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Passenger inunda Madrid de folk en el último concierto de su gira europea

  • Ha repasado temas antiguos y nuevos en su primera gran visita a la capital
  • Ha hecho vibrar a un público entregado que ha coreado sus canciones
  • Ha actuado en Madrid y Barcelona antes de iniciar su gira británica

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El artista británico Michael David Rosenberg, 'Passenger', durante su actuación en Madrid
El artista británico Michael David Rosenberg, 'Passenger', durante su actuación en Madrid

Como la línea que dibuja la comisura de unos labios al final de una sonrisa, como la primera lágrima, tímida, que se asoma a al abismo del cristalino o el frío que recorre el sistema nervioso cuando se eriza la piel; así han sido las sensaciones que ha dejado Passenger a su paso por Madrid y Barcelona. Un carrusel de sentimientos con muy buen gusto, que ha sabido a poco pero que ha sido tan exquisito como un plato de la más alta concina.

“Un inglés raro con barba y pantalones ajustados”, así se ha definido Michael D. Rosenberg (1984). Bendita rareza la suya. Passenger ha hecho vibrar de emoción y felicidad al público que llenaba la sala Arena de Madrid en el que ha sido el primer gran concierto del cantante en la capital y el broche de su gira europea.

Derrochando carisma y simpatía, y hablando un perfecto inglés de Brighton salpicado con pellizcos de español, el cantante y compositor ha sido capaz de meterse al público en el bolsillo con sus ritmos folk-rock y su media sonrisa a golpe de temas nuevos, antiguos y algún que otro homenaje.

Passenger no es una banda

“Os pido disculpas”, ha dicho nada más salir al escenario. “Tal vez pensabais que era una banda. Habéis escuchado el disco y habéis dicho ‘qué buen grupo’ o habéis comprado la entrada pensando que veníais a ver a Passenger, la banda”, ha bromeado.

Aunque Passenger suele colaborar con varios músicos y su nombre artístico es la herencia que le dejaron sus compañeros de formación cuando decidieron emprender su carrera en solitario en 2009, esta noche se ha mostrado solo con una guitarra en el escenario y cualquier otro acompañamiento habría estado de más.

Tras un comienzo bastante movido con la crudeza de “Rolling Stone” y el positivismo amargo de “Life’s For The Living”, que ha arrancado gritos y y aplausos, Passenger ha pedido silencio para contar la historia que hay detrás de “Riding to New York”, un bonito homenaje a un motorista con cáncer de pulmón que conoció en Mineapolis.

“Un corazón hambriento”

Entre hermosos momentos de calma y escaladas de pura energía, así ha transcurrido una velada equilibrada en la que el cantante ha pedido en varias ocasiones la ayuda del público y que ha vivido sus momentos álgidos con el humor a raudales de “I hate” y la euforia despertada por “Let Her Go”.

Esta canción me cambió la vida

“Esta canción me cambió la vida”, ha explicado. “Me hizo pasar de cantar en la calle a cantar en festivales, pero también me ha hecho pasar miedo”, ha precisado, para reconocer que no quiere ser flor de un día recordado por una sola canción. Por eso, acto seguido ha pasado a “Wishpers”, tema que da nombre a su último disco, y se ha sorprendido ante una audiencia entregada que conocía la letra.

Antes de ser la estrella que es hoy, Michael viajó por medio mundo tocando sus canciones en la calle. “Incluso lo intenté en Madrid pero la policía casi me mete en la cárcel”, ha bromeado.

Ahora llena estadios pero sigue siendo amante de los recintos pequeños como el que le ha acogido hoy en Madrid. “Es curioso mirar a la audiencia y ver móviles cuando estás esperando ver caras”, ha comentado en una crítica que se está convirtiendo en costumbre entre los cantantes en directo para pedir a su público que guarde los dispositivos al menos por una sola canción.

“La vida es para los vivos”

Tan tradicional como el receso forzoso para regresar luego al escenario para los tres o cuatro últimos temas. Un ritual que esta noche se ha tornado mágico con el público coreando los últimos acordes de “Scare Away The Dark” para pedir el regreso del cantante.

A su vuelta, más energía con “Holes”, la sutileza de un tema antiguo, “Caravan”, que la sala ha acompañado con los silbidos de “una banda de pájaros borrachos”, y una cover de “I’m On Fire” de Bruce Springsteen que ha arrancado aplausos y alguna que otra lágrima.

Cumplido y entregado, Passenger ha elogiado al público madrileño hasta el extremo de alabar el acento español con el que cantaba sus letras en inglés y este le ha devuelto todo ese cariño con creces.

Parafraseando las letras de Passenger, podemos vivir sin una moneda en el bolsillo o con vidas llenas de agujeros y ser felices con momentos como el que se ha vivido esta noche en Madrid, pero no podemos renunciar a seguir adelante porque sino estamos muertos.