspiró Las señoritas de Avignon (1907), el cuadro que condujo a uno de los movimientos artísticos más influyentes del siglo XX: el Cubismo.
La estatuilla era una talla africana representando una cabeza, y si bien carecía de realismo fidedigno, su potencia icónica resultó arrolladora para el joven pintor que acabaría reformulando su manera de mirar. En los años siguientes, este capítulo del arte moderno se consolidaría en un grupo de autores liderado entre otros por el propio Picasso.
Este martes se ha presentado en el museo Metropolitan de Nueva York la exposición Cubism: The Leonard A. Lauder Collection, un conjunto de 79 pinturas, trabajos sobre papel y esculturas, obras maestras esenciales de los cuatro principales maestros cubistas: Pablo Picasso, Georges Braque, Juan Gris y Fernand Léger.
Entre los días 20 de octubre y 16 de febrero, podrá contemplarse por primera vez en su totalidad esta colección reunida a lo largo de 40 años por Leonard Lauder, conocido mecenas y magnate de los cosméticos (presidente emérito del grupo Estée Lauder). Considerada como la muestra más importante sobre Cubismo desde hace más de 30 años, se añade al acontecimiento la publicación de un amplio estudio sobre los cuatro artistas coordinado por los comisarios de la exposición.
Comprendiendo el cubismo
La colección incluye obras clave para entender la evolución del movimiento. Dos de ellas son de Georges Braque, La terraza del hotel Mistral (1907), un paisaje que señala la transición desde el fauvismo al cubismo del autor, y el conocido Árboles en L'Estaque (1908), que marca el inicio de la tendencia.
17 obras de Braque, 15 de Juan Gris, 15 de Léger y nada menos que 34 de Picasso podrán contemplarse, destacando entre ellas un grupo inusualmente numeroso de seis collages de Juan Gris, entre ellos Hombre en el café (1919), y un conjunto de las famosas series de Léger Contrastes de Formas.
Más de la mitad de la colección se centra en el período comprendido entre 1909 y 1914, durante el cual los inseparables Picasso y Braque colaboraron estrechamente. Liderados por ambos artistas, los cubistas desmontaron la perspectiva tradicional "revolucionando la manera de ver el mundo", en palabras de Juan Gris, allanando el camino de la abstracción pura que dominaría el arte occidental durante más de medio siglo.
Primeros pasos
Estará presente el paisaje El molino de aceite (1909), una de las primeras obras cubistas de Picasso que se reprodujeron en Italia, y su Bodegón con ventilador: "El Independiente" (1911), uno de los primeros trabajos en los que el genial malagueño experimentó con diseños tipográficos en su pintura.
La colección de Lauder además de ser un tesoro en si misma, vertebra una línea de comprensión con principio y fin. Y lo demuestran piezas elegidas, como Plato con frutas y vaso (1912). Firmada por Georges Braque, supuso un punto de inflexión dentro del cubismo y el primer collage cubista, un género considerado revolucionario pues permitía combinar el concepto readymade de Duchamp añadiendo objetos a la composición.
Picasso consideró a Cézanne, un artista bien representado en el Metropolitan, el origen del arte moderno. Fue aquel que dió sentido a la actitud del artista que no solo reproduce, sino que expresa un criterio de observación haciendo uso de su formación como pintor y la capacidad de resumir en términos pictóricos.
Muy poco después de dar a luz a Las señoritas de Avignon el líder cubista tendría la oportunidad de hacer buena la posición defendida por el que estimaba su maestro: "ver no es creer, sino someter a juicio". Tras mostrar el retrato cubista de Gertrude Stein a su hermano Leon, éste se quejó escéptico por la falta de parecido. Entonces, Picasso vaticinó a aquellos en cuya casa halló el chispazo que ayudaría a engendrar el cubismo: "no se preocupe, ya se le parecerá". Una vieja y conocida anécdota que ilustra la fuerza de un arte aún desconcertante.