El arzobispo de Granada pone su cargo en manos de la Iglesia tras la denuncia de presuntos abusos
- Varios sacerdotes han sido apartados del ejercicio por los presuntos abusos
- Un joven denunció haber sufrido durante años presuntos abusos sexuales
El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, ha asegurado este miércoles que vive con un "profundo dolor" la investigación sobre un posible caso de abusos sexuales en su Archidiócesis, por la que varios sacerdotes han sido apartados del ejercicio, y sobre la posibilidad de presentar su renuncia ha dicho que su vida está en manos de la Iglesia y del Santo Padre.
"Si es que esto es verdad, yo lo vivo con un dolor tremendo, porque es la herida más grande que puede suceder, que alguien que ha decidido la misión de cuidar de las personas, pueda abusar de la confianza, repito, si es que eso ha sucedido, eso lo tienen que decidir las autoridades judiciales tanto canónicas como civiles", ha indicado Martínez.
Así lo ha expresado este miércoles a la salida de la tercera sesión de la CIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, que se celebra desde el lunes hasta el viernes y a la que el arzobispo ha acudido este miércoles.
Investigación sobre once personas
El arzobispo ha aclarado que hay nueve sacerdotes y dos seglares acusados en la investigación de los hechos, aunque ha precisado que en las indicaciones que recibió del Vaticano se le dieron instrucciones para "aplicar medidas cautelares a tres sacerdotes". "Los otros pueden ser conocedores pero no han intervenido", ha precisado, basándose en la declaración del joven.
Sobre las críticas por no haber tomado medidas contra el resto de acusados, Martínez ha aclarado que no lo hizo porque a mediados de octubre la "presunta víctima" le pidió que detuviese toda actuación para que pudieran actuar las autoridades judiciales.
Además, ha comentado que, posteriormente, recibió una providencia del Juzgado en la que se le dijo que no hiciera nada para no interferir en dichas actuaciones judiciales.
Monseñor Martínez ha explicado que se enteró del presunto caso de abusos a mediados de agosto, no por la Santa Sede sino por una carta que el joven denunciante depositó en el arzobispado en la que contaba que había escrito al Pontífice. En ese momento, según ha recordado, llamó al chico y estuvo con él dos horas hablando.