Encuentran un microorganismo que no ha evolucionado en 2.000 millones de años
- Son bacterias encontradas a gran profundidad marina en Australia
- Son similares a unas bacterias de azufre encontradas en barro de Chile
Un equipo internacional de científicos ha descubierto a gran profundidad marina un tipo de microorganismo que no parece haber evolucionado a lo largo de más de 2.000 millones de años. La falta de evolución, según los investigadores, apoya la teoría de la biología evolutiva de Charles Darwin.
El estudio, publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (PNAS), muestra los resultados del análisis que hicieron los científicos de las bacterias de azufre, según ha informado la Universidad de UCLA, participante en la investigación.
Son microorganismos demasiado pequeños para verse a simple vista, que tienen 1.800 millones de años de antigüedad y que han permanecido en las aguas costeras de Australia occidental.
Gracias al uso de tecnología de vanguardia, observaron que las bacterias encontradas se parecían a otras de la misma región de 2.300 millones de años de antigüedad. Asimismo, que ambos grupos de microorganismos son iguales a las modernas bacterias de azufre encontradas en barro de la costa de Chile.
"Es asombroso que la vida no haya evolucionado desde hace más de 2.000 millones años, casi la mitad de la historia de la Tierra", ha comentado el profesor de Ciencias de la Tierra, planetarias y espaciales de UCLA, J. William Schopf.
"Teniendo en cuenta que la evolución es un hecho, es necesario explicar falta de evolución", ha subrayado, y es que los estudios de Charles Darwin sobre la evolución se centran más en las especies que han cambiado con el tiempo que en las que no lo han hecho.
Estudio de los organismos
Los fósiles analizados por Schopf se remontan a un aumento de los niveles de oxígeno de la Tierra conocido como la Gran Oxidación, un cambio medioambiental que los científicos creen que se produjo entre hace 2.200 y 2.400 millones de años.
El cambio también produjo un aumento de sulfato y nitrato, los únicos nutrientes que necesitaban los microorganismos para sobrevivir en su ambiente de lodo de agua de mar. Según los investigadores, estos permitieron que las bacterias crecieran y se multiplicaran.
Schopf ha empleado varias técnicas para analizar los fósiles: la espectroscopia Raman -que permite observar el interior de las rocas para determinar su composición y la química- y la microscopía confocal láser de barrido -que renderiza los fósiles en 3D.
El investigador ha sido pionero en usar ambas técnicas para analizar fósiles microscópicos conservados en el interior de rocas antiguas.