Fabiola, la reina que no pudo criar a un rey
- Era una desconocida en España hasta su boda con el rey Balduino en 1960
- Sufrió cinco abortos sin que le fuera posible dar un heredero al rey
- Gozó del afecto y respeto del pueblo belga también tras morir el monarca
Fabiola de Mora y Aragón (Madrid, 1928 - Bruselas, 2014), la reina consorte de los belgas durante más de treinta años por su matrimonio con Balduino I, ha fallecido este viernes 5 de diciembre en Bruselas, a los 86 años.
El cariño de su pueblo hizo que a Fabiola siempre se la considerara reina de los belgas, aunque su marido, el rey Balduino, falleciera en 1993. Al subir al trono, el nuevo monarca, Alberto II, pidió a la que era su cuñada que saludara desde el balcón. Años después también se lo pediría su heredero, Felipe, el que da continuidad hoy en día a la Casa de los Sajonia-Coburgo tras la abdicación de su padre.
Fabiola de Mora y Aragón era una aristócrata, pero también una desconocida para el público hasta que se anunció su compromiso en septiembre de 1960 con el rey Balduino, en medio de la disolución de Bélgica como potencia colonial.
Más aún era una chica anónima para los belgas, que vieron a una joven de 32 años con la que su rey anunciaba su compromiso y de la que apenas sabían que era hija de buena familia, de los marqueses de Casa Riera, y ahijada de la reina Victoria Eugenia.
De hecho, sus súbditos nunca conocieron por boca de la real pareja las circunstancias de su primer encuentro y circulan diversas versiones: la mediación del cardenal Suenens, confesor de Balduino, que dio con la joven Fabiola buscando una esposa "decente" para su rey, o un romántico cortejo por correspondencia hasta una primera cita en Lausana (Suiza).
Políglota, aficionada a la música (tocaba algo la guitarra y el piano) y la pintura, llegó a escribir cuentos infantiles bajo el seudónimo de Cleopatra: una obra de 12 cuentos de hadas titulada Los doce cuentos maravillosos. Había trabajado también como enfermera de la Cruz Roja y prestado servicio en un hospital militar de Madrid.
Reina discreta y solidaria
Los cronistas la rememoran por dos rasgos básicos. Por un lado, su gran discreción, no solo impuesta por su papel como reina consorte, sino por el empeño de mantenerse al margen de los retratos sensacionalistas, y no precisamente por ser una mujer tímida. Por otro, su propio retrato, esto es, su inconfundible imagen con un peinado al que fue fiel desde los años 60 y que le acompañó invariablemente por más de cincuenta años.
Como reina consorte, manifestó las mismas fuertes convicciones de su juventud. Fue una mujer comprometida y que llevó a cabo acciones sociales, sin dudar "pisar la calle" para visitar un conocido barrio belga en el que se ejercía la prostitución, con el fin de ayudar a las mujeres.
Creó rápidamente una fundación y son célebres en Bélgica las llamadas Obras de la reina Fabiola, con las que promovió la ayuda a los más desfavorecidos.
Esposa que no pudo ser madre
La boda en diciembre de 1960 de un rey tentado hasta entonces por el sacerdocio y una joven de misa diaria con fuertes convicciones religiosas llamó la atención de todos, e incluso se convirtió en un espectáculo mediático.
Fue el primer enlace real que pudo seguirse en directo por televisión en toda Europa, lo que convirtió esta crónica de sociedad en una de las pocas ventanas al exterior del régimen franquista en España.
Años después, frustrada tras sufrir cinco abortos sin que le fuera posible dar un heredero al rey, la reina Fabiola llegó a sugerir la anulación de su enlace para asegurar la descendencia de la Corona, pero Balduino se negó.
Estuvieron juntos 33 años. El rey falleció en julio de 1993 en Motril (Granada), donde veraneaban en su residencia, "Villa Astrida". Fabiola conmovió a todos con su luto riguroso de blanco porque quería convertir en esperanza el duelo por el marido al que veneraba y con el que conectaba "a través del rezo".
Apartada de la vida pública
En enero de 2013, se vio envuelta en una polémica al tener que disolver una fundación, Fons Pereos, que había creado poco antes ante las sospechas de que el objetivo era evitar que sus sobrinos herederos pagaran el impuesto de sucesiones. El Parlamento belga abordó el asunto y zanjó el debate reduciendo la dotación económica de la familia real belga.
Desde hace algunos meses, la reina Fabiola se había alejado de la vida pública debido a problemas de salud y desde el verano estaba bajo asistencia respiratoria, informa el diario belga Le Soir en su edición digital.
Sus últimos años de vida los pasó en el castillo de Stuyvenberg, el llamado "palacio de las viudas", a las afueras de Bruselas, junto a varias damas de compañía. Ahora, con su muerte, Bélgica vuelve a tener una sola reina.