Fito y Fitipaldis firma dos noches de lleno consecutivas en su regreso navideño a Madrid
- La banda ha vendido cerca de 30.000 entradas en el Barclaycard Center
- Dos noches en las que han brillado más los temas cásicos que los nuevos
- Más de dos horas de letras de poesía urbana vestidas de buena música
Con una escalera y dando un paso al vacío en el último escalón. Así se ilustra la portada del último disco de Fito y Fitipaldis, Huyendo conmigo de mí, y así se promociona también la gira homónima que este fin de semana ha hecho escala en el Barclaycard Center de Madrid.
Dos días de lleno consecutivos en los que la banda vizcaína ha felicitado la Navidad a los madrileños con más de dos horas y media de concierto en las que han brillado más los temas clásicos que los que se presentaban y en las que el corazón de la capital ha palpitado al ritmo del rock con alma de blues de Fito Cabrales y su banda.
La música, casi tan limpia como en el disco, ha sido la protagonista en un concierto en el que el guitarrista, Carlos Raya, ha destacado tanto o más que el cantante, con continuos guiños y duelos de seis cuerdas que han hecho vibrar el antiguo Palacio de los Deportes.
Mucha música que tampoco desmerece las letras de poesía urbana ancladas en lo cotidiano a la que la banda nos tiene acostumbrados, y a las que en esta ocasión se ha sumado algún que otro guiño a la actualidad política.
En el cementerio de las giras olvidadas
El concierto ha empezado puntual y con fuerza, con un vídeo que ya anunciaba lo que iba a venir. Un homenaje a las giras anteriores en una animación mostrada en las pantallas del escenario. Por el "cementerio de Madrid" han pasado las difuntas "Por la boca, vive el pez", "Lo más lejos, a tu lado"... hasta llegar a la tumba abierta de "Huyendo conmigo de mí", dentro de cuyo ataúd se ha despertado la música. Una forma de decir que la banda sigue pero que muy viva pero no olvida todo lo que ha aprendido.
Los Fitipaldis dominan los tiempos, y cuando el público se empezaba a relajar han sonado los acordes de "Corazón oxidado" para ponerlos a bailar en un punto álgido de manual en el que, con el permiso del maestro Raya, ha sido el batería, Daniel Griffin, y el saxo, Javier Alzola, quienes se han llevado el gato al agua en el duelo de solos de la noche.
Maestros del exceso comedido
Maestros del exceso comedido, después de "Garabatos", tema del nuevo disco, Cabrales y compañía han rendido un pequeño homenaje a la ciudad con el "Quiero beber hasta perder el control" de Los Secretos. Un tema que Fito ha interpretado a dúo con Ovidi Tormo, líder de Los Zigarros, que han sido dignos teloneros en las dos noches madrileñas de la banda.
La escenografía simple pero efectista, con una pantalla dividida en cinco partes y tres grandes aspas de luz que se movían sobre el escenario, ha tenido su mejor expresión en el tema "Nada de nada", en el que un vídeo de caricaturas de este "tiempo de ladrones" sobre un muro virtual ha llamado la atención del público.
Antes, el piano de Joserra Semperena ha capturado algún que otro suspiro con "Pájaros disecados", dos temas del nuevo disco en los que fiel a su estilo la letra deja escapar alguna sonrisa cómplice.
Noche de clásicos con saludo encadenado
Otro momento curioso de la noche ha llegado con el saludo encadenado. En el concierto del domingo 28 los asistentes han recibido el saludo de sus vecinos madrileós que acudieron al Barclaycard Center la noche anterior y han grabado uno para los fans canarios.
Acto seguido Fito ha invitado al escenario al músico Manolo del Campo para que pusiese Madrid a bailar el boogie-woogie con su armónica. Luego, "Tarde o temprano" ha sido el tema elegido para marcar la mitad de un concierto en el que el bilbaíno ha dejado claro que siempre va a volver.
Al ritmo de las cuatro cuerdas de Alejandro "Boli" Climent, la casa del Real Madrid de Baloncesto se ha teñido por unos minutos de azul cuando ha sonado el esperado "Soldadito marinero", momento en el que cientos de teléfonos móviles se han levantado para grabar el tema formando un perfecto firmamento para el turbio mar que describe la canción.
"Gracias por cantar tan bien", ha dicho el cantante a un público entregado, al que ha pedido en más de una ocasión que se rompiera la voz y que a veces se ha adelantado a los tempos más pausados que han tomado algunos de estos clásicos.
Bises con sabor a sal
"Después del naufragio", una balada del último disco, ha sido el tema elegido por los músicos para volver al escenario después de esa pausa ritual en el que el público corea el nombre del artista con anhelo aunque es plenamente consciente de que va a volver. Un tema de mar tranquila que se ha encadenado con las primeras notas de "Nos ocupamos del mar", también de nuevo cuño, que ha roto en un fuerte oleaje de acordes.
Más calmada ha sido la interpretación en acústico de "Alucinante", tema en el que sentado, con gafas oscuras y su carismática boina, ha recordado los tiempos de Platero y tú.
Por último, "La casa por el tejado", otro de los grandes, ha puesto el broche de oro a un concierto con caída de micro incluida. Pero Fito hace ya tiempo que perdió el miedo a quedar como un idiota. Saludo al público y todo resuelto. A seguir subiendo escaleras en una dirección que no por ser la misma ha dejado de ser la correcta.