Los abuelos Ibéricos de Superman y Batman
- Pedro Porcel repasa la historia de los superhéroes españoles
- En el libro 'Superhombres ibéricos'
- “Nuestros superhéroes son hijos de la posguerra”, asegura
Superman (1938) está considerado el primer superhéroe de la historia, pero en realidad el género había nacido mucho antes, en Europa, con personajes como Fantomas (1885) o el español Mack Wan el invencible (1930). Y aunque hay que reconocer que los americanos lo han convertido en un género de éxito internacional, no podemos olvidar a esos superhéroes “pata negra”, del cómic español, a los que Pedro Porcel pasa lista en el interesante libro Superhombres Ibéricos (Edicions de Ponent)
“Superhombres Ibéricos –nos comenta Pedro- aborda la historia del superhéroe en la cultura popular española. Criatura a quien tenemos casi exclusivamente por norteamericana, el héroe disfrazado y dotado de poderes especiales nace en la Europa de principios del siglo XX; hijo del folletín, el serial cinematográfico y la novela por entregas, son antecedentes suyos los protagonistas y villanos de narraciones al estilo de Fantomas, los numerosos sabios locos que pueblan desde el fin de la Primera Guerra Mundial tebeos, filmes y novelas, y los bárbaros musculosos que a semejanza del célebre Conan recorren un mundo de fantasía enfrentando monstruos y trajinando doncellas. Estos tres arquetipos cristalizan en el superhombre tal como lo conocemos hoy día. El libro se centra tanto en los antecedentes como, sobre todo, en los genuinos superhéroes nacidos en la Península Ibérica”.
El primer superhombre ibérico
Pedro nos comenta de dónde salen esos primeros superhombres ibéricos: “En las páginas del folletín, el tipo de publicación de aventuras más popular durante los años veinte y treinta en los kioscos nacionales. Precedentes aparte, el primer superhéroe español genuino, con su disfraz, su invulnerabilidad, su ayudante y su capacidad de atizar mamporros colosales y trepar alegre por muros verticales es Mack Wan el invencible, una serie de folletines aparecida a comienzos de los años treinta. Mucho antes de que Superman, Spiderman o Batman fuesen siquiera imaginados".
Pero… ¿Qué diferencia a esos Superhombres Ibéricos de los Norteamericanos? “Los nuestros son como más de andar por casa –asegura Pedro-. Hijos de una sociedad subdesarrollada, la de la posguerra española, su apariencia, sus objetivos y sus poderes son harto más modestos que los que ejercen al otro lado del Océano. Enfrentan villanos más normales, que van desde gángsteres o malvados banqueros a sencillos ladrones de ganado; viven en un universo en general poco definido y como digo entre sus aspiraciones y logros raramente se encuentran los de salvar al mundo como cada dos por tres hacen los superhombres yankis. Habitan tebeos baratos y novelas populares de a peseta, lejos del oropel y el colorín de los productos norteamericanos de ese mismo momento”.
A pesar de todo, los superhombres nunca han terminado de cuajar en el cómic español, como nos confirma Pedro: “El lector español de los años treinta a los setenta prefiere con mucho la aventura histórica y tradicional, a las de héroes fantásticos. Roberto Alcázar, El Capitán Trueno, El Jabato o El Guerrero del Antifaz, con sus tiradas de cientos de miles de ejemplares, así lo demuestran. Dentro ya del mundo superheroico, la preferencia se inclina por el superhombre fetén, el que va surcando los aires sin artilugio alguno. Y entre estos, paradójicamente son los de aire cómico los que más popularidad han conseguido: Super Pumby o SuperLópez así lo demuestran”.
Superman y Batman son Ciclón y Alas de acero
Como os comentábamos hace poco con motivo de la publicación del libro La legislación de la historieta en España (Tebeosfera), Batman y Superman sufrieron los estragos de la censura, algo que remarca Pedro Porcel: “ Ya en 1940, recién acabada la Guerra Civil y en pleno fregado mundial, llega Superman a España. Se llama aquí, por aquello de que los nombres de resonancias extranjeras están proscritos, Ciclón el Superhombre; sus tiras de prensa se editaban agrupadas en cuadernos de aventuras, sin que su éxito llegue a alcanzar ni de lejos a personajes clásicos más tradicionales como Flash Gordon, Tarzán o El Hombre Enmascarado, que publica por entonces la misma editorial. Los problemas con la censura surgen más tarde, cuando a principios de los años sesenta el Comité de Publicaciones Infantiles y Juveniles estima que los niños pueden confundir a Batman y Superman con el mismo Dios y prohíben de raíz la difusión de sus aventuras. No es descartable que tras tan estrambótica decisión haya presiones de editores españoles que se sienten incapaces de competir con estos espectaculares héroes norteamericanos”.
