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"Mañana no disparáis y nosotros tampoco", 100 años de la tregua de Navidad

  • En plena I Guerra Mundial, el frente inglés y alemán celebró unido la Navidad
  • El hecho tuvo gran repercusión en la prensa y poco agrado en los despachos
  • Elevado a la categoría de mito, el cine, la literatura y la televisión han recordado este acontecimiento

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Hace 100 años los soldados que participaban en la Primera Guerra Mundial pactaron una pequeña tregua para celebrar la Navidad

La Nochebuena de 1914 debió ser muy fría en el frente de Ypres (Bélgica) donde los soldados británicos llevaban cuatro meses combatiendo contra los alemanes en los primeros envites de la Primera Guerra Mundial. Todos pensaban que iba a ser fácil, un paseo militar, y que iban a pasar aquella Navidad en casa.

Tal vez fuera ese el motivo que permitió que hace ahora 100 años se produjera uno de los acontecimientos más insólitos de la historia militar del siglo XX. La conocida como tregua de Navidad. Un alto el fuego extraoficial y espontáneo que se produjo en algunas partes del frente occidental. Casi dos días en los que los soldados bajaron las armas y se encontraron para celebrar y compartir un momento especial.

“Estábamos en primera línea, a unas 300 yardas (270 metros) de los alemanes. Creo que fue el día de Nochebuena, cuando estuvimos cantando villancicos y los alemanes hacían lo mismo. Nos gritábamos los unos a los otros, comentarios groseros, la mayor parte del tiempo chistes verdes. De pronto, un soldado alemán dijo: ‘Mañana vosotros no disparáis y nosotros tampoco’. Y la mañana llegó y ninguno de los dos bandos disparamos”, recuerda el soldado británico Marmaduke Walkinton en una entrevista recogida por el Imperial War Museum (IWM).

Para Colin Wilson, de la Guardia Granadera británica, la tregua también empezó con villancicos, seguida de una invitación de las tropas alemanas. “Escuchamos a un soldado alemán cantando ‘Noche de Paz’, en alemán, naturalmente. Después, cuando terminó de cantar, los alemanes nos gritaron todo tipo de felicitaciones navideñas a través de la tierra de nadie”, narra el soldado que reconoce que ellos respondieron con la misma canción aunque con menos estilo.

Encuentros en la tierra de nadie

En otras ocasiones los soldados alemanes alzaron luces a lo largo de las trincheras pero la verdadera celebración se produjo el 25 de diciembre, cuando ambos bandos se encontraron en la tierra de nadie.

Empezamos a asomar las cabezas, rápido, por si acaso disparaban.

“Después de un tiempo, nuestros superiores permitieron que un limitado número de soldados saliésemos de las trincheras”, recuerda Wilson. “Entonces empezamos a asomar las cabezas y a dar saltitos, rápido, por si acaso disparaban, pero no lo hicieron. A continuación vimos que un alemán se levantaba y agitaba los brazos y nosotros tampoco disparamos”, explica Walkinton.

En el encuentro se produjeron saludos, conversaciones e intercambios de regalos. Incluso se celebró un partido de fútbol con un balón de trapo que la UEFA conmemoró el pasado 11 de diciembre con una ceremonia en la iglesia de San Martín de Ypres y la inauguración de un monumento en el lugar donde se produjo el histórico encuentro. Además, ambos bandos aprovecharon para dar sepultura a sus muertos.

Tienen bebidas, tienen tabaco y hemos estado hablando.

“Keith y Philip volvieron con Lesley Wood al mediodía. Keith con el sombrero de un Landwehr (soldado alemán), gris con una cinta roja alrededor. Phillip traía una botella de agua. ‘Tienen bebidas, tienen tabaco y hemos estado hablando’, dijo. ‘¡No lo puedes creer!’”, recuerda el militar británico George Jameson en una entrevista.

“Salimos de las trincheras e intercambiamos la carne de nuestras latas de conserva con las suyas y el capellán también charlaba con ellos mientras ambos bandos enterrábamos a nuestros muertos”, explica al IWM J. Reid, del Sexto batallón Gordon de los Highlands.

“Tan parecidos, tan distintos"

Alemanes e ingleses se contemplaron aquel día sin bayonetas de por medio. Todos estaban “astrosos, barbudos, sucios, tan parecidos si no fuera por el uniforme, tan humanos, tan distintos de como los presentan las caricaturas de la propaganda”, explica el historiador Juan Eslava Galán en su libro La primera Guerra Mundial contada para escépticos.

Eran “gente normal, buena gente tal vez”, que por circunstancias de la vida se vio “obligada a matarse en una guerra absurda”, reconoce el escritor que apunta que tenían mucho más en común entre sí de lo que podían tener con los generales o los políticos que los implicaron en aquella mortal aventura.

