John Banville: "He dedicado mi vida a batallar con las frases"
- El novelista irlandés ha recogido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras
- Defiende la “batalla” de la escritura pese a su imposibilidad de expresar la realidad
- Lee el discurso de John Banville íntegro
En un conciso y hermoso discurso, el escritor irlandés John Banville ha defendido la “batalla” de la escritura frente a la imposibilidad de expresar la realidad, durante la entrega del Premio Príncipe de Asturias de la Letras.
“La invención más trascendental de la humanidad es la frase. Han existido grandes civilizaciones ignorantes del concepto de la rueda, pero poseían la frase, pues sin ella no habrían sido ni grandes ni civilizadas”, ha declarado el novelista, de 68 años, al comenzar su discurso en el Teatro Campoamor de Oviedo. “Con frases pensamos, especulamos, calculamos, imaginamos. Con frases declaramos nuestro amor, declaramos la guerra, prestamos juramento. Con frases afirmamos nuestro ser. Nuestras leyes están escritas con frases. No es desatinado afirmar que con frases está escrito nuestro mundo”.
El autor de el El mar, ha defendido el valor de la ambigüedad del lenguaje porque refleja la ambigüedad misma de la realidad. “Otros defenderán tesis distintas. El científico dirá que nuestro supremo logro como especie es la invención de las matemáticas. Y, ciertamente, el lenguaje de las matemáticas posee una sublime belleza. En su rigor radica su aliento” ha dicho. “No obstante, el máximo aliento de la frase, y por ende del lenguaje, radica, precisa y gloriosamente, en su carencia de rigor. Por sencilla, directa y clara que sea una frase, siempre se revelará ambigua. Y la ambigüedad es la esencia de la vida”.
La imposibidad de atrapar la realidad
Banville, que utiliza el pseudónimo de Benjamin Black para sus novelas negras ha desarrollado esa imposibilidad epistemológica del lenguaje de la que, según defiende, nace la belleza. “El lenguaje de las frases abraza la realidad en un esfuerzo incesante por abarcarla, contenerla, expresarla. Vano esfuerzo, como debe ser. La esencia de la realidad se encuentra, esencialmente, fuera de nuestro alcance. No existe la cosa-en-sí: sólo existen las relaciones entre las cosas. Todo es contingencia. Como dijo bellamente Emerson: “Vivimos entre superficies y el verdadero arte de la vida consiste en deslizarse bien. Podemos pensar que el lenguaje no pinta nada, pero pinta hermosas realidades”.
En un elogio hemingwayano del valor de persistir frente a la derrota, Banville ha dicho que los escritores “afilamos nuestras frases para que alcancen el corazón de las cosas”, para continuación negar la mayor: “nunca lo conseguiremos, pero como bien sabía mi compatriota Samuel Beckett, nuestra gloria estriba en persistir, desalentados, pero no vencidos”.
Para resumir su tesis ha recitado unos versos del poeta austriaco Rainer Maria Rilke en “Las elegías de Duino”:
¿Estamos acaso aquí para decir: casa,
puente, fuente, puerta, vaso, árbol frutal, ventana,
a lo sumo: columna, torre?… Mas para decirlo, comprende,
ay, para decirlo así como jamás las cosas mismas
creyeron ser en su intimidad.
Y, como conclusión, una frase que justifica una vida y un oficio: “He dedicado mi vida a batallar con las frases. No puedo imaginar existencia más privilegiada”.