Lo curioso es que ese Batman y ese Superman a veces no eran ni los originales. “A menudo se trata de aventuras apócrifas redactadas y dibujadas en España sin conocimiento alguno de sus creadores originales –nos comenta Pedro-. El editor local de Superman, al encontrarse sin material disponible debido a las restricciones que impone la Segunda Guerra Mundial, llega a encargar a anónimos dibujantes españoles la realización de algunos episodios que poco tienen que ver con el carácter que usurpan. Lo más significativo en este sentido ocurre con Batman. Se publican sus aventuras en los años cuarenta en una breve serie de cuadernos bautizada como “Alas de Acero”; hacia 1953 el joven artista Julio Ribera copia con todo descaro las primeras tiras diarias de Batman y se dedica a continuarlas por su cuenta facturando divertidas aventuras piratas que reúne en la colección Robin y el Murciélago. Así es posible ver, solo y exclusivamente en España, a Robin empuñando una metralleta de tambor cargándose chinos sin miramiento alguno, o a Batman reducido a un segundo plano enfrentando improbables émulos de Fu Manchú. Milagros del subdesarrollo que desaparecen definitivamente poco más tarde, cuando empiezan a importarse los genuinos cómics de DC a través de las mexicanas ediciones de Novaro”.
Los superhéroes españoles más curiosos
Hemos pedido a Pedro que repase los Superhéroes que considera más curiosos de esa época: “En primer lugar el protagonista del folletín El Hombre de las Dos Cabezas, una criatura bicéfala que recorre el mundo rescatando científicos secuestrados mientras una de sus testas pelea incesantemente con la otra; personajes como S, un atildado superhombre de capa, chistera y pistola atómica, o El Misterioso X, que combina alegre calzoncillo al aire con sombrero y americana sin mangas, pertenecen también al universo de lo bizarro, sin duda”.
Retamos a Pedro a que forme un grupo similar a los Vengadores con los Superhombres Ibéricos: “Pues Superhombre, una versión española de Captain Marvel cuya personalidad secreta es la del crío Juanito Montalbán; Rock Robot, prácticamente igual a Iron Man pero concebido bastantes años antes que éste; Máscara Negra, por aquello de que una señorita figure entre tanto varón; Águila Negra, que con sus alas y su disfraz es el más estético de los superhombres ibéricos; Katán, vikingo español primo hermano de Conan y finalmente Yuma, un repeinado héroe barcelonés de los 40 capaz de hacerse invisible y transformar su rostro en espantosa mueca verdosa que aterra a las gentes de mal vivir... Buena selección, no?".
En España también hay un subgénero que es el de los superhombres que mezclan el humor y la aventura. Entre ellos Pedro destaca a “Aparte de otros personajes paródicos de menor entidad, cronológicamente serían los émulos de Superman El Conejito Atómico que pese a su nombre como de película porno es criatura infantil muy popular durante los años cincuenta; Super Pumby, que adquiere sus poderes al ingerir zumo de naranja; y el famoso SuperLópez, trasunto del hombre corriente zarandeado por las circunstancias desarrollado durante décadas por el gran Jan”.
‘Supersonic Man’
Los que pasamos de los cuarenta recordamos con cariño la película Supersonic Man (Juan Piquer, 1979), el primer superhéroe cinematográfico español. Preguntamos a Pedro que lugar ocuparía en ese panteón de los superhéroes hispanos: “Si queremos ver el vaso medio lleno, representa la llegada del superhombre ibérico a las pantallas en gloria y majestad; si preferimos verlo medio vacío, un triste intento de captar algo del éxito del Superman de 1978 dirigido por Richard Donner. Yo elijo verlo como disfrutable campeón del subdesarrollo, algo muy propio de aquí, desde luego”.
Pero… ¿Por qué nos gustan tanto los superhéroes pero hemos sido incapaces de crear una mitología propia en el género? “La globalización cultural –asegura Pedro- ha impuesto desde finales de los noventa unos modelos y unas formas que quienes pretendan permanecer en el mercado deben respetar, apoyadas como están por un impresionante aparato propagandístico que copa cine, cómics, videojuegos y cualquier otra forma de ocio. Son las norteamericanas, frente a ellas los modos autóctonos del tebeo patrio poco o nada pueden hacer”.
Tras la superaventura que ha supuesto escribir este libro, Pedro ya trabaja en un nuevo proyecto igual de curioso: “Un nuevo libro centrado en el cine de los años treinta y cuarenta, dedicado a explorar algunas existencias singulares del Hollywood clásico: las de los principales actores enanos del período; la de los especialistas que durante décadas aparecían disfrazados de gorila en toda clase de producciones; las de enfermos forzados a hacer de monstruo como el acromegálico Rondo Hatton o el obeso Tor Johnson; las de actrices como Acquanetta, la Mujer Leopardo, marginada por su origen mestizo... Vidas en sombras, vividas al límite en los márgenes más extremos del cine fantástico y por eso mismo tan seductoras...!”
Por cierto, tenéis más información e imágenes sobre estos cómics históricos en imprescindible blog El desván del abuelito, que también se encarga del prólogo de Superhombres ibéricos. De allí hemos sacado casi todas las imágenes que acompañan a este artículo.