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Análisis

Rusia, el gas y la geopolítica

  • El acuerdo satisface a todas las partes pero no resuelve el problema de fondo
  • Rusia recibe liquidez en un momento delicado y Kiev se asegura el suministro
  • La UE y el FMI pagan parte de la factura a cambio de que Ucrania haga ajustes

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Una mujer ucraniana carga con un paquete de ayuda humanitaria en Donetsk, donde las bajas temperaturas ya han obligado los ciudadanos a encender la calefacción.
Una mujer ucraniana carga con un paquete de ayuda humanitaria en Donetsk, donde las bajas temperaturas ya han obligado los ciudadanos a encender la calefacción.

Fueron días de mucho café y de negociaciones maratonianas, de vuelos de ida y vuelta desde Moscú a Bruselas para tensar la cuerda y volver a aflojarla. Pero finalmente Rusia, Ucrania y la Unión Europea han llegado a un acuerdo para poner fin, momentáneamente, a la guerra del gas.

El gas ruso volverá a fluir hacia el oeste en apenas unos días, cuando se haga el primer pago de la deuda acumulada que Kiev mantiene con Moscú. El acuerdo garantiza el envío de gas a Ucrania hasta finales de marzo de 2015. Y puede gustar más o menos pero, en principio, satisface a todas las partes: a Ucrania, que se adentraba en el invierno sin garantías de poder prender la calefacción; a Rusia, que se asegura la entrada de liquidez en un momento muy delicado para su economía, al borde de la recesión; y a la Unión Europea, que se evita problemas en el tránsito del gas ruso hacia Europa por los oleoductos ucranianos (un tercio del gas que consumen los europeos procede de Rusia, y de esa cantidad, el 50% lo hace a través de Ucrania).

Ahora bien, ¿quién paga la factura del gas ruso? Ucrania sostiene que tiene dinero para financiar gran parte de la deuda acumulada desde noviembre de 2013 hasta junio de 2014, que supera los 3.000 millones de euros. En ese período Kiev no pagó ni una sola factura por el gas ruso, alegando que Moscú había subido exponencialmente su precio tras la revuelta del Euromaidán, que finalmente terminó sacando del poder al expresidente Víctor Yanukóvich, aliado de Moscú. Pero ¿y el resto? ¿Quién pone los otros 1.300 millones de euros que cobrará Rusia hasta que acabe el invierno? Mayoritariamente, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

La UE paga la factura del gas a cambio de reformas

En un momento de crisis y de vacas flacas, a los dirigentes europeos no les conviene vender la idea de que han puesto un cheque en blanco a las autoridades ucranianas. En la sede de la Comisión Europea comparecieron el presidente saliente, José Manuel Durao Barroso, y el también saliente Comisario de Energía, Günther Oettinger. Ambos explicaron que la UE no ofrecerá ningún tipo de garantía concreta , como exigía inicialmente Moscú. Ellos sostienen que el dinero del FMI, los recursos propios del presupuesto ucraniano, y los ingresos que cobra Naftogaz (la empresa gasísitica ucraniana) por el tránsito a través de sus oleoductos, serán suficientes para saldar la deuda y adelantar los pagos por los nuevos envíos.

En el acuerdo firmado, sin embargo, Bruselas habla de “niveles sin precedentes de ayuda de la UE que serán desembolsados en el momento oportuno”. ¿Una ayuda gratuita? Evidentemente, no. Bruselas y Washington exigirán a cambio a Kiev que sigan adelante con el paquete de reformas prometidas, que implican severos ajustes.

La guerra del gas se ha cerrado, pero sigue a expensas de los vaivenes de la geopolítica

¿Y Rusia? ¿Cómo sale de todo esto? Evidentemente Moscú ha sabido jugar con el tiempo, el que marca las horas pero, sobre todo, con el que marca las estaciones. Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, cortó el suministro del gas en junio, saltaron algunas alarmas, pero no todas. Era verano, hacía sol y nadie pensaba en usar la calefacción. La llegada del General Invierno lo ha cambiado todo. Las primeras nevadas en Kiev, que roza ya temperaturas bajo cero, obligaron al gobierno ucraniano a buscar un acuerdo. Moscú, finalmente, ha conseguido que se pague toda la deuda, y que se abone la cantidad que quiere por los nuevos envíos de gas.

Alto el fuego... energético

El oso ruso aguardó para dar el zarpazo. Y esperó a las primeras nieves porque sabía que el tiempo corría a su favor. La foto en Bruselas con Barroso, Oettinguer, los presidentes de Naftogaz y Gazprom y los ministros de Energía de Rusia y Ucrania puede interpretarse como la firma de un alto el fuego energético. Pero es un cuadro dinámico, que queda a expensas de la geopolítica entre dos bandos enfrentados.

El consejero delegado del gigante gasístico ruso Gazprom, Alexey Miller y su homólogo de la ucraniana Naftogaz, Andriy Kovolev, firman el acuerdo temporal del gas. EFE / Thierre Chalier-Comisión Europea

¿En qué momento se firma el acuerdo? Justo cuando la OTAN denuncia que varios aviones de guerra rusos han violado su espacio aéreo, cuando Suecia sospecha que un submarino ruso averiado se esconde bajo sus aguas, cuando sigue abierta la guerra comercial entre Moscú, Washington y Bruselas, y cuando los rebeldes del este de Ucrania se disponen este domingo a elegir a sus nuevos representantes con la bendición de Moscú, y la maldición de Occidente. La guerra del gas se ha cerrado, pero sigue a expensas de los vaivenes de la geopolítica.