El tiempo de todas las guerras, fotografía en la Tate Modern
- La Tate Modern ofrece una visión alternativa del fotoperiodismo y la guerra
- La exposición podrá visitarse entre el 26 de noviembre y el 15 de marzo
- Recorre conflictos y sus huellas desde la Guerra de Sucesión al presente
- El evento se suma a la conmemoración del inicio de la I Guerra Mundial
El retrato real de la guerra es el de un rastro largo que puede extenderse a generaciones. Desde el instante en que se produce la detonación de una bomba hasta las cicatrices que ninguna capitulación puede borrar, aún cien años después.
Como una visión alternativa al tópico que rodea los conceptos de fotoperiodismo y el reportaje realizado en una zona de conflicto, fotógrafos que han mirado atrás, recordando imágenes que captaron en sus coberturas bélicas, se dan cita en la exposición Conflicto, Tiempo, Fotografía, que podrá visitarse en la Tate Modern de Londres entre los días 26 de noviembre y 15 de marzo.
El escenario de interés se extiende más allá del instante en el que se toman las fotografías. También abarca la vida posterior de los personajes marcados por la tragedia. Es posible narrar con la cámara el paso del tiempo que sucede a la guerra, para contar la guerra.
De la Secesión norteamericana a Corea
Imágenes tomadas pocas semanas tras el fin de la Guerra de Secesión Norteamericana comparten espacio con instantáneas realizadas días después de que las bombas atómicas devastaran Hiroshima y Nagasaki. Vietnam 25 años después del fin de la caída de Saigón podrá compararse a Nicaragua 25 años tras la revolución sandinista. Puntos finales con sus propias cicatrices, profundas y absurdas, como todos los conflictos bélicos.
La parálisis del shock, aún clavada en los ojos del marine estadounidense fotografiado por Don McCullin en 1968, remite al mismo desasosiego que la imagen de la catedral de Reims destruida y captada por Pierre Anthony-Thouret tras la guerra de 1914, o las ruinas tras las luchas en Afganistán: Chronotopia (2001) de Simon Norfolk. Edificios destruidos, antes hogares o lugares públicos, son una forma más de la muerte.
De los judíos ucranianos supervivientes de la Segunda Guerra Mundial que retrató Stephen Shore, a los retratos que Taryn Simon realizó a los descendientes de las víctimas de la matanza de Sbrenica. También están presentes las raras fotografías que Jerzy Lewczynski tomó en 1960 de la Guarida del lobo, donde Hitler instaló su cuartel general.
La exposición incluye también proyectos recientes de autores británicos, polacos y sirios centrados en la huella de la Primera Guerra Mundial a un siglo de su inicio. En este sentido, la muestra se suma a los actos conmemorativos de este primer centenario de la Gran Guerra que durante este año están teniendo lugar en el continente.