Los lagos de Aigüestortes tienen más riqueza genética que la superficie de todos los océanos
- Tienen una variabilidad química y geológica muy alta
- Es una zona de contacto de tres tipos de sustratos geológicos
- Esto permite que se desarrollen especies distintas en distancias cortas
Los lagos de alta montaña del Parque Nacional de Aigüestortes, en la provincia de Lleida, poseen una riqueza genética superior a la existente en la superficie de todos los océanos.
Así lo ha desvelado una herramienta de biocomputación que permite caracterizar y catalogar los ecosistemas microbianos en ambientes naturales en función de su riqueza genética utilizada por un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
El estudio, publicado este jueves en la revista Molecular Ecology, ha comparado los datos obtenidos con la nueva herramienta con estudios previos sobre la microbiota de la parte más superficial (hasta cinco metros de profundidad) de los océanos, ha informado el CSIC.
Variabilidad química de las aguas
Los resultados muestran que mientras la variabilidad química y geológica de los océanos es muy homogénea en superficie a lo largo de miles de kilómetros, en los lagos alpinos protegidos de Aigüestortes esta variabilidad es muy alta en distancias cortas, del orden de pocos kilómetros.
“Es una zona de contacto de tres tipos de sustratos geológicos, lo que la hace peculiar respecto a otras zonas alpinas", ha comentado el investigador del CSIC Emilio Casamayor, del Centro de Estudios Avanzados de Blanes.
"Todos estos factores permiten que se desarrollen especies muy distintas en distancias muy cortas, acumulando en conjunto una gran riqueza genética. También nos permite plantearnos por primera vez la posibilidad de desarrollar estudios de conservación con seres microscópicos”, ha añadido el científico.
Caracterización de conjunto
Casamayor también ha destacado que por primera vez han podido abordar el estudio de comunidades microbianas sin tener que catalogar o identificar las especies individualmente. Ha sido gracias a la información genética que han recuperado directamente de los ambientes naturales, ha indicado.
"Esto nos permite caracterizar de manera sinóptica, como un todo, los sistemas microbianos y observar, mediante una herramienta objetiva, cómo se organizan y funcionan las comunidades biológicas y si merecen o no ser explotados o conservados”, explica.
Además, añade, “es una aproximación muy útil para avanzar en el conocimiento de la ecología y evolución del mundo microbiano pero también tiene aplicaciones en estudios de bioprospección o de conservación”.
Trabajo en cadena
Como ha explicado el investigador del CSIC, los microorganismos fueron los primeros seres vivos en aparecer en la Tierra hace más de 3.000 millones de años.
Desde entonces han estado interaccionando con la química y la geología de este planeta y han aprendido a utilizar un amplísimo repertorio de fuentes de energía y de alimento para su supervivencia.
Su diversidad no se encuentra en su forma o tamaño, sino que se esconde en su metabolismo, que se encuentra codificado bajo una amplísima variabilidad genética. Ese metabolismo, que se combina como un trabajo en cadena en las comunidades microbianas, es el que mantiene viable la biosfera.