Los relojes inteligentes de Samsung y LG, dos smartwatches con distinto planteamiento
- Este viernes se ha puesto a la venta el Samsung Gear S
- Mejora a su antecesor y no depende del móvil para funcionar
- El LG G Watch R es más atractivo, con aspecto de reloj y más barato
Entre otras marcas, como Sony, las coreanas Samsung y LG también comercializan ya los llamados relojes inteligentes o smartwatches, relojes con capacidades más allá de dar la hora y la fecha o de servir como cronómetro: además de todo lo anterior sirven también como interfaz para manejar funciones del teléfono móvil, ver mensajes y notificaciones, atender llamadas, funcionar como guías en la navegación GPS y además como podómetros y medidores del ejercicio físico y hasta del ritmo cardíaco.
En cada caso los modelos más recientes son el Samsung Gear S y el LG G Watch R. Ambos están ya a la venta en España con una característica inicial común de entrada: son demasiado caros (399 y 275 euros, respectivamente).
Parecidos pero diferentes
Aunque en esencia ambos relojes son similares, la ejecución y funcionalidad de uno y de otro resulta ligeramente distinta: el de Samsung está pensado para funcionar como un dispositivo conectado independiente. Dispone de conexión wifi y de una ranura para una tarjeta SIM, como la que llevan los teléfonos móviles, y de su propio receptor de GPS, por lo que el reloj puede operar sin necesidad de estar conectado a un teléfono móvil. El de Samsung utiliza un sistema operativo de Samsung llamado Tizen.
Por su parte el de LG está pensado para funcionar como accesorio a un teléfono móvil Android como el LG G3 o cualquier otro teléfono con sistema operativo Android compatible con la aplicación Android Wear (disponible gratuitamente en la Play Store) que es la que se comunica con el LG G Watch R por Bluetooth.
Exteriormente ambos relojes son aún más diferentes. El de Samsung es de forma rectangular con una pantalla curva, más parecido a una pulsera cuantificadora (de las utilizadas para medir el ejercicio físico) sobredimensionada y con una pantalla curva (de 2 pulgadas y muy nítida pero con que hace demasiados reflejos), resultando en un aspecto alejado de los relojes convencionales de pulsera; el de LG es todo lo contrario: tiene el aspecto y tamaño de un reloj convencional en el que la esfera es una pantalla OLED de 1,3 pulgadas, táctil y muy nítida.
El resultado es que el de Samsung resulta más aparatoso y tiene un aspecto algo más pobre al ser totalmente de plástico, a pesar de su precio más elevado. El de LG en cambio es más discreto y “llevable”, más cómodo y en reposo prácticamente pasa por un reloj convencional. La caja del Watch R es de metal y la correa es de cuero, lo que lo hace más atractivo, aunque en esto influye mucho el gusto de cada uno.
Una virtud adicional del modelo de LG es que la correa es de ancho estándar, por lo que en teoría se puede cambiar por cualquier otra en una relojería; la correa del Samsung en cambio es propietaria y cambiarla cuesta unos 50 euros.
Ambos relojes son resistentes al agua y al polvo y necesitan de una base de carga propia para la batería, lo que dificulta cargarlos y hasta viajar con ellos.
Notificaciones y manejo por voz
Ambos relojes muestran en pantalla las notificaciones recibidas en el teléfono, por ejemplo cuando llegan mensajes o llamadas. En los dos relojes desde el teléfono se configura qué notificaciones se quieren recibir en el reloj y otros aspectos del mismo.
Según el tipo de notificación o la aplicación que la haya producido desde el reloj se pueden hacer unas cosas y otras o nada, simplemente ver la notificación. No es posible, por ejemplo, contestar un mensaje de WhatsApp desde el reloj, como mucho abrir desde el reloj ese mensaje de WhatsApp el teléfono para escribir y enviar la respuesta.
Aquellas aplicaciones que estén disponibles para el reloj y se ejecuten en él sí permiten el manejo directo desde la muñeca, por ejemplo dictar una nota de voz, un correo electrónico o un SMS. El Samsung dispone de un teclado en pantalla pero resulta demasiado pequeño para escribir con comodidad, del mismo modo que el navegado web Opera que incluye resulta muy poco práctico y más incómodo que las “tarjetas” de Google Now que utiliza el de LG.
Algo más cómodo sería en teoría el uso del reloj a través de la voz. En el caso del Samsung mejora algo respecto a su predecesor y en el caso del LG funciona a través del manejo por voz de Google y de Google Now, iniciándose con el famoso 'ok, Google' a partir del cual se pueden dictar textos para búsquedas, consultas, notas o de comandos para funciones del teléfono. En ninguno de los dos casos el manejo por voz es todo lo cómodo y fácil o natural de utilizar que sería deseable y hasta necesario.
Medición del ejercicio y de las pulsaciones
En la parte posterior de la caja del reloj ambos modelos disponen de un medidor de la frecuencia cardíaca, de modo que en cualquier momento le puedes pedir esa medida al reloj. Pero no es inusual que falle la medición y haya que hacer un par de intentos. También la medición puede variar mucho incluso cuando se toma dos veces seguidas (tanto como 58 ppm primero y 98 ppm un minuto después), así que diría que la precisión es bastante baja, pero habría que compararla con un tensiómetro “de verdad”.
También ambos relojes miden los movimientos y los pasos. En el caso del Samsung el podómetro es más preciso ahora que el reloj dispone de receptor de GPS y por tanto conoce con exactitud la velocidad y la distancia recorrida. Todos esos datos pueden enviarse a aplicaciones de seguimiento de la actividad física.
¿Cuál elegir?
Si tuviera que elegir me decidiría por el LG G Watch R, por varios motivos. Primero porque su aspecto que es mucho más atractivo, en mi opinión. También es algo más barato (275 euros) que el Samsung Gear S (399 euros). Además el de LG utiliza el sistema operativo Google Wear que funciona con cualquier teléfono Android y puedes cambiar la correa en la relojería del barrio.
También sucede que el de LG he tenido ocasión de probarlo por mi cuenta en el "mundo real", mientras que el Samsung Gear S solo tuve ocasión de probarlo en una demostración ensayada y controlada, lo que hace que sea mucho más complicado evaluar el producto y saber cómo es convivir con él “de verdad”.
Pero teniendo en cuenta que los relojes inteligentes están aún demasiado verdes y que son un duplicado en miniatura del teléfono móvil que uno siempre lleva encima por ahora en mi opinión resulta difícil justificar su compra; al fin y al cabo cuestan más que el precio promedio de un teléfono móvil Android. Aunque tampoco se puede negar que son un curioso anticipo de la tecnología que está por llegar.