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Muñoz Molina: "El sello de la esclavitud es tan atroz en EE.UU. que es muy difícil que se elimine"

  • El escritor presenta nueva novela, Como la sombra que se va
  • Sigue los pasos de James Earl Ray, asesino de Martin Luther King
  • En paralelo cuenta el proceso de creación literaria de El invierno en Lisboa

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Muñoz Molina recrea la huida del asesino de Luther King a Lisboa en 'Como la sombra que se va'

El capricho del azar ha jugado a su antojo con la nueva novela de Antonio Muñoz Molina, Como la sombra que se va (Seix Barral, 21,90€), que sigue los pasos de James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King, durante los poco más de dos meses que estuvo fugado tras disparar mortalmente en Memphis el 4 de abril de 1968 a uno de los máximos exponentes de la lucha contra la segregación racial y defensor de los derechos civiles de los afroamericanos: el día que el escritor jiennense entregó el manuscrito, el pasado 9 de agosto, moría en Ferguson (Misuri) el joven negro Michael Brown por los disparos del policía Darren Wilson; este 25 de noviembre, cuando la novela ha salido a la venta, un jurado dejaba libre a Darren Wilson.

Con los disturbios raciales en las calles de Ferguson y las protestas extendidas a otras ciudades estadounidenses recrudeciéndose por la exoneración de Wilson, Muñoz Molina, gran conocedor del país americano pues vive a caballo entre Nueva York y Madrid desde hace años, ha presentado este jueves su novela a la prensa. Su análisis sobre el racismo en EE.UU. es contundente: "La posición de los negros en la sociedad americana es distinta a la de los hispanos o los chinos porque el sello de la esclavitud es algo tan atroz que es muy difícil que se quite".

Aunque concede que el progreso en los últimos años ha sido "inmenso" y sería "injusto" no reconocer avances como el hecho de que haya un presidente afroamericano, el escritor considera determinantes más allá de ese racismo, la pobreza y el "tremendo crecimiento de las desigualdades sociales", que acrecienta las diferencias entre negros y blancos, además del "carácter horriblemente primitivo y clasista" del sistema judicial estadounidense y su "vengativo" sistema penitenciario, con una población afroamericana reclusa del 43% pese a que solo son un 13% de los habitantes.

Lisboa, cruce de caminos

Precisamente la pasión de Muñoz Molina por el "ejemplar y heroico" Movimiento por los Derechos Civiles en EE.UU. fue lo que acabó llevándole a escribir Como la sombra que se va. Aunque aún tuvieron que intervenir los "azares" y las "cosas inconscientes" que finalmente participan, en su opinión, en el proceso de creación literaria, sobre el que también reflexiona su última obra.

Así, la lectura de un libro sobre James Earl Ray de Hampton Sides le hizo descubrir que, durante su fuga, el asesino pasó diez días en Lisboa tratando de conseguir un visado para Angola. Y, aunque "las novelas siempre están a punto de no existir", conocer ese dato le produjo al autor una "emoción particular" por su "importante conexión personal" con la capital portuguesa, en la que se ambienta El invierno en Lisboa, la novela que le dio el éxito y le cambió radicalmente su vida -ganó con ella el Premio Nacional de Narrativa-.

Sobre esa circunstancia lisboeta escribió un artículo en 2010, tras lo que la idea le estuvo rondando por la cabeza durante un tiempo. Cuando en 2012 volvió a Lisboa con motivo del 26 cumpleaños de su hijo Arturo, vio claro que debía escribir una novela en la que, paralelamente a la reconstrucción del día a día del fugitivo, Muñoz Molina desvela cómo viajó a esta capital para escribir El invierno en Lisboa -viajó allí por primera vez cuando su hijo acababa de nacer- y teoriza sobre la creación literaria.

Con una voz narrativa que "se metamorfosea" y cambia de un capítulo a otro -"mis héroes literarios son gente que han usado mucha la libertad de contar como Cervantes, Melville o Proust", revela-, el autor nos pone en la piel de Ray, el asesino que jamás miraba a los ojos, olía a desodorante y brillantina y se buscaba a diario en la lista de los 10 hombres más buscados por el FBI; en la del Martin Luther King, que el 4 de abril de 1968 había salido al balcón del Lorraine Motel para aliviar el fuerte olor de su crema de afeitar y que aprovecha el impasse para reflexionar sobre su momento de desánimo vital; y en la del propio Muñoz Molina, 25 años más joven que entonces era funcionario municipal y escribía en su tiempo libre a modo también de huida de su vida anodina.

La abundancia de información

Otro de los factores que han coadyuvado a que el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013 se animase a contar la historia del asesino de Martin Luther King -que publicará en EE.UU. Farrar, Straus and Giroux-, ha sido la "abundancia y la facilidad de acceso a la documentación" sobre el caso, una transparencia que ahora "tardíamente" se empieza a conquistar en España -"los que mandan han sido muy opacos, pero es que la sociedad tampoco lo ha pedido", advierte-.

Desde las actas del Congreso de EE.UU. de la comisión de investigación del asesinato, hasta los interrogatorios de la policía del condado de Shelby (Memphis) a los sospechosos del crimen, el registro de cada día que Ray pasó detenido o el detalle de las pertenencias que se le incautaron... toda esa documentación está totalmente disponible para el público a través de internet y buceando en ella pasó meses Muñoz Molina, que vivía obsesionado con el asesino y soñaba con él.

Pero para el escritor jiennense, el momento clave para conocer de verdad al asesino fue cuando en el Museo Nacional de los Derechos Civiles, ubicado en donde estuvo el Motel Lorraine, pudo ver esas pertenencias de las que tanto había leído: "Cuando ves la bajísima calidad del cepillo de pelo que llevaba, la colcha sintética en que envolvió el rifle del crimen o la radio que tenía, es cuando te das cuenta de la profunda miseria material de esa vida", explica el autor, que también confiesa su "espanto" por "el odio de los pobres hacia otros pobres", a la vez que denuncia que Ray se dedicó los últimos 30 años de su vida a "manipular y enredar" contando "embustes" o "vendiendo" entrevistas y autógrafos.

Y si para conocer al asesino Muñoz Molina se impregnó de todo este material, para ponerse en la mente de Luther King estudió a fondo la Biblia, en cuyo Salmo 102 el andaluz encontró el título de la novela, pieza clave fundamental en la creación literaria y "llama" necesaria para alumbrar el camino de la escritura: "Mis días son como la sombra que se va y como la hierba que se ha secado", reza el párrafo del que extrajo un título que en principio iba a ser otro, El pasajero de Lisboa, pero que su mujer, Elvira Lindo, le hizo cambiar a mitad del proceso de escritura dejándole muy perdido durante el tiempo en que tardó en topar con el definitivo. Más secretos de la invención literaria desvelados por un maestro.