“Descubrimos que la mayoría de los ataques en masa de los alemanes los hacían niños. Estudiantes de 16 o 17 años, codo con codo, que compartían un rifle entre tres”, recuerda Henry Williamson, del regimiento de Londres, en la misma serie de entrevistas.

Un acontecimiento con eco internacional

No está claro cómo se produjo este momento ni cuáles fueron sus causas. Posiblemente se trató de un acontecimiento espontáneo, surgido al amparo de las esperanzas de brevedad de la contienda y alimentado por declaraciones como las del papa Benedicto XV que, al poco de ser elegido, realizó una petición de alto el fuego por Navidad que tuvo repercusión en las páginas de la prensa de ambos frentes pero que fue rápidamente sofocada por ambos bandos y tildada de “imposible”, según recoge Stanley Wintraub en Silent Ninght: The Story of the Wordl War I Christmas Truce.

La noticia no tardó en trascender a los medios. Durante los últimos días del año se publicaron numerosas cartas de soldados que daban cuenta de aquel “maravilloso día” en una corriente que continuó hasta finales del mes de enero, señalan Malcolm Brown y Shirley Seaton en Christmas Truce: The western Front December 1914.

Los diarios mezclaban la confraternización en una página con los horrores de la guerra en la siguiente y se debatían entre lo insólito y humano del hecho y el mensaje contra el enemigo que lanzaban en sus ediciones

La historia incluso cruzó el Atlántico hasta las páginas del New York Times en la Nochevieja de 1914 con el titular “Las trincheras cambian las pistolas por el vino” y pronto empezaron a aparecer fotografías entre las que destacó una que mostraba a unos 25 soldados alemanes e ingleses confraternizando en la tierra de nadie. La instantánea fue portada de varios diarios con titulares como “La tregua de los Tommies en las trincheras”, en el Daily Sketch, o “Un grupo histórico”, en el Daily Mirror.

"Qué todos vuelvan a sus puestos"

Cuando la noticia de la tregua oficiosa llegó a oídos de los altos mandos de uno y otro bando, estos ordenaron el final inmediato de la misma y se encargaron de que nunca más se volviera a repetir.

“Las ordenes llegaron a la trinchera”, explica al IWM George Ashurst. “‘Qué todos los hombres vuelvan a sus puestos’. El mensaje iba de boca en boca. Los generales de la retaguardia debieron vernos y desconfiar por lo que hicieron. Dieron orden de realizar una batería de disparos. Esto empezó la guerra otra vez”, recuerda.

Es muy fácil dar órdenes desde grandes castillos.

“Maldijimos a los mil demonios, maldijimos a los generales. Deberían haber sido ellos los que movieran el culo hasta aquí. Es muy fácil dar órdenes desde grandes castillos o mientras conduces en lujosos automóviles. Odiábamos la mirada de los jodidos generales”, protesta.

Sin embargo, la leyenda generada en torno a la tregua de Navidad ha hecho surgir el escepticismo que se refleja en las palabras de Harold Lewis, artillero de la Guardia Real, destacado en Gran Bretaña en la Navidad de 1914 que recoge el IWM:

“Aunque sería arrogante decir que la tregua nunca tuvo lugar, dudo mucho de que tuviera la magnitud o la naturalidad con la que se ha descrito. Especialmente por los dos ejércitos que la protagonizaron. El alemán, con su rígida disciplina, y el nuestro, con la exquisita formación de un ejército profesional, jamás habrían roto esa tradición. Y si alguien lo intentó, ¿qué estaban haciendo los suboficiales y los oficiales? Creo que todo esto roza el cuento de hadas”.

El legado de la tregua de Navidad

Más o menos fantasiosa, existen documentos gráficos, cartas y declaraciones que afirman que existió. Y el halo de fantasía y espíritu mágico que la rodean han alimentado el mito en torno a este acontecimiento.

El cine, la literatura, la música y la televisión han recreado la tregua de Navidad varias ocasiones. La película francesa Feliz Navidad (Christian Carion, 2005) se centra en este hecho, ¡Oh, qué guerra tan bonita! (Richard Attenborough, 1969) también lo recoge y War Horse (Steven Spielberg, 2012) le hace un homenaje en una escena.

En 1983, Paul McCartney también hace referencia a la tregua de Navidad en el vídeo Pipes of Peace y en 1990 el grupo británico The Farm grabó una canción que habla del suceso. En 2010, el escritor Ken Follett hace mención a la tregua y sus consecuencias en La caída de los gigantes y, en la navidad de 2014, una conocida cadena de supermercados británica ha ambientado su spot navideño en este acontecimiento que hoy cumple 100 años.

Una “noche de paz”, una noche de hermandad, que no entendió de banderas o naciones. Los hombres que aquellos días se vieron en la tierra de nadie solo se diferenciaron por el uniforme y, quizás, después de compartir lo poco que tenían se mataron mutuamente en el campo de batalla.